El peligro no ha terminado para los niños atrapados en la cueva tailandesa

Las labores de rescate se ven dificultadas por la escasa visibilidad en la cueva inundada, la debilidad de los niños y la amenaza de más lluvia.

Por Heather Brady
Publicado 5 jul 2018, 15:43 CEST
Soldados tailandeses colocan cables eléctricos en la cueva de Tham Luang durante la operación de rescate.
Fotografía de Lillian Suwanrumpha, AFP/GETTY IMAGES

Su experiencia ya ha sido angustiosa, pero el joven equipo de fútbol al que han encontrado en una cueva de Tailandia tras haber estado atrapado más de una semana podría enfrentarse a un desafío más peligroso en los próximos días: salir de la cueva buceando por sus túneles inundados.

Aunque es accesible durante la estación seca, la cueva suele llenarse de agua durante la estación lluviosa de Tailandia (de julio a octubre). Como el monzón hizo que aumentara el nivel del agua de forma repentina, el equipo se quedó atrapado, avanzando por la cueva para huir del agua.

Los equipos de emergencia intentaron extraer el agua bombeándola para despejar una vía de escape, pero no lo lograron. Actualmente, la única forma de desplazarse entre el mundo exterior y la pequeña cavidad donde aguardan los doce niños y su entrenador es bucear por los estrechos pasajes inundados de la caverna.

El grupo fue descubierto con vida tras haberse quedado atrapado dentro de la cueva tailandesa de Tham Luang durante más de una semana y media. Equipos de varios países han estado colaborando con la armada tailandesa para rastrear la zona donde se creía que estaban atrapados los niños. Finalmente, unos buceadores británicos los encontraron a más de 4 kilómetros en el interior de la cueva.

Ahora que han encontrado al grupo, se debaten las formas de rescatarlos. Hay dos opciones posibles: enseñar a los niños a bucear en la cueva y hacer que salgan nadando con un rescatador, o pedirles que se queden ahí durante los próximos cuatro meses, hasta que termine la estación lluviosa y las aguas retrocedan.

Ambas opciones presentan inconvenientes graves.

Si los niños se quedan dentro, aun con luz y comida, corren el riesgo de contraer infecciones, lesionarse o sufrir daños psicológicos, según el New York Times.

Si intentan bucear por la cueva, los niños, inexpertos y fatigados, podrían ser incapaces de completar el viaje. El primer problema será llevar el equipo adecuado a los niños y su entrenador. El segundo será preparar al grupo para las dificultades del trayecto.

Carsten Peter, fotógrafo de National Geographic con experiencia en buceo en cuevas, explica que esta actividad ya es complicada en circunstancias óptimas, pero en este caso, la escasa visibilidad y la estrechez de los pasajes de la cueva la hará particularmente peligrosa. Los rescatadores podrían ser capaces de empujar o tirar de cada uno de los niños por la cueva, pero Peter dice que con este método corren el riesgo de quedar separados de un niño si algo va mal.

Como los pasajes son muy estrechos, es improbable que puedan emprender este viaje juntos. Los rescatadores tendrían que ir y volver, transportando a los niños uno por uno o en grupos pequeños. Esto complica aún más la situación, ya que cada viaje a través de los túneles moverá sedimentos y disminuirá la visibilidad, un problema habitual entre los buceadores en cuevas.

Además del problema de la visibilidad, la movilidad también será preocupante. En estas áreas cerradas, los buzos no pueden salir a la superficie fácilmente sin tener que deslizarse a través de agujeros estrechos, por lo que a veces tienen que sacarse la bombona de oxígeno y empujarla hacia delante o tirar de ella desde atrás.

Además, las condiciones físicas de los niños podrían afectar a su capacidad para afrontar un rescate. «También he oído que los niños están muy débiles», afirma Peter. «Llevaban nueve o diez días sin comer. Mentalmente siguen ahí, pero están muy débiles y son casi incapaces de tenerse en pie».

Gestionar su estado emocional y mental será tan importante como su salud física. El miedo podría dominar a los niños conforme se desplazan por las cavernas inundadas, y su pánico podría ponerlos en peligro a ellos y a sus rescatadores.

«Parte del equipo no tiene experiencia, ni siquiera sabe nadar», afirma Peter. «Creo que es algo mental. Si estás familiarizado con el buceo y tienes que confiar en el sistema, quizá no sea para tanto. Si te da miedo el agua, el pánico podría ser un problema enorme y con el pánico respiras mucho más. Podría reducir la duración de las bombonas de oxígeno y poner en peligro a los rescatadores».

Y el tiempo es esencial: Peter dice que en los próximos días se prevén más lluvias en la zona donde se encuentra la cueva, lo que significa que podría llenarse de más agua durante el rescate.

«No sé si tendrán que bucear corriente arriba o corriente abajo», afirma. «Podría ser un inconveniente enorme, sobre todo si hay más lluvia».

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