En los aseos públicos, tirar de la cadena no es el único riesgo ante la COVID-19

Las nubes de gotas que se producen al tirar de la cadena pueden propulsar gérmenes. Los expertos comparten las medidas de precaución que deberías tomar antes de utilizar los baños públicos.

Por Sarah Gibbens
Publicado 22 jun 2020, 11:21 CEST
Empleada del Adlon Kempinski

Una empleada coloca las mascarillas en el baño de una suite del famoso hotel berlinés Adlon Kempinski el 26 de mayo de 2020, un día después de que reabriera para los turistas ante la disminución de las restricciones en plena pandemia del nuevo coronavirus/COVID-19.

Fotografía de Tobias Schwarz, AFP via Getty Images

Pocas personas tienen una vejiga que resista una cena con copas o los largos viajes por carretera sin tener que ir al baño. Pero a medida que reabren los restaurantes, bares y otros espacios públicos este verano, han circulado preguntas sobre si el uso de un aseo público podría convertirse en un riesgo grave para la salud en la era de la COVID-19.

Dicho temor surgió la semana pasada cuando un grupo de investigadores de China publicó un estudio que sugería que tirar de la cadena puede crear una nube de partículas con coronavirus propulsada por el torbellino de agua dentro de la taza del inodoro.

Varios estudios que utilizan test genéticos han detectado el SARS-CoV-2 en muestras de heces y al menos una investigación demuestra que los coronavirus en las heces pueden ser infecciosos. Cuando una persona infectada de COVID-19 defeca, el germen se establece primero en la taza del váter. Entonces, «el proceso de tirar de la cadena puede levantar el virus del retrete y causar infección cruzada entre las personas», afirma Ji-Xiang Wang, físico de la Universidad de Yangzhou en China y coautor del estudio publicado el 16 de junio en la revista Physics of Fluids.

Aunque el efecto de la columna del inodoro se ha estudiado durante décadas en relación con otras enfermedades, aún quedan muchas incógnitas respecto al papel que desempeñan a la hora de propagar los gérmenes, entre ellos el que causa la COVID-19. La Organización Mundial de la Salud no considera muy probable que la COVID-19 pueda propagarse a través de las deposiciones que lleven al consumo accidental de partículas virales, una ruta denominada transmisión fecal-oral.

Pese a estas incertidumbres, los expertos sostienen que hay precauciones que deberías tomar antes de utilizar baños públicos.

¿Cuánto riesgo entraña utilizar aseos?

Para el último estudio, el equipo de Wang utilizó modelos informáticos para demostrar que las gotitas denominadas aerosoles, generadas por la turbulencia del agua dentro de la taza del váter, pueden expulsarse hasta un metro. Poco después de tirar de la cadena, el agua entra en la taza y choca con el lado opuesto con fuerza suficiente para generar un torbellino que no solo expulsa el líquido, sino también el aire del interior del inodoro.

Según sus simulaciones, esta combinación lanza aerosoles que pueden perdurar en el aire poco más de un minuto. El equipo de Wang descubrió que, cuanta más agua irrumpe en una taza de váter, mayor es la fuerza del torbellino.

Entonces, ¿qué significa esto si utilizas un baño después de que alguien infectado con COVID-19 haya tirado de la cadena? Eso depende en gran medida en si el virus infeccioso sobrevive en heces humanas, un área de investigación aún activa.

Para empezar, los estudios del MERS, un pariente del coronavirus que apareció en 2012, indican que este virus en particular puede sobrevivir en el tracto digestivo humano, una señal de que podría ocurrir lo mismo con el SARS-CoV-2. Los virus de la gripe y los coronavirus se consideran «virus con envoltura» porque están protegidos por una fina membrana. A diferencia de los norovirus, que suelen ser los culpables de la intoxicación alimentaria, los ácidos degradan fácilmente los virus con envoltura, lo que los hace vulnerables a las composiciones químicas del jabón y la bilis estomacal.

Una hipótesis basada en la investigación sobre la gripe sugiere que estos tipos de virus podrían sobrevivir en el intestino humano si la mucosidad de los pacientes infectados protege los gérmenes durante su trayecto por el tubo digestivo. La pregunta es cuánto tiempo dura el virus en la materia fecal, otra área en la que se precisa más investigación, señala E. Susan Amirian, epidemióloga molecular de la Universidad Rice de Houston.

