El aterrizador InSight de la NASA detecta el primer «martemoto»

Es el primer temblor registrado en el planeta rojo y seguramente no será el último.

Por Maya Wei-Haas, Michael Greshko
Publicado 24 abr 2019, 15:54 CEST
Ilustración artística del aterrizador InSight de la NASA en Marte. La agencia espacial ha anunciado que es probable que el aterrizador detectase un temblor dentro del planeta rojo, el primer «martemoto» registrado.
Fotografía de NASA, JPL Cal-tech

El aterrizador InSight de la NASA ha registrado el primer «martemoto», lo que ha sorprendido a los sismólogos terrícolas a decenas de millones de kilómetros y ha abierto una nueva era en nuestro estudio del planeta rojo.

La señal débil, detectada el 6 de abril, es el primer seísmo que procedería del interior marciano y no de fuerzas superficiales como el viento, según creen los científicos. Pero los investigadores siguen estudiando los datos para localizar la fuente exacta del seísmo.

Las ondas detectadas son bastante pequeñas y parecen corresponderse con un seísmo de magnitud de entre 2 y 2,5, que apenas sería perceptible en la superficie de la Tierra. Pero ese temblor diminuto marca un momento memorable para los científicos de InSight, que llevan aguardando este día desde la instalación del sismómetro en diciembre de 2018 y desde el inicio oficial de esta fase de supervisión hace varias semanas.

«Durante el primer mes, pensábamos: “No pasa nada, no pasa nada, no hay problema”», explica Bruce Banerdt, investigador principal de la misión InSight de la NASA. «Y en el primer mes, pensábamos: “Ocurrirá en cualquier momento, venga, Marte, haz lo tuyo”».

«Comprobaba el email de manera compulsiva a todas horas, día y noche», añade Renee Weber, científica planetaria del Centro Marshall de vuelo espacial y coinvestigadora de la misión InSight. «Antes de salir de la cama todas las mañanas, miraba el teléfono y pensaba: “Quizá hoy sea el día en el que detectemos el primer seísmo”».

Finalmente, 128 días marcianos después del aterrizaje del InSight, llegó el tenue eco del seísmo. El equipo revisó la señal enseguida y determinó que lo más probable era que se tratara de un martemoto. «Todo el equipo suspiró de alivio», recuerda Banerdt.

«Llevo casi 30 años persiguiendo un martemoto», afirma. «Para mí, es casi la culminación de una misión de toda una carrera... Por fin voy por buen camino para obtener los datos con los que soñaba ya en los años 80».

¿Qué es un «martemoto»?

La causa principal de los seísmos terrestres es la marcha constante de nuestras placas tectónicas en perpetuo movimiento. Conforme cambian de posición, se acumula estrés hasta que ya no puede acumularse más y se llega a un punto límite que sentimos como un terremoto.

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    El punto rojo marca el lugar de aterrizaje final del aterrizador InSight de la NASA dentro de Elysium Planitia, un campo de lava plano justo al norte del ecuador marciano. Se calculaba que la nave tendría probabilidades de un 99 por ciento de aterrizar dentro de la elipsis azul.
    Fotografía de NASA, JPL Cal-tech, Asu

    Sin embargo, a diferencia de la Tierra, Marte no parece tener placas tectónicas. En lugar de eso, se cree que sus temblores se deben al lento enfriamiento del planeta con el paso del tiempo, lo que hace que el orbe se contraiga y desarrolle fracturas en la superficie. Estos seísmos también proceden del impacto de meteoros y posiblemente del movimiento del magma en las profundidades del subsuelo.

    Los investigadores esperan utilizar los temblores marcianos para estudiar el interior del planeta. El proceso se parece a utilizar un ultrasonido para observar el interior del cuerpo: al analizar el movimiento de las ondas sísmicas dentro del planeta, los investigadores pueden inferir sus estructuras internas.

    ¿Qué podemos deducir de este fenómeno?

