Los perros modernos podrían descender de los lobos antiguos que jugaban con los humanos

Hace decenas de miles de años, nuestros antepasados buscaron cánidos salvajes con rasgos juguetones que perduran en los perros modernos, sobre todo en las razas criadas para el pastoreo y la caza.

Por Virginia Morell
Publicado 24 sept 2020, 11:39 CEST

Un vizsla o braco húngaro posa en el parque forestal de la reina Isabel, en Escocia. Históricamente, esta raza acompañaba a los cazadores y detectaba y atrapaba a las presas.

Fotografía de Tony Clerkson, Alamy

A la mayoría de los perros les encanta jugar, ya sea buscando pelotas, tirando de cuerdas o haciendo trizas un juguete chillón. Y a los humanos siempre nos levanta el ánimo jugar con un perro; de hecho, la ciencia nos demuestra que las personas que tienen perros se ríen con más frecuencia que las que tienen gatos.

Por eso no es ninguna sorpresa que la disposición de los perros a jugar con nosotros fuera un factor fundamental en su domesticación y que pudiera haber guiado nuestros esfuerzos posteriores de cría de cánidos para funciones específicas, según un nuevo estudio publicado en la revista Biology Letters.

Aunque los investigadores siguen debatiendo cuándo, dónde y cómo domesticamos a los perros, la mayoría está de acuerdo en que es probable que un antepasado de los lobos iniciara el primer contacto con los humanos.

Esta especie no identificada de lobo probablemente empezó a merodear cerca de los asentamientos humanos en Alemania o Siberia hace 20 000 a 40 000 años, alimentándose de la basura y las sobras. Es probable que los ejemplares menos temerosos de la manada perdieran sus comportamientos lobunos, como el nerviosismo y la timidez, y con el paso del tiempo se convirtieron en los perros domésticos felices, amistosos y leales de hoy.

En el nuevo estudio, los científicos investigaron si los lobos más curiosos y juguetones transmitieron estos rasgos a la nueva especie de perro doméstico y si las personas criaron a los perros con esas características de forma intencionada. Por ejemplo, otros estudios han desvelado que algunos cachorros de lobo saben cómo jugar a la pelota con personas.

«Es probable que la disposición de los perros a jugar con nosotros haya sido importante durante la domesticación de los perros», afirma Niclas Kolm, líder del estudio y biólogo evolutivo de la Universidad de Estocolmo, en Suecia.

De hecho, tras analizar las relaciones evolutivas entre las razas de perros modernas, el equipo descubrió que su ancestro más común, un animal similar al actual basenji (un tipo de perro de caza africano), habría jugado con las personas, aunque habría necesitado cierto estímulo.

También han desvelado que los perros pastores, como los vizslas o bracos húngaros y los pastores australianos, eran «con diferencia los más juguetones» y enseguida se involucraban en los juegos de forma rápida y activa, señala Kolm.

«Tiene sentido práctico: si a un perro le interesa jugar contigo, también es mucho más fácil de adiestrar», afirma, añadiendo que los perros pastores necesitan tener lazos sólidos con sus dueños para ser eficaces y que el juego frecuente puede fortalecer esas relaciones.

Personalidades perrunas

Casi todos los mamíferos jóvenes juegan, normalmente con miembros de su propia especie. Lo hacen para el desarrollo físico, social y cognitivo y para practicar habilidades que son cruciales en la adultez, como la caza.

Los basenjis (en la foto, un animal en Pensilvania en 1959) no ladran, sino que emiten un sonido parecido al canto tirolés.

Fotografía de Nina Leen, The LIFE Picture Collection, Getty Images

Cuando crecen, los animales rara vez juegan, ya que tienen que concentrarse en encontrar territorio, alimento y pareja. Tampoco juegan con animales que no sean de su propia especie.

Pero los perros parecen sacar la naturaleza más jovial de muchas especies, como humanos, tortugas o gallinas, interacciones que están ampliamente documentadas en YouTube. Los perros y los caballos, que fueron domesticados en granjas codo con codo durante siglos, también juegan juntos y comparten comportamientos similares, como las reverencias mutuas.

Para profundizar en las raíces del juego, Kolm y sus colegas investigaron la evolución del comportamiento de juego dirigido por humanos en 132 razas modernas del American Kennel Club. Estas razas se agrupan según sus funciones, como el pastoreo, la protección, la compañía, el trabajo (como tirar de trineos) y la caza (diferenciando matar a la presa de, por ejemplo, recoger las presas que mata el propio cazador). Los investigadores introdujeron los datos genéticos de las razas en un modelo informático evolutivo que predijo qué raza tenía rasgos «juguetones».

A continuación, el equipo introdujo los datos recopilados por el Swedish Kennel Club, que analizó las personalidades y el comportamiento del juego en más de 89 000 perros de estas 132 razas entre 1997 y 2013.  Los investigadores del Swedish Kennel Club evaluaron la disposición de un perro a jugar a tirar de una cuerda con un desconocido: los perros que participaban en el juego de buena gana y de forma activa se asignaban a las categorías más altas de disposición al juego.

Los resultados revelaron que las razas de pastoreo y de caza eran las más propensas al juego, mientras que las razas de perros miniatura, como los carlinos y los papillones, eran las menos propensas. «Las diseñaron para ser pequeñas y para llevarlas por ahí», afirma Kolm. «Jugar contigo no es algo importante para ellas».

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    A Kolm le sorprendió descubrir que las razas terrier, como el de Staffordshire —criado originalmente para pelear contra perros— son muy juguetonas y especula que quizá se debe a que las criaron para responder a las instrucciones de los humanos, que incluyen las invitaciones al juego.

    Perro viejo, trucos nuevos

    Sin embargo, lo más intrigante fue que el basenji, el perro de caza africano, también era juguetón, aunque no figuraba en las categorías más altas. Es probable que el basenji sea la raza domesticada más antigua, ya que, como mínimo, data del siglo XVIII. Con todo, los investigadores creen que los perros similares al basenji han existido desde al menos el año 6000 a.C., según unas pinturas rupestres de Libia que representan a canes cazando.

    Es imposible saber si los basenjis actuales se comportan de forma parecida a esos perros. Pero la combinación de la historia antigua de la raza y su disposición a jugar respalda el hallazgo del estudio de que, en parte, las personas han criado perros por su sentido del juego durante mucho tiempo, según señalan los autores.

    «Es un avance interesante en el estudio del juego», afirma Gordon Burghardt, etólogo comparativo y experto en el juego en animales de la Universidad de Tennessee en Knoxville.

    Marc Bekoff, profesor emérito de ecología y biología evolutiva en la Universidad de Colorado, Boulder, afirma que el equipo sueco «probablemente esté en lo cierto cuando sugiere que el juego con los humanos fue importante en la domesticación de los perros».

    «Los humanos podrían haber seleccionado ese rasgo directamente», creando perros que eran más o menos juguetones, escribió por email Bekoff, que no participó en la investigación.

    Un misterio que el estudio no ha resuelto es el de los lobos de los que descienden los perros juguetones de la actualidad, lo que deja abierto este tema para el estudio futuro de los orígenes del mejor amigo del hombre.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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