Los barrios más pobres de Madrid son lo que más sufren las olas de calor y de frío

¿Sabías que los barrios más pobres de Madrid son los que alcanzan las temperaturas más altas durante las olas de calor y los que más frío pasan durante las olas de frío? Conoce aquí el estudio, que marca 8ºC de diferencia.

Por Redacción National Geographic
Publicado 4 ene 2018, 13:06 CET
Madrid
Fotografía de Cristina del Campo Martín, National Geographic Your Shot

Pues sí, parece que el problema del calor y el frío también va por barrios ¿Quién se lo podría imaginar, verdad? Según un estudio realizado por el Grupo de Investigadores de ABIO de la UPM (Universidad Politécnica de Madrid), llegan a sufrir diferencias de temperatura de hasta 8º C, por lo que se conocen como islas de calor urbanas.

El estudio se ha realizado gracias a la medición de unas veinte farolas colocadas en diferentes puntos de la ciudad, que han tomado la temperatura cada hora durante los últimos tres años. Su objetivo, según ha explicado Carmen Sánchez-Guevara, investigadora del Grupo ABIO, responsable del estudio, «es conocer el impacto energético en los edificios y cómo afecta a la salud de las personas».

Por eso, no solo se han centrado en conocer las temperaturas exteriores de los barrios madrileños, sino también han medido en el interior de las viviendas para conocer el sobrecalentamiento que pueden sufrir en las olas de calor.

«Durante esas olas de calor, al principio hemos podido constatar que las viviendas están un 20 por ciento de las horas fuera de lo que se considera temperatura de bienestar, hay un sobrecalentamiento, y a lo largo de los días en los que continúa esa ola de calor, por ejemplo, al tercer día, esos niveles llegan a subir hasta el 70-80 por ciento de las horas», ha afirmado Sánchez-Guevara.

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Bienestar adaptativo ¿Sabes lo que es?

Desde hace más de un siglo, numerosos climatólogos han intentado averiguar cuáles son las condiciones ideales para vivir, cuál es el umbral térmico en el que la mayoría de personas se sienten bien. Es cierto que hay factores psicológicos que pueden hacerlo variar, pero fisiológicamente el cuerpo humano se va adaptando con mecanismos internos de termorregulación a lo largo del año, por lo que los científicos consideran que entre los 21 ºC y los 26 ºC y humedades entre el 30 y el 60 por ciento hay bienestar adaptativo.

«Durante 7 días y a lo largo de los 30 días previos, el cuerpo se va adaptando a los cambios climatológicos y las temperaturas de la zona en la que viva», ha añadido la experta, «por eso, depende del clima al que pertenezcas, lo acostumbrado que se esté al frío o al calor o de lo que se haya soportado en la calle, hay un abanico de temperaturas amplio para estar confortable».

El calor en Madrid va por barrios

Las investigaciones señalan que, comparando los distintos barrios, las temperaturas más altas se registran en San Diego, Embajadores y Chopera, mientras que las más bajas en Aravaca, Los Cármenes y Horcajo. En el caso concreto del Parque del Retiro hay un efecto termorregulador que genera importantes diferencias de temperatura en tan sólo unos cientos de metros.

Fotografía de Iulia Murga, National Geographic Your Shot

«Coincide que los hogares más vulnerables, los de los barrios más deprimidos, son los que sufren las consecuencias de estas islas de calor pero también en invierno estas zonas son las más frías», ha advertido la investigadora de ABIO. «Por ejemplo, el cinturón sur de Madrid es más vulnerable, porque sufre durante más tiempo los efectos del frío y del calor en sus edificios, con todas las consecuencias que supone el impacto en la salud de las personas, incluso en el aumento de la mortalidad».

Pero, ¿cuáles son los factores que impulsan estas diferencias? Primero la acumulación de la energía por radiación solar, que reciben todos los materiales que hay en una ciudad (asfalto, cemento, ladrillo, fachadas, cristales, etc.), pero también el calor antropogénico, el producido por el ser humano, como puede ser el del uso del coche, las calefacciones y los aires acondicionados, que cuanto más grande es una ciudad más se acumulan, la trama urbana que impide que los vientos entren bien por la ciudad y la capa de partículas en suspensión que impide que ese calor se disipe.

«Con menor densidad de población, más zonas verdes (aumento de la vegetación), pavimentos que transpiren y materiales de construcción más claros, se podría mejorar visiblemente la acumulación de temperatura en el interior de las ciudades», ha concluido Sánchez-Guevara.

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Islas de calor en Barcelona y Valencia

Madrid no es la única ciudad donde se ha estudiado este fenómeno. Según publicó la revista National Geographic, el proyecto La isla de calor en el área metropolitana de Barcelona y la adaptación al cambio climático, dirigido por Javier Martín Vide, catedrático de Geografía Física de la Universitat de Barcelona (UB), el efecto conocido como isla de calor también produce diferencias considerables de temperatura entre el centro de la ciudad y la periferia.

Barcelona
Fotografía de Víctor Ortega Díaz, National Geographic Your Shot

La temperatura en el centro de Barcelona es, en más del 90 por ciento de las noches estudiadas, más elevada que en la periferia, con diferencias que han llegado a superar los 7,5º C. La plaza de la Universitat es el punto donde más calor hace y las zonas más frescas son aquellas que se encuentran cerca de un parque urbano.

Y en el caso de la ciudad de Valencia ocurre casi lo mismo. Según el estudio Isla de calor de Valencia de la UPV (Universidad Politécnica de Valencia), precisamente es la ciudad que mayores contrastes de temperatura presenta, con diferencias de hasta 10 °C durante la noche entre el centro y el aeropuerto de Manises, a escasos 5 kilómetros de la ciudad. Este efecto podría deberse a la gran cantidad de huertas que hay en las afueras.

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