El nuevo coronavirus puede propagarse entre humanos, pero surgió en un mercado que vendía animales salvajes

Con casos confirmados en varios países, las autoridades sanitarias han analizado brotes similares del pasado y han detectado un denominador común.

Por Nsikan Akpan
Publicado 23 ene 2020, 12:10 CET, Actualizado 22 abr 2021, 21:45 CEST
Wuhan, China
Un trabajador lleva equipo de protección en un mercado de marisco cerrado en Wuhan, China, considerado la fuente del reciente brote de coronavirus.
Fotografía de Darley Shen, Reuters

Parece que la historia está repitiéndose.

Hace casi 20 años, apareció un virus en mercados de animales silvestres de China meridional. En el mundo no se había visto nada igual. Era el invierno de 2003 y los pacientes presentaban fiebre, escalofríos, dolor de cabeza y tos seca, síntomas previsibles durante la temporada de los resfriados y la gripe.

Pero esta afección progresó a una forma mortal de neumonía que hacía agujeros con forma de panal en los pulmones de las personas y provocaba insuficiencia respiratoria grave a un cuarto de los pacientes. Aunque la mayoría de las infecciones solo se contagiaban a tres personas más, algunos de los afectados se convirtieron en personas «hipercontagiosas», pacientes que transmitían la enfermedad involuntariamente a decenas de personas a la vez. Cuando la epidemia de síndrome respiratorio agudo grave (SARS, por sus siglas en inglés) llegó a su fin siete meses después, se habían documentado más de 8000 casos y 800 víctimas en 32 países.

Por eso a las autoridades sanitarias internacionales les preocupa el nuevo virus que ha aparecido en la región central de China, que está relacionado con el SARS. En solo tres semanas, la enfermedad se ha propagado a grandes ciudades como Pekín, Shanghái y Shenzhen, así como a los vecinos Taiwán, Tailandia, Japón y Corea del Sur. El martes, los Centros de Control y Prevención de Enfermedades estadounidenses (CDC) documentaron el primer caso en Estados Unidos en el estado de Washington.

«El contagio entre humanos se ha confirmado [pero] se desconoce la facilidad o la sostenibilidad con la que se propaga este virus», declaró Nancy Messonnier, directora del Centro Nacional de Inmunización y Enfermedades Respiratorias de los CDC, en una conferencia de prensa en la que anunció que se está desarrollando una prueba genética rápida para el virus de Wuhan. «Ahora mismo estamos haciendo pruebas del virus en los CDC, pero en las próximas semanas esperamos compartir estos análisis con socios nacionales e internacionales».

“Reducir la comercialización de animales salvajes tiene un efecto doblemente positivo: protege a las especies capturadas en medios silvestres y reduce la propagación de nuevos virus.”

por KEVIN OLIVAL, ECOHEALTH ALLIANCE

El miércoles se habían documentado casi 450 casos y nueve víctimas mortales en todo el mundo y la Organización Mundial de la Salud convocó una reunión de emergencia para decidir si el brote era una emergencia de salud pública de importancia internacional. Los epidemiólogos sospechan que es probable que existan miles de casos. El viernes pasado, los CDC anunciaron que empezarían el cribado sanitario del nuevo virus en tres grandes aeropuertos estadounidenses, pero el primer paciente estadounidense llegó antes de que comenzara.

Al igual que con el SARS, todo este alboroto parece haber surgido del comercio de animales salvajes, algo que no sorprende a los virólogos.

«Si cerráramos los mercados de animales salvajes, muchos de estos brotes serían cosa del pasado», afirma Ian Lipkin director del Centro de Infección e Inmunidad de la Universidad de Columbia, cuyo laboratorio colaboró con las autoridades chinas para desarrollar las primeras pruebas diagnósticas del SARS.

Esto se debe a que tanto el SARS como el nuevo coronavirus son enfermedades zoonóticas, es decir, que empezaron en animales antes de propagarse a los humanos. Las enfermedades zoonóticas son algunas de las más infames del mundo. El VIH, el ébola o la gripe H5N1, por ejemplo, surgieron en animales salvajes antes de que el contacto directo con humanos diera lugar a brotes internacionales. En el caso del SARS, los manipuladores de alimentos y las personas que han manipulado, matado o vendido animales salvajes representaban casi un 40 por ciento de los primeros casos. Los primeros episodios también se dieron entre personas que vivían a poca distancia de mercados de animales salvajes.

