Descubiertas nuevas líneas de Nazca y otros geoglifos en el desierto peruano

Provistos de satélites y drones, los arqueólogos han descubierto nuevas líneas de Nazca y docenas de enigmáticos geoglifos excavados en la tierra.

Por Michael Greshko
Publicado 6 abr 2018, 12:50 CEST
La nueva línea de Nazca, captada por un dron, consta de varias líneas rectas sin un patrón distinguible que probablemente se trazaron en épocas diferentes y para propósitos distintos. Las «líneas» anteriores, elaboradas por la cultura paracas, suelen mostrar representaciones de humanos y animales.
Fotografía de Luis Jaime Castillo, Palpa Nasca Project

Las enigmáticas líneas de Nazca, grabadas en el desierto del sur de Perú hace más de un milenio, siguen capturando nuestra imaginación. Más de mil geoglifos (literalmente, «dibujos en el suelo») se extienden sobre el suelo arenoso de la provincia de Nazca, los restos de prácticas rituales poco entendidas que podrían haber estado conectadas a la lluvia, fuente de vida.

Ahora, un equipo de arqueólogos peruanos provistos de drones han descubierto más de 50 nuevos ejemplos de estos misteriosos monumentos del desierto en la provincia adyacente de Palpa, grabados en la superficie terrestre con líneas casi demasiado finas para que el ojo humano las distinga. Además, los arqueólogos estudiaron por primera vez geoglifos conocidos a nivel local con drones, cartografiándolos con un nivel de detalle completamente nuevo.

Algunas de las líneas recién descubiertas pertenecen a la cultura nazca, que prevaleció en la zona entre el 200 y el 700 d.C. Sin embargo, los arqueólogos sospechan que las culturas anteriores, paracas y topará, grabaron muchas de las nuevas imágenes entre el 500 a.C. y el 200 d.C.

A diferencia de las emblemáticas líneas de Nazca —la mayoría de las cuales solo son visibles desde arriba—, los glifos más antiguos de los paracas estaban dispuestos sobre laderas de colinas, lo que las hacía visibles para las aldeas que estaban debajo. Las dos culturas también empleaban sujetos artísticos diferentes: las líneas de Nazca suelen consistir en líneas o polígonos, pero muchas de las nuevas figuras paracas representan a humanos.

«La mayoría de las figuras son guerreros», afirma el arqueólogo peruano Luis Jaime Castillo Butters, codescubridor de los nuevos geoglifos. «Eran visibles desde cierta distancia, por eso la gente las ha visto, pero han quedado completamente borradas con el tiempo».

Vistas desde el cielo y el espacio

Los nuevos geoglifos aportan datos cruciales de la cultura paracas, así como de la misteriosa cultura topará, que marcó la transición entre los paracas y los nazca. Siglos antes de que se trazaran las famosas líneas de Nazca, las gentes de la región estaban experimentando, elaborando enormes geoglifos.

«Esto significa que es una tradición de más de mil años que precede a los famosos geoglifos de la cultura nazca, lo que abre la puerta a nuevas hipótesis sobre su función y su significado», afirma el ministro de Cultura peruano y arqueólogo Johny Isla, director de restauración y protección de las líneas de Nazca.

Irónicamente, el descubrimiento de los nuevos geoglifos solo ha sido posible por las amenazas a las líneas de Nazca ya conocidas.

En diciembre de 2014, el grupo medioambiental Greenpeace celebró una protesta a escasos metros del famoso «colibrí» de Nazca, dañando la zona. Tras la furia posterior, Perú recibió una subvención de Estados Unidos para contratar a Isla y a su equipo de restauración.

El trabajo de Isla es muy difícil, y lo es todavía más por la falta de mapas. De los casi 100.000 yacimientos arqueológicos en Perú, el colega de Isla, Castillo, dice que solo unos 5.000 se han documentado debidamente sobre el terreno. Desde el aire se han cartografiado aún menos.

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    Los antiguos peruanos crearon geoglifos como las líneas de Nazca colocando piedras para definir los bordes de las líneas y, a continuación, raspando la capa superior de tierra entre los bordes para revelar el suelo de un color más claro.
    Fotografía de Fernando G. Baptista, Ngm Staff

    Castillo, profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú y exviceministro de patrimonio cultural, ha defendido durante mucho tiempo el empleo de drones y otras técnicas de cartografía aérea para catalogar los yacimientos arqueológicos. Ahora, Isla y Castillo tienen muchos más datos con los que trabajar gracias a la exploradora de National Geographic y «arqueóloga espacial» Sarah Parcak.

