El canibalismo en los animales es más común de lo que crees

¿Por qué muchos animales se comen a sus parejas, padres, hermanos y crías? Este fenómeno está más extendido en el reino animal de lo que se podría pensar.

Por Liz Langley
Canibalismo entre ranas

Los renacuajos de rana común consumen a otro renacuajo. Este comportamiento es más común cuando los recursos son escasos.

Fotografía de Georgette Douwma, Nature Picture Library

El canibalismo tiene mala fama, pero cuanto más aprenden los científicos sobre él, más descubren que es una parte vital de la naturaleza.

La práctica de comerse a los de su propia especie es "muy común en todo el reino animal", afirma el biólogo Bill Schutt, autor de Cannibalism: A Perfectly Natural History y profesor emérito de Biología en la Universidad de Long Island (Estados Unidos). Es más frecuente en invertebrados y peces, pero el canibalismo se da en todos los grandes grupos animales.

Jay Rosenheim, entomólogo y nematólogo de la Universidad de California en Davis, añade que "durante mucho tiempo, la opinión generalizada entre los ecólogos era que el canibalismo era un comportamiento aberrante", provocado por el estrés del cautiverio o las condiciones antinaturales del laboratorio.

"Sólo en las últimas décadas se ha visto como una estrategia adaptativa para la supervivencia y la reproducción".

Muchas especies canibalizan a sus crías, normalmente cuando una cría está enferma, es deforme o nace en condiciones en las que la madre no puede producir leche ni proporcionarle otros alimentos. Si una cría muere o es incapaz de sobrevivir, su cuerpo puede convertirse en una valiosa fuente de nutrientes para el progenitor. Esto se conoce como canibalismo filial.

Entre las especies que practican el canibalismo filial se encuentran los leopardos, los leones africanos, los macacos tonkeanos y muchas especies de peces.

Esta forma de canibalismo también puede darse mucho antes, cuando las crías aún son huevos. El canibalismo de huevos puede ser fácil, nutritivo y requiere poco esfuerzo.

"Si eres un bacalao y estás poniendo cinco millones de huevos, ahí delante tienes una fuente de alimento que no es amenazadora y es nutritiva", dice Schutt.

Las hembras de los peces cíclidos de África Central, llamados incubadores bucales de Burton, llevan los huevos en la boca. Sorprendentemente, un estudio reciente demostró que estas madres a veces consumen más de tres cuartas partes de sus propios huevos y crías.

En otras especies, los machos matan a crías no emparentadas con ellos, un acto conocido como infanticidio. En estos casos, como ocurre con la ardilla roja norteamericana, los machos matan y se comen a las crías que no son suyas o cuya paternidad es incierta. Al hacerlo, la hembra vuelve a estar en celo y lista para aparearse de nuevo rápidamente. El macho puede entonces protegerla de otras cópulas, asegurándose de que los cachorros son suyos. El infanticidio también se da en leones y chimpancés.

Estas arañas devoran los cadáveres de sus madres

En otras especies, los hermanos se vuelven unos contra otros para sobrevivir. Los sapos de espuelas, por ejemplo, ponen huevos en estanques que pueden secarse rápidamente. En respuesta, algunos renacuajos desarrollan cabezas más grandes, bocas más anchas y dientes más afilados que sus hermanos omnívoros. Luego, estos morfos caníbales se comen a sus congéneres, lo que les ayuda a madurar a gran velocidad.

Según Rosenheim, es muy probable que el hacinamiento estimule el comportamiento caníbal.

"Cuando una especie tiene una densidad relativamente baja... hay suficiente comida para todos, no chocan unos con otros, tienen su propio espacio y no se transmiten muchas enfermedades, no se suelen ver muchos caníbales", afirma.

Algunas especies no esperan a nacer para empezar a comerse a sus hermanos.

Las hembras de tiburón llevan cientos de huevos en sus dos úteros. Se aparean con varios machos y tienen descendencia de varios padres. Dentro del útero, los tiburones en desarrollo se comen los huevos no fertilizados restantes y, finalmente, a sus hermanos embrionarios, un comportamiento denominado canibalismo intrauterino. Al final sólo quedan dos tiburones nonatos, uno en cada útero.

Esto los convierte, en otras palabras, en cazadores natos.

(Relacionado: Estas arañas devoran los cadáveres de sus madres)

Morir para seguir viviendo

Las arañas emplean otra forma de canibalismo conocida como matrifagia, en la que los recién nacidos se comen a su madre.

En su último acto de maternidad, la araña de terciopelo disuelve sus propios órganos y los vomita para que se los coman sus crías antes de que éstas acaben consumiendo todo su cuerpo.

Los últimos órganos en licuarse son el corazón y los ovarios, un mecanismo de seguridad para garantizar que, si un macho se come a su cría, ella pueda aparearse con él y volver a intentarlo.

Muchos padres de insectos o arácnidos no viven para ver a sus crías. En un acto de canibalismo sexual, las hembras consumen total o parcialmente a sus compañeros machos durante o después del apareamiento.

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      Una cobra del Cabo macho consume a un macho más pequeño de la misma especie en África meridional, una muestra de canibalismo que se consideraba inusual en la especie.
      Fotografía de Bryan Maritz

      Los machos de la araña australiana de espalda roja suelen ser canibalizados por hembras más grandes y maduras. Algunos incluso retuercen sus cuerpos para acabar empalados en los colmillos de las hembras, lo que no sólo proporciona una comida saludable a la futura madre, sino que también aumenta las posibilidades de que sobrevivan las crías que él engendró.

      No menos hambrientas son las hembras de los grillos Cyphoderris strepitans, que muerden las alas traseras de los machos durante el apareamiento y beben su sangre rica en nutrientes, conocida como hemolinfa. Con ello intentan que el macho no pueda volver a aparearse con otra hembra.

      Famosamente, las hembras de mantis religiosa europea arrancan la cabeza al macho de un mordisco antes incluso de que haya empezado a aparearse. Pero los machos se han adaptado para evitarlo. Incluso sin cabeza, los movimientos sexuales de una mantis macho son controlados por el tejido de su abdomen. El sacrificio del macho contribuye a la salud de la hembra y al número de crías que engendra con ella.

      Para muchos animales, el canibalismo tiene ventajas. Pero Rosenheim señala que también tiene inconvenientes, como la propagación de enfermedades. Y comerse a un pariente no es la forma óptima de transmitir genes.

      "En igualdad de condiciones, evitar el canibalismo es una buena idea", afirma.

      Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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