Las nuevas variantes: ¿qué viene después de Ómicron?

Aunque todavía no tienen su correspondiente nombre en griego, muchas variantes del SARS-CoV-2 siguen evolucionando y propagándose.

Por Sanjay Mishra
Publicado 29 sept 2022, 10:29 CEST
Un hombre recibe su quinta vacuna COVID-19 de Pfizer-BioNTech en Tel Aviv, Israel, el 22 de ...

Un hombre recibe su quinta vacuna COVID-19 de Pfizer-BioNTech en Tel Aviv, Israel, el 22 de septiembre de 2022. Los expertos instan a las personas de los grupos de riesgo y a los mayores de 65 años a recibir la vacuna COVID adicional, que se dirige específicamente a la cepa Ómicron del coronavirus que está causando la mayoría de los casos en el país.

Fotografía de Oded Balilty, AP

El Ministerio de Sanidad ha publicado esta semana su último informe sobre la situación de la COVID-19 en España, y los datos no han sido buenos: la incidencia ha subido 12 puntos en una sola semana, y los ingresos en planta 5 puntos (siendo esta la mayor subida desde julio). Con 2332 personas ingresadas por COVID, muchos empiezan a preguntarse sobre la posibilidad de que estemos ante una nueva variante del virus SARS-CoV-2.

Durante los dos primeros años de la pandemia, el público se enteraba cada pocos meses del nombre de una nueva variante del coronavirus que había surgido y que era más hábil para infectar o causar enfermedades graves. 10 variantes con nombres griegos (de Alfa a Mu) mataron a millones de personas. Luego, en noviembre de 2021, apareció Ómicron, una versión del virus muy diferente. Durante los últimos 10 meses, la Organización Mundial de la Salud no ha nombrado ninguna nueva variante, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿Ha dejado de evolucionar el virus?

Al menos 300 estadounidenses han muerto a causa de la COVID-19 cada día durante los últimos tres meses y en septiembre se notificaron aproximadamente 50 000 nuevas infecciones de COVID-19 en los Estados Unidos, todas ellas causadas por nuevos sublinajes de Ómicron: BA.2, BA.2.12.1, BA.4. y BA.5. Las tasas de infección entre los residentes de residencias de ancianos de EE.UU. se han multiplicado por nueve desde finales de abril, y en agosto las tasas de mortalidad casi se cuadruplicaron en este grupo, según los datos recopilados por el Instituto de Políticas Públicas de la AARP y el Centro Gerontológico Scripps de la Universidad de Miami, en Ohio. En el Reino Unido, a menudo un presagio de las tendencias de COVID-19 en los Estados Unidos, las infecciones sintomáticas han aumentado de forma constante desde el 27 de agosto (el día en que alcanzaron el nivel más bajo de este año) según el estudio ZOE COVID-19, un proyecto basado en una aplicación en la que los pacientes introducen sus síntomas en su teléfono. Aunque la OMS no ha ungido a ninguno de estos recientes derivados de Ómicron con una letra griega propia, los expertos temen que estas variantes puedan socavar los nuevos refuerzos y tratamientos, provocando una nueva ola de infecciones y muertes.

El coronavirus está evolucionando continuamente y ganando nuevas mutaciones; hasta la fecha ha habido más de 200 nuevos sublinajes de Ómicron y sus derivados. "La evolución del SARS-CoV-2 no ha terminado", afirma Olivier Schwartz, jefe de la Unidad de Virus e Inmunidad del Instituto Pasteur de París (Francia).

Marion Koopmans, directora del Centro Colaborador de la OMS para enfermedades infecciosas emergentes y miembro de la misión de la OMS para investigar los orígenes de la pandemia de la COVID-19, afirma: "La situación es mucho mejor de lo que ha sido". Pero advierte que, al acercarse el otoño y el invierno, debemos estar preparados para otra oleada importante. "Un corredor de maratón no baja el ritmo antes de la línea de meta".

Las variantes del SARS-CoV-2 siguen evolucionando

Cada vez que el SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19, se replica durante una infección, puede cometer errores y cambiar un poco. Estos cambios, llamados mutaciones, son aleatorios y normalmente no tienen ninguna o poca consecuencia para el virus. Si la misma mutación aparece y se propaga en poblaciones no relacionadas, eso sugiere que ofrece una ventaja al virus. Esas mutaciones crean entonces una nueva rama del árbol evolutivo del SARS-CoV-2. Los virus que componen esa rama se llaman "variantes". 

"Cuanto más circule el SARS-CoV-2, más puede cambiar", dice Maria Van Kerkhove, la epidemióloga que dirige la respuesta al COVID-19 en la OMS. Los científicos también creen que las variantes similares a Ómicron podrían evolucionar en personas con sistemas inmunitarios comprometidos, donde el virus puede persistir más tiempo mientras adquiere docenas de nuevas mutaciones.

Algunas mutaciones pueden ayudar a una variante a propagarse más fácilmente o pueden causar una enfermedad más grave. Otras pueden alterar la apariencia del virus, permitiéndole esquivar la inmunidad de infecciones o vacunas anteriores y haciéndolo más difícil de detectar. Estas mutaciones también pueden hacer que las terapias autorizadas sean ineficaces. Cuando esto ocurre, la OMS etiqueta la variante como interesante o preocupante.