«Es improbable que la transmisión fecal sea una de las principales vías de transmisión, aunque demuestre ser plausible», afirma Amirian en un email. Señala que la evaluación de los CDC estadounidenses de la transmisión fecal-oral cita un estudio en el que se pudo detectar solo fragmentos del código genético del coronavirus en las heces de pacientes infectados. Estos trocitos genéticos son un indicador de que el germen ha estado presente en el cuerpo, pero el virus se ha degradado tanto que ya no puede causar infección.

Sin embargo, estos pedacitos virales aparecen con bastante frecuencia en las defecaciones de pacientes con COVID-19. Otro estudio publicado en abril descubrió restos de SARS-CoV-2 en la materia fecal de más de la mitad de los 42 pacientes examinados. Y un informe del 18 de mayo publicado por los CDC descubrió SARS-CoV-2 viable e infeccioso en los excrementos de varios pacientes.

Es más, los estudios pasados demuestran que la transmisión fecal-oral podría haberse producido durante el brote de SARS de 2002-2003, otro coronavirus pariente del que causa la COVID-19. Se consideraba que la materia fecal de transmisión aérea agravó un agrupamiento de 321 casos de SARS en un complejo de apartamentos de Hong Kong en 2003. El examen posterior del incidente desveló que la ventilación deficiente, el contacto con los vecinos y los espacios compartidos como los ascensores y las escaleras también contribuyeron al fenómeno.

«Es bastante probable que el uso de un baño público, sobre todo cuando tomamos precauciones como mantener la distancia física de los demás y practicamos una buena higiene de manos, tenga menos riesgo que si asistimos a un evento con varias personas de otros hogares», afirma Amirian por email. Insiste en que «la principal vía de transmisión de la COVID-19 es la interpersonal mediante las gotículas respiratorias».

¿Qué puedes hacer para protegerte?

Con todo, «menos riesgo» no quiere decir que no haya riesgo y los científicos aún tratan de hallar la respuesta a la incógnita de cómo sobrevive el virus en heces, en superficies y en el aire.

Un estudio publicado el pasado abril en el New England Journal of Medicine demostró que el virus podía vivir en superficies de acero y plástico hasta dos y tres días, respectivamente. El simple hecho de utilizar agua y jabón puede destruir el virus fácilmente. Pero eso quiere decir que los aseos públicos pueden albergar gérmenes de la COVID-19 si los establecimientos no limpian las superficies.

«Al fin y al cabo, tenemos que recordar que las heces pueden ser un reservorio de muchas enfermedades y a veces la gente no se lava las manos tan bien como cree», afirma Amirian. «La buena higiene, sobre todo la de manos, es importante por otros motivos además de la COVID-19».

En baños públicos con varios cubículos que no limitan la cantidad de personas a las que permiten entrar, las agrupaciones de individuos representan un riesgo añadido, ya que el contacto interpersonal es la vía principal de infección de coronavirus.

Joe Allen es el director del Programa de Edificios Saludables de Harvard, donde investiga cómo nuestras oficinas, colegios y viviendas pueden influir en nuestra salud. En las investigaciones de edificios que afectan negativamente a la salud humana, Allen dice: «Siempre recuerdo a la gente que compruebe el extractor del baño». Añade que mejorar la ventilación que saca el aire interior sucio es una de las mejores formas de protegerse de un baño contaminado.

«Los baños [públicos] deberían tener ventiladores en constante funcionamiento», afirma Allen.

De ser posible, también recomienda que los establecimientos instalen dispositivos no táctiles, como los grifos o los dispensadores de jabón y toallas de papel que se activan con un movimiento de la mano.

Ante la ausencia de actualizaciones más higiénicas, Wang recomienda llevar mascarilla cuando vayamos a un baño público. Wang añade que una de las formas más eficaces de impedir que los aerosoles potencialmente infectados se propaguen al aire es instalar tapas en los aseos públicos.

«Los fabricantes deberían diseñar un nuevo retrete en el que la tapa se baje automáticamente antes de tirar de la cadena».

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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