5 de septiembre de 2010
Estos dinosaurios eran los tanques de la Prehistoria. El ankylosaurus magniventris estaba cubierto por duras placas óseas que ofrecían una excelente protección contra su depredador más imponente, el tyrannosaurus rex. Filas de púas recorrían el cuerpo del ankylosaurus, y su impresionante sistema defensivo se completaba con unos pequeños cuernos que adornaban su cabeza.
Para hallar un punto débil, los depredadores tenían que voltear a este achaparrado cuadrúpedo, exponiendo su desprotegido vientre.
Las características placas del ankylosaurus no solo servían para desviar los golpes, ya que también podían usarse como arma. En el extremo de la cola tenía varias placas fundidas entre sí, que sostenía en alto mediante vértebras de la cola fusionadas. Esta cola con forma de maza podía impactar con gran potencia, por lo que actuaba como excelente medida disuasoria frente a depredadores potenciales.
El ankylosaurus tenía un pico y dientes pequeños, con los que consumía las grandes cantidades de plantas que necesitaba para sustentar su cuerpo, que podía pesar entre tres y cuatro toneladas. El ankylosaurus magniventris era el más grande y pesado de las diversas especies de anquilosáuridos, y podía llegar a medir 10 metros de longitud.