El papel de los murciélagos

Las autoridades sanitarias informaron del nuevo brote el 31 de diciembre, citando una gran cantidad de casos similares a la neumonía vinculados a un mercado de marisco de la ciudad de Wuhan, un centro de tránsito en la región central de China con más de 11 millones de habitantes. Sin embargo, CNN informó de que el mercado de Wuhan no solo vendía marisco y obtuvo un vídeo en el que supuestamente aparecen mapaches japoneses y ciervos encerrados en jaulas pequeñas.

Pero ¿por qué crearían dichas condiciones un caldo de cultivo de enfermedades zoonóticas?

«Cuando juntas animales en situaciones antinaturales, corres el riesgo de que surjan enfermedades en humanos», afirma Kevin Olival, ecólogo de enfermedades y conservacionista de la EcoHealth Alliance. «Si los animales están encerrados en malas condiciones y sometidos a mucho estrés, esta situación podría favorecer que difundan el virus y enfermen».

Esta interacción entre virus y animales también puede contribuir a rastrear el origen de una epidemia. Los virus mutan conforme se propagan y se multiplican, una característica que los virólogos y los biólogos de fauna silvestre pueden usar para trazar la evolución de una enfermedad, incluso si se extiende entre animales.

El SARS y el nuevo virus responsable del brote de Wuhan tienen rasgos comunes, ya que ambos pertenecen a la familia de los coronavirus. Los coronavirus son una amplia familia de virus, algunos de los cuales provocan enfermedades en personas, mientras que otros circulan entre animales, como camellos, murciélagos y gatos.

Cuatro meses después del brote de SARS a principios de 2003, los equipos de investigación de Hong Kong analizaron mapaches japoneses, civetas de las palmeras y tejones y descubrieron parientes cercanos del coronavirus SARS, la primera evidencia de que la enfermedad no solo existía en humanos.

El descubrimiento dio pie a una oleada de pesquisas virales en animales salvajes que finalmente apuntarían a los Rhinolophus, murciélagos de herradura de China, como la fuente probable del SARS. Los estudios internacionales revelarían que los antepasados y los parientes de SARS habían circulado durante años en murciélagos de Asia, África y Europa. Ahora, los murciélagos se consideran la fuente original de los principales coronavirus.

«La secuencia genética del propio virus puede llevarte hasta al fuente», afirma Olival. «En el caso de Wuhan, la mejor coincidencia son otros coronavirus vinculados al SARS presentes en murciélagos».

Los reconocimientos de animales salvajes llevados a cabo por EcoHealth Alliance en China y en otras partes de Asia demuestran que la mayor prevalencia de coronavirus tiende a presentarse en las heces de animales, o guano en el caso de los murciélagos. Los coronavirus no solo se propagan por el aire y el tracto respiratorio, sino también cuando la materia fecal entra en contacto con la boca de otra criatura. Los murciélagos no son precisamente limpios, así que si uno mordisquea una fruta es posible que dicha fruta se contamine con materia fecal. Si la fruta cae al suelo, entonces puede servir como puente viral para transmitirse a animales de cría como las civetas.

Camellos, mamíferos y vacunas

Hasta la fecha, parece que los coronavirus animales se propagan a los humanos y provocan enfermedades graves solo en casos excepcionales. El SARS representó la primera incidencia documentada de la propagación de un coronavirus, seguido por el coronavirus causante del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV), un virus similar pero distinto que surgió en Arabia Saudí en 2012 y que también se extendió a escala internacional.

El MERS-CoV reforzó la historia animal que había contado el SARS. El MERS-CoV procedía de murciélagos, pero utilizó mamíferos domesticados —en este caso, camellos— como puente para llegar a los humanos. El paciente inicial de MERS-CoV fue un hombre de 60 años que tenía cuatro camellos que dormían en un corral adyacente a su vivienda.

