El riesgo de demencia en los perros crece más de un 50 por ciento cada año

El nivel de actividad y el deterioro cognitivo parecen estar relacionados, pero los científicos afirman que se necesita más investigación.

Por Jason Bittel
Publicado 26 ago 2022, 13:21 CEST
La pérdida de memoria y el deterioro cognitivo son comunes en los perros de edad avanzada, ...

La pérdida de memoria y el deterioro cognitivo son comunes en los perros de edad avanzada, pero algunos pueden desarrollar una enfermedad más grave denominada disfunción cognitiva canina.

Fotografía de DESIGN PICS INC, Nat Geo Image Collection

¿Tu viejo y querido perro tiene de repente accidentes en casa o se pierde por los rincones? ¿Te parece que tu compañero de cuatro patas parece a veces no saber quién es alguien que conoce de toda la vida?

La pérdida de memoria y el deterioro cognitivo son bastante comunes en los perros que envejecen, igual que en los humanos. Pero en casos extremos, según los científicos, los perros pueden experimentar lo que se denomina disfunción cognitiva canina, o CCD por sus siglas en inglés. Otros de sus síntomas pueden ser la alteración de los patrones de sueño, la pérdida de conciencia espacial y comportamientos sociales nuevos e inusuales.

"Los perros experimentan muchas de las mismas enfermedades relacionadas con la edad que nosotros", dice Sarah Yarborough, epidemióloga del Departamento de Medicina Familiar de la Universidad de Washington (Estados Unidos), en un correo electrónico.

"Conocer mejor cómo se manifiestan estas enfermedades en nuestra población canina puede darnos pistas que expliquen mejor la progresión de enfermedades [humanas] como la demencia", afirma.

Para profundizar en los factores de riesgo asociados a la disfunción cognitiva, Yarborough y sus colegas recopilaron recientemente datos de más de 15 000 propietarios sobre sus perros, y luego ajustaron esa información para tener en cuenta variables como la edad, la raza y el nivel de actividad. Después de todo, los perros como especie (Canis familiaris) incluyen desde el diminuto chihuahua hasta el gran danés, y esas diferencias de tamaño, forma y comportamiento podrían sesgar los resultados.

Al final, los científicos descubrieron que las probabilidades de padecer la CCD aumentaban en más de la mitad por cada año de vida del perro.

"Cuando dos perros tienen el mismo estado de esterilización, los mismos problemas de salud, el mismo tipo de raza y el mismo nivel de actividad, el riesgo de CCD es un 52 por ciento mayor en el perro que tiene un año más de edad que en el que tiene un año menos", dice Yarborough, que también es el autor principal de un estudio que ha sido publicado el 25 de agosto en Scientific Reports

Es más, los perros descritos como inactivos por sus dueños tenían casi 6,5 veces más probabilidades de padecer la CCD, aunque los expertos subrayan que este vínculo era una correlación, no una causalidad. En otras palabras, no pueden asegurar que la inactividad haya provocado la disfunción o que el desarrollo de la CCD haya desencadenado la inactividad. Según Yarborough, habrá que seguir investigando para desentrañar esta cuestión.

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El proyecto de envejecimiento de los perros

Estudios anteriores han encontrado una conexión entre el envejecimiento y la CCD, pero han tendido a ser mucho más pequeños en su alcance.

En el campo de la medicina veterinaria, un estudio de un centenar de perros suele considerarse impresionantemente grande, dice Natasha Olby, científica clínica y veterinaria de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, que no participó en el nuevo estudio.

Sin embargo, este estudio reciente utiliza los datos de unos 15 000 perros. Ha sido posible gracias al Proyecto de Envejecimiento Canino. Fundado en 2014 por Kate Creevy, Daniel Promislow y Matt Kaeberlein, y financiado en parte por subvenciones del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, el novedoso proyecto recopila información sobre decenas de miles de perros en todo Estados Unidos a medida que crecen. En algunos casos, los propietarios también proporcionan registros veterinarios y muestras biológicas, como material genético.

Aunque el laboratorio de Olby adopta el enfoque opuesto para estudiar el envejecimiento (los perros individuales son evaluados por varios especialistas), todos buscan respuestas a las mismas preguntas, afirma.

"Lo bueno de esto es que podemos validar las observaciones prácticas que nos llegan de las personas a través de cuestionarios", dice. "Estamos encontrando una gran sinergia entre nuestros grupos".

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Ayudar a los perros, ayudar a las personas

La buena noticia, tanto para los perros como para sus dueños, es que la disfunción cognitiva es relativamente rara. Solo el 1,4 por ciento de los perros del estudio mostraron signos de la enfermedad. El problema es que esa estadística se refiere a perros de todas las edades. Parece que, llegado un punto, el deterioro cognitivo es inevitable.

"Descubrimos que una vez que llegan a los 15 años, todavía no hemos visto un perro que sea normal", dice Olby.

También es posible que haya más perros con CCD de los que refleja el estudio. 

"Tengo que decir que no trato a muchos perros con disfunción cognitiva", dice Andrea Y. Tu, directora médica de Behavior Vets of New York, que tampoco participó en la nueva investigación.  

Esto puede deberse a que muchos propietarios de mascotas simplemente ven la demencia como un signo normal de envejecimiento. Y si un perro no está causando un problema, como morder a la gente, los propietarios no buscan tratamiento, según explica la experta.

La enfermedad también puede ser difícil de diagnosticar basándose en un solo síntoma. Por ejemplo, cuando un perro empieza a tener accidentes en la casa, podría ser el resultado de una infección de la vejiga, no de la demencia, dice Olby. Del mismo modo, los tumores cerebrales también pueden inducir síntomas similares a la demencia.

Sin embargo, el simple hecho de ser consciente de la CCD podría ayudar a los propietarios de mascotas a reconocerla antes y a ralentizar su avance.

"En las personas, hay muchas pruebas de que mantenerse en movimiento y hacer ejercicio ayuda a retrasar la demencia, e incluso a revertirla un poco en las primeras fases", dice Olby.

Del mismo modo, cuando un perro empieza a mostrar signos de ralentización, el propietario puede preguntar a su veterinario si hay algo que pueda hacerse. Por ejemplo, según Olby, los fármacos antiinflamatorios podrían ayudar a aliviar el dolor relacionado con la artritis, lo que permitiría a un perro viejo mantenerse activo durante más tiempo y podría evitar el deterioro cognitivo.

También puede haber beneficios para las personas mayores.

"Sin duda creo que la disfunción cognitiva canina puede ser un modelo para los estudios sobre el Alzheimer en humanos", afirma Tu, que añade que la obtención de imágenes del cerebro de los perros con ECM permitiría a los científicos sacar aún más conclusiones de los datos del Proyecto de Envejecimiento Canino.

Otra razón por la que los perros son animales modelo especialmente interesantes para este tipo de estudios, dice Olby, es porque contraen este tipo de enfermedades relacionadas con la edad de forma natural, en lugar de que los científicos las induzcan artificialmente en un laboratorio.

"Además, viven con sus dueños, en el mismo entorno, a menudo comiendo los mismos alimentos, en la misma cama o haciendo ejercicio a la misma hora", dice Olby, "así que tenemos una forma  realmente única de entender estas señales ambientales, a menudo muy sutiles y acumulativas, observando a los perros. Me entusiasma el potencial".

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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