En mayo de 2021, la OMS comenzó a asignar a las variantes de interés y a las variantes preocupantes letras del alfabeto griego. "Pero la OMS no nombra todas las variantes", dice Anurag Agrawal, el presidente del Grupo de Asesoramiento Técnico de la OMS para la Evolución de los Virus que hace recomendaciones sobre la denominación de las variantes. "La OMS sólo nombra una variante cuando le preocupa que se estén creando riesgos adicionales que requieran nuevas medidas de salud pública", explica Agrawal.

Actualmente, todos los sublinajes de Ómicron se consideran variantes preocupantes porque comparten características similares: se propagan con más facilidad que las variantes anteriores y pueden esquivar la inmunidad previa. Pero, afortunadamente, la infección por una subvariante de Ómicron sigue reduciendo suficientemente el riesgo de reinfectarse por otra. Las subvariantes tampoco parecen plantear mayores riesgos que la Ómicron madre, dice Van Kerkhove.

Las variantes de Ómicron muestran saltos evolutivos

La aparición de Ómicron hace menos de un año representó un gran cambio en la evolución del SARS-CoV-2. Más de la mitad de las infecciones por COVID-19 en todo el mundo desde noviembre de 2021 fueron causadas muy probablemente por una de las cinco subvariantes de Ómicron: BA.1, BA.2, BA.3, BA.4 y BA.5. La capacidad de Ómicron de esquivar la inmunidad de las variantes anteriores ha llevado a los científicos, incluido Schwartz, a sugerir que Ómicron podría considerarse incluso un serotipo distinto del SARS-CoV-2, un virus tan diferente de las variantes anteriores que los anticuerpos generados contra uno no protegen lo suficiente contra el otro. Por ejemplo, el virus de la gripe tiene tres serotipos: gripe A, B y C.

En los últimos meses, Ómicron BA.2 ha generado una serie de variantes, como BA.2.75, BA.2.10.4, BJ.1 y BS.1. Estas variantes, algunas de las cuales llevan docenas de mutaciones nuevas, son tan diferentes de la variante parental BA.2 que los científicos las llaman variantes de "segunda generación". Una variante de segunda generación representa un gran salto evolutivo desde los linajes de variantes anteriores, sin pequeños pasos intermedios.

En la escala evolutiva, las nuevas variantes que se extienden, como la BA.2.75, son más diferentes de la Ómicron original de lo que lo eran la Alfa, la Beta, la Gamma y la Delta de las cepas ancestrales, afirma Thomas Peacock, virólogo del Imperial College de Londres (Reino Unido). Todas las mutaciones de estas primeras variantes parecen menores en comparación con Ómicron y sus subvariantes, dice Peacock.

"Una subvariante potencialmente preocupante es la BA.2.75.2, que lleva mutaciones adicionales en comparación con la BA.2.75 y parece ser particularmente resistente a los anticuerpos", dice Schwartz.

Aunque la OMS no haya dado a estas nuevas variantes un nombre con letra griega, Yunlong (Richard) Cao, inmunólogo de la Universidad de Pekín (China), dice: "Es definitivamente inapropiado decir que no ha habido nuevas variantes desde noviembre de 2021."

La BA.5 es actualmente la predominante en muchos países, y la BA.2.75 en otros. Ambas son capaces de escapar a los sistemas inmunitarios de las personas que han sido vacunadas o han sufrido una infección, aunque las vacunas actuales pueden seguir siendo válidas.

"Lo que vemos ahora es que la evolución continúa", afirma Koopmans. Es lo que cabría esperar cuando existe la combinación de una circulación importante y una mayor inmunidad adquirida. "Así que esperamos más variantes de escape", añade.

Existe un debate en curso sobre la utilidad de agrupar todas las subvariantes de Ómicron. Aunque los linajes de Ómicron BA.1, BA.2 y BA.5 eran lo suficientemente parecidos como para llamarlos Ómicron, algunos científicos creen que las nuevas variantes son lo suficientemente distintivas como para darles un nuevo nombre de letras griegas.

"Algunos de estos nuevos virus son tan distintos genéticamente como las variantes originales, por lo que sigue sin estar claro hasta qué punto es útil seguir pensando en ellos como Ómicron", afirma Peacock.

El grupo de trabajo de la OMS no está de acuerdo. "Si se determina que alguna variante o subvariante es significativamente diferente de otras variantes o subvariantes de Ómicron, se les asignará un nuevo nombre", dice Van Kerkhove. "Pero ahora mismo, todas estas subvariantes se consideran Ómicron, todas son variantes preocupantes y todas requieren medidas reforzadas en los países".

Como no hay datos humanos fiables que indiquen que las nuevas subvariantes de Ómicron sean más graves que otras, dice Agrawal, el consejo de salud pública sigue siendo el mismo.

Mientras tanto, el diagnóstico precoz, la atención clínica temprana, el uso adecuado de la terapéutica disponible y la vacunación son necesarios para reducir la propagación del virus y la posibilidad de que surjan nuevas variantes, dice Van Kerkhove. "Podemos convivir con la COVID-19 de forma responsable y tomar medidas sencillas para reducir la propagación, como el distanciamiento, el enmascaramiento, la ventilación, la limpieza de manos, el quedarse en casa si no se está bien".

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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