Ambas sondas Voyager son ya interestelares. Y ahora ¿qué?

Las sondas gemelas, lanzadas en 1977, probablemente sobrevivirán al sol. Descubre qué sistemas estelares atravesarán a medida que se dirigen hacia las profundidades de la galaxia.

Por Nadia Drake
Publicado 9 nov 2017, 4:28 CET
Sonda Voyager
La Voyager 1 entra en el espacio interestelar en una ilustración. La nave de la NASA entró oficialmente en el espacio interestelar en 2012.
Fotografía de NASA, JPL-Caltech (Ilustración)

Las sondas gemelas Voyager de la NASA han viajado por las carreteras interestelares durante más 40 años, pasado frente a planetas gigantes en el sistema solar exterior y se dirigen a las fronteras de los dominios de nuestro sol. Ahora, una de las sondas ha alcanzado un hito en la exploración: el pasado 10 de diciembre, la NASA anunció que la Voyager 2 había entrado en el espacio interestelar, seis años después de que la Voyager 1 atravesara ese umbral primera. Estas gemelas son las únicas sondas que se han alejado tanto del hogar.

Para confirmar la salida de la Voyager 2, los científicos analizaron datos del Experimento de Ciencia de Plasma (PLS, por sus siglas en inglés) de la sonda, que medía la heliopausa, la frontera entre la burbuja de plasma protectora del sol y el espacio interestelar. El 5 de noviembre, el instrumental registró un fuerte descenso de las partículas del plasma solar. Al mismo tiempo, la Voyager 2 recibió más partículas de otras partes de la galaxia, lo que confirmó que la sonda había salido de nuestro vecindario cósmico.

«Trabajar en la Voyager me hace sentir como un explorador, porque todo lo que vemos es nuevo2, declaró el investigador del MIT John Richardson, investigador principal del experimento del plasma, en un comunicado. «Aunque la Voyager 1 atravesó la heliopausa en 2012, lo hizo en un lugar diferente y en un momento diferente, y sin los datos del PLS. Todavía estamos viendo cosas que nadie había visto antes».

Contempla el viaje de las sondas Voyager más allá de los confines del sistema solar

Pero, aunque se encuentra a más de 16.000 millones de kilómetros del sol, la historia de las Voyager acaba de comenzar. En sus trayectorias actuales, ambas sondas seguirán su camino saliente por la galaxia eones después de escapar de la influencia gravitacional del sol y quizá mucho después de la muerte de nuestra estrella, dentro de 4.000 o 5.000 millones de años. Si la nave fuera interceptada por una civilización extraterrestre, los dos discos dorados que contienen imágenes y sonidos del planeta Tierra podrían ser las últimas grabaciones de un planeta muerto.

Si siguen su curso, el de las Voyager será un viaje solitario, ya que, aunque los cielos que vemos desde la Tierra parecen brillar con innumerables puntitos de luz, el espacio está vacío en gran parte. Las distancias entre las estrellas son tan vastas que, incluso cuando la galaxia vecina choque con la nuestra, no se producirán demasiadas colisiones estelares.

Aun así, según las predicciones de los astrónomos, estas excursiones cósmicas llevarán a las Voyager cerca de varias metas estelares y de una nube de polvo o tres durante los próximos 100.000 años, más o menos. Estos son algunos de los hitos cósmicos a los que las Voyager podrían llegar en un futuro relativamente próximo.

Voyager 2

Esta sonda del tamaño de una vaca lechera, lanzada desde Cabo Cañaveral, en Florida, el 20 de agosto de 1977, comenzó su odisea con un largo recorrido por el sistema solar exterior, realizando descubrimientos vitales en Júpiter y Saturno y enviándonos algunas de las mejores imágenes que tenemos de Urano y Neptuno.

Ahora la sonda está sumergiéndose por debajo del plano del sistema solar a aproximadamente 55.500 kilómetros por hora y viaja en dirección celeste sur, hacia la constelación de Sagitario. El 5 de noviembre de 2018, atravesó la heliopausa y salió de la burbuja de plasma protectora del sol.

Aunque la Voyager 2 sea una novata interestelar, no se encontrará cerca de otra estrella hasta dentro de 40.000 años, cuando pase a 1,7 años luz de la pequeña enana roja Ross 248. Llegada a este punto, Ross 248 será la estrella más cercana a nuestro sol, eclipsando brevemente la fama del sistema de Alfa Centauri, ya que su trayectoria por la galaxia la situará a solo 3,02 años luz de distancia.

Según Seth Redfield, de la Universidad Wesleyan, dentro de unos 61.000 años, la Voyager 2 atravesará la nube de Oort, un gran enjambre difuso de objetos helados que, según se cree, está 200.000 veces más alejada del sol que la Tierra.

