Los linces del Canadá pueden recorrer distancias de más de 3000 kilómetros

Durante cinco años, un equipo científico ha seguido los movimientos de estos félidos árticos, pero aún se desconoce el motivo por el que recorren tanta distancia.

Por Jenna Schnuer
fotografías de Peter Mather
Publicado 23 jul 2020, 12:13 CEST
Lince del Canadá

Un lince del Canadá se camufla con los sauces nevados en el sur del territorio del Yukón, en Canadá.

Fotografía de Peter Mather

La mayoría de los residentes de Alaska podría elaborar una larga lista de avistamientos de animales salvajes como alces, osos pardos y zorros. Sin embargo, el lince del Canadá posee su propia categoría. Los encuentros con este félido de orejas copetudas y patas peludas suelen ser poco comunes.

Hasta hace poco. Estos animales normalmente esquivos están apareciendo con más regularidad en Anchorage, la ciudad más poblada de Alaska.

«En la aplicación NextDoor o en publicaciones de Facebook, la gente dice que ve linces por todas partes» en Anchorage, explica David Saalfeld, biólogo de fauna silvestre del Departamento de Caza y Pesca de Alaska. Añade que mucha gente se sorprende ante el parecido del felino de entre nueve y 13 kilogramos con sus propias mascotas. Cuando caza, el lince del Canadá se abalanza del mismo modo y observar a sus cachorros juguetones es un placer.

«Nos llegan muchas noticias de gente que los ve en sus porches, mirando por la ventana, igual que un gato doméstico», apunta Saalfeld.

Los biólogos llevan cuatro décadas estudiando a los linces del parque nacional de Kluane del Yukón (en la foto, el lago Kathleen).

Fotografía de Peter Mather

Es probable que los encuentros con linces estén aumentando porque las poblaciones de sus presas favoritas, la liebre americana, han alcanzado su máximo. Las poblaciones de estas liebres fluctúan de forma natural en ciclos que pueden durar de ocho a 11 años y cuando abundan las liebres —como ocurre ahora—, los linces siguen sus pasos.

Estos felinos silvestres no solo se acercan a Anchorage: se distribuyen por toda Alaska, el norte de Canadá e incluso algunas partes de los Estados Unidos continentales. Hace no mucho, no se conocía la distancia exacta que podían recorrer los linces. Pero en el último lustro, los investigadores del Northwest Boreal Lynx Project han seguido a felinos que emprenden viajes de proporciones épicas, más largos y difíciles de lo pensado.

Uno de los viajeros estrella del proyecto, apodado Hobo, fue rastreado con un collar de rastreo por el Refugio nacional de vida silvestre Tetlin, en Alaska, en marzo de 2017. El lince abandonó su dominio vital en junio de 2017 y para julio de 2018 había recorrido la friolera de casi 3500 kilómetros, cruzando montañas y ríos caudalosos.

«Fue el primer gran viaje que detectamos. Había indicios de esto, pero no mucha información al respecto», afirma Knut Kielland, profesor de ecología en el Instituto de Biología Ártica de la Universidad de Alaska Fairbanks. Fue «muy emocionante».

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    Unos cachorros de lince se acurrucan en Alaska en la primavera de 2019. Los científicos han encontrado camadas más grandes de lo esperado.

    Fotografía de Peter Mather

    Hasta la fecha, los científicos del proyecto han colocado collares de rastreo a más de 170 linces macho y hembra en cuatro refugios de vida silvestre, así como en el parque nacional de las Puertas del Ártico. Han seguido los movimientos de los animales por Alaska, el Yukón canadiense y los Territorios del Noroeste, también en Canadá.

    Pero hay un misterio que aún no han resuelto: ¿a qué se deben estos recorridos tan largos? Los expertos especulan que están cazando liebres americanas y, una vez encuentran concentraciones de sus presas, se asientan en un nuevo territorio. Con el paso del tiempo, los investigadores esperan recabar información suficiente sobre estos trayectos para comprender por qué los animales deambulan tanto.

    Por su parte, estos datos son clave para ayudar a los investigadores a comprender qué necesitan los linces para seguir prosperando en Alaska y el norte de Canadá. Por ejemplo, saber por qué tipos de hábitats pasan los linces en sus largas migraciones puede informar decisiones sobre el uso de tierras, como la creación de pasillos verdes que permitan que los felinos circulen libremente.

    Felinos peripatéticos

    En el invierno de 1999 al 2000, durante el último máximo poblacional de liebres americanas, un trampero llamado Jack R. dijo haber capturado casi cien linces del Canadá en sus trampas de la cordillera de Brooks, en Alaska. En Alaska es legal colocar trampas para linces con licencia y no hay límites de captura.

    Los linces suelen establecer sus madrigueras bajo árboles caídos, o «maderas muertas», en los bosques boreales de Alaska y Canadá.

    Fotografía de Peter Mather

    Una liebre americana se esconde entre la maleza. Las poblaciones de estos pequeños mamíferos fluctúan cada 11 años.

    Fotografía de Peter Mather

    Sorprendido, preguntó a Kielland (que por aquel entonces también era trampero) a qué se debía tal cantidad teniendo en cuenta que sus trampas cubrían una superficie reducida.

