Las crías de foca de Groenlandia están muriendo en una playa de Quebec por la falta de banquisa

La insólita aparición de estos animales en tierra es una señal de las repercusiones del cambio climático en la banquisa y la fauna del norte.

Por Saroja Coelho
fotografías de Mario Cyr
Publicado 23 mar 2021, 11:20 CET
Una cría de foca de Groenlandia

Una cría de foca de Groenlandia en una playa cubierta de nueve cerca de la localidad de Blanc-Sablon, Quebec, a principios de marzo. Normalmente, las focas de Groenlandia dan a luz y cuidan de sus crías sobre la banquisa del golfo de San Lorenzo, pero este año la superficie del hielo marino está en mínimos históricos, por lo que peligra la supervivencia de las crías.

Fotografía de Mario Cyr

En los 40 años de Mario Cyr como fotógrafo marino y líder de expediciones en el norte de Canadá, nunca ha visto crías de focas de Groenlandia congregadas en el litoral. Cada diciembre llega una población de focas de Groenlandia al golfo de San Lorenzo. Han viajado hacia el sur desde el Ártico canadiense y Groenlandia para dar a luz sobre la banquisa que rodea las Islas de la Magdalena a finales de febrero y principios de marzo. Cada año, estos criaderos de focas de Groenlandia atraen a cientos de personas que ansían ver a las crías blancos y peludos desplazándose por el hielo sobre el vientre y engordando con la leche de sus madres.

Sin embargo, en los últimos días han aparecido cientos de crías en la playa a las afueras de la pequeña comunidad de Blanc-Sablon, Quebec, a unos 560 kilómetros al nordeste de las islas.

La banquisa del golfo de San Lorenzo ha alcanzado su mínimo desde 1969, cuando comenzaron las mediciones anuales. A medida que los discos de hielo se disuelven o se rompen en fragmentos más pequeños, las crías de foca empujadas hacia la orilla corren el peligro de ser aplastadas por los trozos de hielo, ahogarse o ser devoradas por depredadores terrestres como los coyotes. Se prevé que 2021 será un año devastador para las crías de foca de Groenlandia.

«Este año, no hay hielo», afirma Cyr. «Estas focas se han quedado sin opciones». Cyr pasó varios días fotografiando a las crías para National Geographic mientras batallaban entre el hielo fangoso en la línea de flotación o yacían en bancos de nieve llamando a sus madres.

Una banquisa impredecible

Las focas de Groenlandia, que pueden alcanzar dos metros de largo y pesar hasta 180 kilos, suelen pasar poco tiempo en tierra y prefieren surcar las aguas gélidas del Atlántico norte y el océano Glacial Ártico alimentándose de crustáceos y peces. Recuerdan el lugar donde nacieron y, cada invierno, suelen regresar a esos lugares, donde se congregan en masa para reproducirse y dar a luz.

La banquisa es el único lugar donde las focas de Groenlandia dan a luz, pero el hielo marino del golfo de San Lorenzo es más impredecible cada año. «Apenas queda nada en el golfo», afirma Peter Galbraith, experto en banquisa del Departamento de Pesca y Océanos de Canadá.

Los vecinos acuden a ver a las crías en la playa. El criadero habitual de las focas se encuentra en la banquisa invernal que se forma alrededor de las Islas de la Magdalena, a unos 560 kilómetros al sudoeste. Cuando este año no se formó hielo, las madres embarazadas tuvieron que desplazarse al norte en busca de nuevas zonas de cría.

Fotografía de Jordan Hamelin

La mayoría de los años hay unos 62 kilómetros cúbicos de hielo en el golfo. Este año, el hielo alcanzó un máximo inferior a 12 kilómetros cúbicos en febrero y ya ha disminuido a menos de cuatro.

«La calidad del hielo también es importante para las focas de Groenlandia», afirma Galbraith. «Quieren témpanos gruesos que resistan las tormentas y no permitan que el viento se agarre a nada». La tendencia de calentamiento de una década en el golfo de San Lorenzo ha proseguido este invierno. El poco hielo que ha aparecido en el golfo no tiene densidad y se rompe fácilmente.

«Las olas se infiltran en los témpanos de hielo y los rompen», afirma Galbraith. «Si las focas están en pequeños témpanos, con hielo delgado y muchas aguas abiertas, puede venir una tormenta y empujar a las crías a las grietas y al agua antes de que sean capaces de nadar».

En busca de un lugar donde dar a luz

Es probable que las madres con crías en la orilla de Blanc-Sablon viajaran al golfo, como hacen cada año, para alimentarse durante el invierno, explica Garry Stenson, experto en focas de Groenlandia del Departamento de Pesca y Océanos. Pero a la hora de dar a luz, se habrán encontrado sin el hielo que en circunstancias normales utilizarían como criadero, lo que las obligó a volver al norte.

Pero más al norte, en las partes del nordeste de Terranova, las condiciones del hielo también han sido malas, según señala el experto en mamíferos marinos Mark Hammill.

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    Una foca de Groenlandia alimenta a su cría en la playa cerca de Blanc-Sablon, un criadero muy poco ideal. Los residentes curiosos van en moto de nieve para verlas, pero algunos se han acercado peligrosamente, cuenta el fotógrafo Mario Cyr.