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    Un estudio de 2014 del laboratorio de Lipkin y el zoólogo Abdulaziz Alagaili de la Universidad Rey Saúd descubrió anticuerpos contra el MERS —señal reveladora de una infección— en muestras de sangre de camellos que se remontan a 1993. El virus MERS había circulado durante más de 20 años sin que nadie se percatara.

    «Estudiamos dos mataderos de Arabia Saudí donde se mataban camellos», afirma Lipkin. «En algunos casos, los trabajadores lavaban la carne con mangueras de alta presión y luego la empaquetaban en envasado retráctil. Encontramos el MERS-CoV en carne destinada a supermercados».

    Arabia Saudí importa miles de camellos cada año desde países africanos, gran parte de los cuales sirven como fuente de alimento, sobre todo durante la peregrinación musulmana. Los biólogos hallaron síntomas de infección por MERS en camellos procedentes de países africanos como Etiopía, Kenia, Túnez, Egipto y Nigeria.

    A diferencia del SARS, que apareció y desapareció en un año, el MERS se afianzó en comunidades humanas y se documentaron casos en Arabia Saudí durante 2017. Pero esta persistencia planteó la posibilidad de desarrollar una vacuna, ya que había una población constante en la que probar la eficacia del tratamiento.

    «Podías vacunar a las personas que estaban en contacto más directo con los camellos, como los beduinos y los trabajadores de los mataderos», afirma Lipkin.

    Sin embargo, la vacuna contra el MERS nunca llegó a materializarse pese a los muchos esfuerzos. A día de hoy no existe ningún tratamiento específico para el SARS ni el MERS.

    En ausencia de un remedio médico, las estrategias de control de la infección —como lavarse las manos, las cuarentenas y la higiene— se convirtieron en las únicas herramientas para mantener a raya el SARS, el MERS y ahora el coronavirus de Wuhan.

    El panorama de Wuhan

    Cuesta determinar qué se puede esperar que pase con el coronavirus de Wuhan. En el espectro de la epidemia, el SARS se situó hacia el extremo de los peores casos, mientras que el MERS fue letal, pero con un alcance mucho más leve.

    La mayoría de los síntomas similares a la neumonía afectan más a las poblaciones de más edad, pero las probabilidades de que el SARS agujereara los pulmones de adultos jóvenes y de personas ancianas eran iguales; la media de edad de las víctimas de SARS oscilaba en torno a los 40 años. En cambio, el MERS afectaba más grave en pacientes de más de 50 años y normalmente a personas con enfermedades preexistentes.

    «No está claro si el virus [de Wuhan] va a desaparecer o si va a evolucionar en algo más patogénico», afirma Lipkin. «Aún no tenemos pruebas de personas hipercontagiosas y esperamos no tenerlas nunca. Pero tampoco sabemos cuánto persiste el coronavirus en superficies ni durante cuánto tiempo se desprende el virus de una persona después de la infección».

    Al principio, las autoridades sostenían que todos los coronavirus de Wuhan involucraban el contagio desde animales, pero ahora la enfermedad parece estar contagiándose entre humanos. El lunes, las autoridades chinas confirmaron que 14 trabajadores sanitarios habían contraído el virus y el paciente de Washington reveló que había pasado por Wuhan.

    Cómo saltó el coronavirus de Wuhan a humanos también será un misterio hasta que China haga públicos más detalles sobre qué albergaba el infame mercado de marisco. Las autoridades cerraron y cortaron el acceso al mercado el día de Año Nuevo. Pero estas pistas podrían ayudar a los investigadores a identificar qué animales podrían ser capaces de portar o transmitir el virus tanto en China como en el extranjero.

    El brote de Wuhan también plantea la cuestión de si hay que mejorar la supervisión del comercio de animales salvajes o cerrarlo para siempre.

    «Una intervención bastante sencilla consiste en reducir la comercialización de animales salvajes y limpiar los mercados de animales salvajes», afirma Olival. «Reducir la comercialización de animales salvajes tiene un efecto doblemente positivo: protege a las especies capturadas en medios silvestres y reduce la propagación de nuevos virus».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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