    Tras obtener el Premio TED en 2016, Parcak fundó la iniciativa GlobalXplorer, que forma a científicos ciudadanos para analizar imágenes por satélite en busca de yacimientos arqueológicos e indicios de saqueos. El primer proyecto de esta plataforma invitó a voluntarios a sacar fotos por satélite de Perú.

    «Cuando pensamos en países a los que ir... tenía que ser un país cuya importancia fuera conocida por todos en el mundo, donde el Ministerio de Cultura estuviera abierto a nuevas tecnologías y donde la mayoría de los yacimientos estuvieran al aire libre y fueran medianamente fáciles de detectar», afirma Parcak, arqueóloga en la Universidad de Alabama en Birmingham. «Perú encajaba a la perfección».

    Ocultas a plena vista

    Una vez los voluntarios de GlobalXplorer señalaron objetivos potenciales en los datos por satélite que pudieran ser yacimientos arqueológicos o indicios de saqueo, Parcak proporcionó las ubicaciones a los arqueólogos peruanos. Con el apoyo de la Sustainable Preservation Initiative, Castillo y tres de sus estudiantes se embarcaron en una expedición de verificación sobre el terreno financiada por la National Geographic Society.

    Cuando el equipo de Castillo visitó las provincias de Nazca y Palpa en diciembre de 2017, no descubrió demasiadas pruebas de saqueos recientes en las ubicaciones candidatas de GlobalXplorer. En lugar de eso, descubrieron lugares expoliados hace décadas e invasiones de tierras potenciadas por el aumento de las minas de oro ilegales en la región.

    Pero cuando los investigadores fotografiaron los yacimientos desde arriba empleando drones, descubrieron algo nuevo e inesperado. Las imágenes en alta resolución contenían indicios de docenas de geoglifos antiguos, grabados en la corteza desértica.

    ¿Cómo podían estar escondidos tantos geoglifos a plena vista? Con el paso del tiempo, muchas de las líneas y figuras han quedado reducidas a tenues depresiones en el suelo, solo visibles en escáneres en 3D del terreno sacados mediante la vista de pájaro proporcionada por los drones. Y pese a la impresionante capacidad de seguimiento de los satélites, no pueden verlo todo.

    El satélite más potente que usa GlobalXplorer puede ver un objeto de 30 centímetros de ancho desde 616 kilómetros sobre la superficie terrestre. Es el equivalente a ver un solo pelo humano desde una distancia de más de 200 metros. Pero las líneas que trazan los nuevos geoglifos son de escasos centímetros de ancho, demasiado finas para verse desde el espacio.

    En cambio, los drones que vuelan bajo y operan a altitudes de 60 metros o menos pueden ver objetos de menos de 1,2 centímetros de ancho. «La resolución [de la cámara dron] es increíblemente alta», afirma Castillo.

    Más por descubrir, más por proteger

    Ahora que los investigadores han documentado las nuevas líneas, están ansiosos por protegerlas. Los nuevos geoglifos se encuentran dentro del lugar Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO que incluye las líneas de Nazca y de Palpa, y según Isla, no corren un peligro inmediato.

    Sin embargo, las nuevas líneas todavía deben registrarse en el Ministerio de Cultura peruano. El codescubridor de las líneas, Fabrizio Serván, estudiante de la Pontificia Universidad Católica del Perú, dice que actualmente se están esbozando los dibujos y los mapas necesarios para ello.

    Quizá las líneas tengan compañía dentro de poco. Los usuarios de GlobalXplorers han señalado cientos de nuevos sitios potenciales que los arqueólogos peruanos verificarán en otoño e invierno.

    «Los datos y la información obtenidos con el proyecto GlobalXplorer son extraordinarios en calidad y cantidad, y sobre todo en un periodo de tiempo relativamente corto», afirma Isla. «Esto nos coloca a la vanguardia en el registro de yacimientos arqueológicos y de geoglifos en particular».

    «Damos los datos a expertos locales: es su patrimonio cultural, ellos son los interesados», afirma Parcak. «Estamos proporcionando un recurso».

    En el futuro, Parcak y Castillo afirman que los datos de GlobalXplorer pueden ayudar a proteger los yacimientos arqueológicos frente a la invasión rural y urbana no planificada que, además del saqueo y del camionero ocasional, es sin duda la mayor amenaza a la que se enfrentan los geoglifos de Perú.

    Castillo describe la invasión actual como «tráfico de tierra»: una sofisticada red dentro de Perú para falsificar escrituras y construir casas ilegales, borrando en el proceso el patrimonio cultural del país.

    «No luchamos contra saqueadores armados con palas, que huyen en cuanto damos la voz de alarma; luchamos contra un ejército de abogados», afirma. «Es una batalla constante, por eso el trabajo que realizamos —documentación de los sitios arqueológicos, georreferenciación— es la mejor protección que podemos proporcionar a los yacimientos».

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