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Página del fotógrafo
Tanya Habjouqa
El salón de la familia de Rajoubi da al barrio de Batan Hawai, en Silwan, Jerusalén Este. Casi 100 familias palestinas de la zona corren el riesgo de ser desahuciadas.
Artistas, estudiantes universitarios y cineastas se congregan en el popular bar «The Station» en Ramallah para desconectar tras meses de cierres y estrés debido a las protestas en las calles.
Un puesto de venta de maíz en el pueblo de Deir Anan, parte del territorio palestino ocupado. En la parte delantera del carrito hay una imagen de él con su mejor amigo, que fue asesinado por soldados israelíes hace unos años.
Una nueva valla publicitaria iluminada junto a un puesto de control israelí en Ramallah, cerca del asentamiento de Bet El. Este es un lugar de reunión habitual para las protestas y los anuncios de negocios palestinos suelen ser quemados. Tanto la valla publicitaria como las barreras son una novedad tras semanas de protestas que recibieron atención internacional el mes pasado.
Faiza Afifa, estudiante de diseño gráfico en la Universidad de Birzeit, huyó de Gaza a los 14 años durante una ofensiva militar israelí en 2014. Dice que siente una culpa enorme por estar a salvo y no poder hacer nada para ayudar a sus amigos.
Silwan Odeh (9) entretiene a los huéspedes con danzas folclóricas palestinas tradicionales y recreaciones de vídeos de TikTok en el barrio de al-Bustan en Jerusalén Este. «Silwan es una niña que ha sido testigo de toda esta violencia. Intentamos tranquilizarla, decirle que son solo colonos, que no tenga miedo. Pero su madre, que es médica, fue detenida por ser políticamente activa en Facebook», cuenta su tío, Qutaibah Odeh.
Omar Katib está de pie en la piscina que construyó su padre durante la pandemia de COVID-19 en la aldea de Bilin, parte del territorio palestino ocupado. Otro niño que solía jugar en la piscina, Islam Wael Burnat (15), había fallecido el día antes durante una protesta a las afueras de la aldea.
Thaer Rajabi (9) descansa sobre el tejado de su edificio tras jugar en una piscina hinchable en el barrio de Batan Hawa, en el valle de Silwan. Noventa y siete viviendas, entre ellas la de la familia de Rajabi, corren el riesgo de ser desalojadas por organizaciones de colonos. La expulsión forzosa afectaría a 453 personas, entre ellas 223 niños.
Las manifestantes palestinas se congregan en Sheikh Jarrah, Jerusalén Este.
Basil Abu el-U'la, de 15 años, con su padre y su hermana mayor, que se ocupa de la herida del ojo que perdió hace poco en una protesta. Era la segunda protesta a la que iba este adolescente. «Cuando me caí al suelo, enseguida supe que lo había perdido. Supe que me habían quitado el ojo para siempre. Pero mi vida sigue... con ojos o sin ellos», dice.