    Antes los científicos creían que los linces macho ocupaban territorios de poco más de 50 kilómetros cuadrados y las trampas de Jack R. abarcaban un área de 200 kilómetros cuadrados, lo que apunta a que los animales capturados podrían haber salido de sus territorios.

    De ahí nació el proyecto, una colaboración entre el Programa de Investigación Ecológica a largo plazo en Bonanza Creek de la Universidad de Alaska Fairbanks, el Servicio Federal de Parques Nacionales de Estados Unidos y Environment Yukon, una agencia gubernamental canadiense.

    Cada primavera, desde 2015, los científicos han atrapado linces adultos con estrategias humanas e indoloras —dispositivos modificados y trampas en cajas— y les han colocado collares de rastreo por GPS.

    Un científico de la Universidad de Alaska Fairbanks examina a un cachorro de lince en Alaska en la primavera de 2019.

    Fotografía de Peter Mather

    El equipo también registra las madrigueras de los linces, que a menudo se refugian bajo troncos caídos y en la vegetación circundante. Cuando encuentran cachorros dentro de una guarida, los pesan y les colocan etiquetas en las orejas. Kielland explica que es fundamental etiquetar a los cachorros para poder identificar a los animales más adelante, obtener datos sobre la distancia recorrida desde su lugar de nacimiento y cuáles siguen juntos de adultos.

    Añade que los cachorros macho tienden a abandonar su hogar antes que las hembras. Cuando crecen, las hembras se quedan relativamente cerca de sus madres, mientras que los machos establecen su nuevo territorio más lejos.

    Además de Hobo, el equipo ha seguido a otros trotamundos excepcionales, como un lince macho adulto (número #700594) al que colocaron un collar cerca de Bettles (Alaska) en febrero de 2019. Tres meses después, recorrió 400 kilómetros hasta la costa ártica antes de girar al este, hasta el río Sagavanirktok, y después al sur, hacia el río Nigu y la cordillera de Brooks. Este mes de julio, su trayecto continúa y su collar aún funciona. (Algunos rastreos finalizan cuando se agotan las baterías o cuando los collares se caen.) Hasta la fecha, ha recorrido 3200 kilómetros.

    En 2011, dos linces fueron y vinieron por el canal principal del río Tanana —el mayor afluente del río Yukón— en noviembre, cuando la temperatura media mínima del aire era de -26 grados Celsius.

    ¿Por qué emprenden viajes tan largos?

    Saalfeld señala que la búsqueda de liebres y otras presas no explica del todo estas caminatas épicas.

    Esta pasada primavera, con el pico de la población de liebres, un lince macho al que colocaron un collar en Anchorage en el marco de otro estudio del Departamento de Caza y Pesca de Alaska viajó hasta el parque nacional de Kluane, en el sudoeste del territorio del Yukón, recorriendo una distancia de casi 965 kilómetros.

    Antes del estudio, los científicos pensaban que los linces mantenían territorios de unos 50 kilómetros cuadrados.

    Fotografía de Peter Mather

    «La comida está aquí», explica Saalfeld. «No estoy seguro de por qué un macho con un tamaño decente decidiría abandonar una zona con presas suficientes».

    Karen Hodges, profesora de ecología de la conservación en la Universidad de la Columbia Británica que ha estudiado a los linces, dice que los datos del Northwest Boreal Lynx Project cuadran con la información existente y menos compleja sobre sus dispersiones y que las tecnologías y herramientas de rastreo que utiliza el equipo son mejores.

    «No cabe duda de que es espectacular, es un gran desplazamiento», afirma Hodges, que no participó en el proyecto.

    Lo que sí deja claro todo este movimiento es por qué los linces del Canadá tienden a ser genéticamente similares. «En toda Norteamérica, un lince es un lince. Se mueven, se cruzan y no observamos focos localizados con una genética extraña».

    «Fascinante y maravilloso»

    El proyecto también «revela más secretos que nunca sobre sus vidas», afirma Kielland.

    Por ejemplo, se han descubierto madrigueras con ocho cachorros, camadas más grandes de lo pensado para los linces del Canadá, aunque la fecundidad podría estar vinculada al máximo poblacional de las liebres americanas.

    Una mamá lince y sus crías retozan en la nieve
    Un nuevo vídeo muestra a una madre lince y a sus cachorros retozando y jugando en un porche en Anchorage, Alaska. Esta es la segunda vez que esta familia de felinos salvajes visita esta casa. Los linces viven en los bosques foreales que tienen inviernos fríos y nevados. Los cachorros se quedarán con su madre entre 9 y 12 meses hasta poder cazar solos.

    El equipo también ha hallado pruebas de que los felinos no son tan solitarios como se creía: las parejas de machos y hembras con collares de rastreo pasan tiempo juntas cuando no es temporada de apareamiento e incluso se dan algunos casos de dos linces hembras que cazan juntos durante periodos prolongados, posiblemente parejas de madre e hija adulta, según Kielland.

    Aunque quedan incógnitas, Kielland dice que la investigación es tan gratificante como intrigante.

    «Nos fascinan las cosas que vemos en estos animales», dice. «A nivel personal, resulta intrigante, fascinante y maravilloso».

    Peter Mather es un fotógrafo canadiense centrado en reportajes sobre el Ártico. Síguelo en Instagram y Twitter.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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