 

“Aunque la Voyager 2 sea una novata interestelar, no se encontrará cerca de otra estrella hasta dentro de 40.000 años.”

La mayor parte de los expertos creen que la nube de Oort es la fuente de cometas que tardan miles de años en completar una órbita alrededor del sol. También podría ser la verdadera frontera del sistema solar, si consideramos que ese es el punto donde la influencia gravitacional del sol desaparece.

«El límite exterior de la nube de Oort se encuentra aproximadamente en ese punto», afirma Redfield, que ha empleado el Telescopio Espacial Hubble para estudiar las trayectorias de las Voyager al detalle durante los siguientes 100.000 años y con menor precisión para los siguientes millones de años.

A continuación, en el año 298.000, la Voyager 2 se encontrará a unos cuatro años luz de Sirius, la estrella más brillante que vemos en nuestros cielos. Unos 100.000 años más tarde, pasará junto a dos estrellas, Delta Pav y GJ 754.

Voyager 1

La Voyager 1 siguió los pasos de su hermana gemela el 5 de septiembre de 1977. Se encontró con Júpiter y Saturno en 1979 y 1980, y nos envió unas imágenes espectaculares de volcanes en erupción en la luna joviana Ío. A continuación, siguió su trayectoria hacia el exterior.

El 14 de febrero de 1990, dio un giro para retratar el sistema solar a medida que lo perdía de vista, devolviéndonos una serie de imágenes en las que aparecía nuestro planeta azul como «una mota de polvo suspendida en un rayo de sol», según dijo Carl Sagan.

Ahora viaja a más de 56.300 kilómetros por hora en dirección a la constelación de Ofiuco, lo que convierte a la Voyager 1 en el objeto más rápido en el espacio fabricado por humanos. En 2013, se convirtió en la primera nave en dejar atrás la heliosfera y entrar en el espacio interestelar.

En el año 40.272, la nave navegará a 1,7 años luz de la estrella Gliese 445 en la constelación Camelopardalis.

En 56.000 años, la Voyager 1 saldrá de la nube de Oort y pasará frente a las estrellas GJ 686 y GJ 678 dentro de 570.000 años.

Maravillas errantes

Ambas naves seguirán sus viajes hacia el exterior, atravesando nubes de polvo esparcidas en sus trayectorias a través de la Burbuja Local, una cavidad de espacio relativamente vacío creada tras las explosiones de estrellas moribundas. Saldrán de esta burbuja en 5,7 y 6,3 millones de años, respectivamente.

A partir de ahí, su viaje se vuelve un tanto incierto. Todavía no tenemos información suficiente sobre los peculiares movimientos de las estrellas y de las nubes de polvo que orbitan en el centro galáctico, y las Voyager podrían verse ralentizadas al navegar a través de nubes de polvo. Es más, los encuentros gravitacionales con objetos como los planetas errantes sin estrellas podrían desplazar a las sondas como si fueran bolas de billar.

«Podría existir toda una población de planetas rebeldes en el espacio interestelar», explica Redfield. «Un encuentro ligeramente cercano con uno de ellos podría modificar el itinerario de las Voyager».

En última instancia, al igual que las estrellas en la Vía Láctea, las Voyager seguirán el ritmo de la galaxia y orbitarán en torno a su núcleo durante el resto de sus vidas.

«Todas las estrellas en el vecindario solar orbitan en torno al centro de la Vía Láctea, con periodos orbitales de entre 225 y 250 millones de años», afirma el científico del proyecto Voyager Ed Stone. «Las Voyager también estarán en órbitas independientes, completando una órbita cada 225 millones de años durante miles de millones de años hasta que una colisión con otra galaxia interrumpa ese metódico movimiento».

Eso podría suceder dentro de 4.000 millones de años, cuando la galaxia vecina, Andrómeda, colisione con la Vía Láctea y reorganice los cielos de manera espectacular.

Cómo se producirá la desaparición definitiva de las Voyager —ya sea por miles de impactos de micrometeoritos o por una improbable colisión— seguirá siendo un misterio. Incluso sería posible que las Voyager sobreviviesen al sistema solar y que siguieran su viaje mucho después de que la muerte del sol modifique drásticamente el aspecto de nuestro barrio espacial.

«El universo tiende a realizar un gran trabajo a la hora de preservar a sus ocupantes», afirma Redfield. Al fin y al cabo, «los objetos en nuestro sistema solar, incluso los pequeños, han estado ahí durante 4.500 millones de años».

Este artículo se publicó originalmente el 6 de septiembre de 2017 en nationalgeographic.com y ha sido traducido y actualizado para incluir la entrada de la Voyager 2 en el espacio interestelar. Michael Greshko ha colaborado en el artículo.

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