    Fotografía de Jordan Hamelin

    Las focas embarazadas necesitaban encontrar hielo cuanto antes y es probable que se conformaran con hielo fragmentado cerca de la orilla. Podrían haber descubierto reductos de hielo no muy lejos de Blanc-Sablon, o mar adentro, cerca de Belle Isle, pero ese hielo se desplazó hacia la costa, descomponiéndose mientras el viento y las olas lo rompían.

    «El hielo es bastante compacto en un buen año y no se rompe», afirma Stenson. «Pero en años malos, hay mucho espacio, el hielo es mucho más móvil y se desplaza con el viento y la corriente».

    Cuando ocurre eso, la mortalidad de las focas de Groenlandia es elevada. Las crías no tienen grasa al nacer, pero enseguida ganan peso alimentándose de la leche alta en grasa de sus madres. Necesitan pasar semanas sobre un hielo estable para madurar fisiológicamente y desarrollar la resistencia necesaria para nadar en aguas gélidas. Una caída en el mar sin tener a su madre cerca resultaría mortal.

    En la playa, una cría delgada succiona la aleta. Es probable que algunas nacieran en un hielo marino delgado, que más adelante se descompuso y las llevó a la orilla. Si la ruptura del hielo las separa de sus madres, serán vulnerables a depredadores terrestres como los coyotes.

    Fotografía de Mario Cyr

    Se desconoce si las crías de Blanc-Sablon acabaron varadas en la orilla en hielo fragmentado o si nacieron en la playa, pero sea como fuere, es improbable que sobrevivan, advierte Hammill. Podrían ser aplastadas, ahogarse o quedarse indefensas ante los depredadores si sus madres no las encuentran después de haber flotado hasta la orilla.

    Las expediciones para observar focas desaparecerán con el hielo

    A la larga, las focas de Groenlandia podrían dejar de regresar a estas aguas a medida que las temperaturas más altas causadas por el cambio climático retrasan o impiden la formación de hielo, dice Galbraith. Las estaciones frías están acortándose y lo que en un principio fueron anomalías ocasionales de falta de hielo en 1958 y 1969 se ha convertido en déficits de hielo en 2010, 2011, 2017 y 2021.

    En 2020, la sangre de los partos mancha los discos de hielo fragmentados donde se congregan las focas de Groenlandia en el golfo de San Lorenzo. Las crías necesitan hielo sólido para sobrevivir, pero el calentamiento y la falta de hielo estable en los últimos años ha provocado un aumento de la mortalidad de las crías.

    Fotografía de Jen Hayes

    Si sigue faltando la banquisa en el golfo, las focas no recordarán su criadero en estas aguas y dejarán de migrar al golfo de San Lorenzo.

    Esto se traduciría en una nueva realidad devastadora para las comunidades de la región, sobre todo en las Islas de la Magdalena, donde las expediciones de observación de focas atraen a miles de visitantes y proporcionan puestos de trabajo durante los meses de invierno. «Es muy extraño lo del hielo. Podemos sentirlo, falta algo. En esta época del año, al caminar por la playa, no hay hielo, solo agua, agua, agua», afirma Ariane Berubé, residente de las islas. «Es como si hubiera una pausa en nuestro ciclo vital. Saltamos del otoño a la primavera y falta una estación».

    Berubé es la directora de comunicaciones en Hotel Accents, que lleva más de 40 años ofreciendo excursiones a los criaderos de las focas en el hielo. Hubo una época en la que se podía volar en helicóptero hasta el hielo y encontrar un criadero con miles de focas. Dice que la falta de hielo en 2010 les impactó y tuvieron que cancelar todas sus excursiones, pero en esa pérdida encontraron una oportunidad.

    El año pasado, una tormenta rompió el hielo recién formado, que se convirtió en un mosaico de discos de hielo fangoso. Mientras esta joven foca de Groenlandia intentaba cruzar, empezó a desintegrarse bajo ella.

    Fotografía de Jen Hayes

    Accents revisó su programa para incluir educación sobre el clima y charlas sobre la conservación, y Berubé afirma que sus visitantes están ansiosos por conocer cómo preservar la banquisa para que las futuras generaciones puedan disfrutar de ver los criaderos de focas en el hielo marino.

    «Estamos convirtiendo a las crías de foca de Groenlandia en la cara de la crisis climática», afirma, añadiendo que la desaparición de estas crías de foca ha ayudado a resaltar otros problemas causados por el cambio climático que afectan a la región, como la erosión costera generalizada provocada por la falta de hielo protector y las alteraciones en las poblaciones de langostas, que se desplazan hacia el norte poco a poco en busca de aguas frías.

    Por su parte, en las orillas de Blanc-Sablon, el espectáculo de crías de foca de Groenlandia en la playa sigue atrayendo a personas de la aldea, como clases enteras de niños y visitantes en moto de nieve. Un visitante subió un vídeo que celebraba este avistamiento, pero en realidad podría haber capturado los últimos momentos de una cría exhausta y angustiada. Es probable que sea una de las muchas crías de foca de Groenlandia bajo las olas este año.

    Una cría muerta yace en la playa cerca de Blanc-Sablon en marzo de 2021. Es improbable que las crías de la playa sobrevivan, advierte el experto en mamíferos marinos Mark Hammill. A la larga, la desaparición de la banquisa podría hacer que esta población de focas de Groenlandia deje de volver al golfo.

    Fotografía de Mario Cyr

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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