    Este último seísmo y otros tres martemotos que aún no se han confirmado son demasiado pequeños como para aportar detalles a los científicos sobre qué ocurre en la superficie de color rojo óxido de Marte. Pero eso no significa que la señal sea inútil.

    «Empieza a desvelarnos lo activo que es Marte», afirma Banerdt.

    El 4 de febrero de 2019, el InSight desplegó un escudo térmico y contra el viento para proteger el sismómetro del aterrizador, que se colocó en la superficie marciana el 19 de diciembre 2018.
    Fotografía de NASA, JPL Cal-tech
    El sismómetro del aterrizador, denominado SEIS, se construyó en el Centro Nacional de Estudios Espaciales de Francia con el apoyo de otros investigadores europeos y el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA. Es tan sensible que puede detectar temblores inferiores a la anchura de un átomo de hidrógeno.
    Fotografía de NASA, JPL Cal-tech

    En la Tierra existe una relación consolidada conocida como ley de Gutenberg-Richter, que establece que por cada disminución unitaria de magnitud —o aproximadamente una reducción de casi 32 veces de la energía liberada— la frecuencia de un terremoto se multiplica casi por diez. Banerdt señala que la misma aproximación también se sostiene en la luna. Al seguir la frecuencia de estos pequeños seísmos, los científicos pueden hacerse una idea de la frecuencia con la que podrán ver uno más grande.

    La duración curiosamente larga del temblor —unos diez minutos— también podría albergar pistas sobre la superficie marciana. Weber añade que los martemotos se parecen más a la actividad sísmica registrada en la luna por las misiones Apolo que a los seísmos de la Tierra.

    Weber explica que la diferencia podría reducirse a la variación entre los suelos de estos mundos. La superficie de la luna está espolvoreada con regolito, un material irregular formado durante eones de impactos de meteoros y por otro tipo de desgaste. Sin embargo, en la Tierra, nuestra geología activa erosiona constantemente los pequeños granos de arena, que altera la forma en que se compactan nuestros suelos. Como consecuencia, las ondas sísmicas penetran de maneras diferentes en las capas más superficiales de ambos mundos. Las señales que en la Tierra parecerían ráfagas marcadas y cortas se expanden más en la luna.

    Weber advierte que los largos seísmos marcianos no significan necesariamente que las propiedades del suelo sean las culpables. El equipo de la misión InSight está trabajando para concretar los detalles.

    «Teníamos un conjunto de herramientas ya preparadas para analizar la sismicidad cuando la detectamos y fue un poco frustrante que las primeras señales que observamos no fueran las adecuadas para que las analicen esas herramientas», afirma Weber. «Pero eso crear herramientas nuevas».

    ¿Hay esperanzas de que se produzcan más?

    Cuanto más opere el InSight, más fenómenos detectará. Si estas primeras señales son martemotos reales, habrá más datos para confirmarlos. Y Weber señala que el InSight podría sentir la sacudida del impacto de un meteoro en algún momento durante su misión, basándose en las tasas de impacto y en observaciones por satélite.

    «Es solo cuestión de tiempo que volvamos a ver otro», afirma.

    Tanya Harrison, científica de la Universidad de Arizona experta en Marte, afirma que, independientemente de lo que halle el InSight, cada rumor que sienta nos aportará información sobre el planeta rojo. «Contribuye a que nos hagamos una idea de que Marte sigue siendo un lugar activo y creo que es una imagen muy distinta a la que teníamos en la época de Viking», afirma, refiriéndose a las misiones que aterrizaron en la superficie marciana. «Nos hemos ido basando en esta historia».

    Señala que cada nuevo experimento parece sugerir que el planeta rojo es más complejo de lo que creíamos: cráteres de impacto, corrimientos de tierra, polos cambiantes e incluso posibles indicios de actividad en el interior del planeta.

    Aunque los científicos están emocionados ante la detección del fenómeno, les emociona más lo que está por venir.

    En palabras de Banerdt: «Manténganse al tanto, estoy seguro de que habrá más».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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