La historia bíblica de los Reyes Magos

Estos tres sabios de Oriente, que aparecieron una sola vez en la historia del nacimiento de Jesucristo, dejaron una impronta duradera en el imaginario cristiano.

Por Jean-Pierre Isbouts
Basílica de San Apolinar el Nuevo
En la Basílica de San Apolinar el Nuevo en Ravenna, Italia, un impresionante mosaico del siglo VI representa a los reyes magos y sus presentes.
Fotografía de Adam Eastland, Alamy

Este artículo se publicó originalmente en diciembre de 2018 y ha sido actualizado en enero de 2022.

Muchos cuentos de Navidad mencionan a los tres reyes que siguen una estrella para adorar al niño Jesús en Belén. En la Biblia, no los denominan reyes ni se especifica cuántos son, sino que solo se dice que son "sabios de Oriente". En muchas cortes de Oriente, entre ellas las de la antigua Persia y la antigua Babilonia, los astrólogos solían hacer las veces de asesores sacerdotales, expertos en el arte de la magia. En los siglos transcurridos desde entonces, los tres magos han sido interpretados como reyes.

Según el Evangelio de Mateo, una brillante estrella guió a los magos desde Oriente hasta detenerse «sobre el lugar donde se encontraba el niño» y «al entrar a la casa, vieron al niño con María, su madre» (Mateo 1:24).

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    Los tres Reyes Magos presentan sus regalos a Jesús en "La Adoración de los Magos" de Sandro Botticelli (ca 1478). Botticelli, un florentino, fue el creador de varias obras famosas de esta escena, que era popular en su ciudad natal, Florencia, en Italia.
    Fotografía de classicpaintings, Alamy
    Courtesy National Geographic Books

    Los magos se arrodillaron ante el niño Jesús y «le ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra». Es posible que sus regalos sean una alusión a la visión de Isaías de las naciones que rendían tributo a Jerusalén: «Multitud de camellos te cubrirá; dromedarios de Madián y de Efa; vendrán todos los de Sabá; traerán oro e incienso, y publicarán alabanzas de Jehová» (Mateo 2:11, Isaías 60:6).

    El rey Herodes había oído rumores del nacimiento de un nuevo «rey» y, celoso, buscó al bebé. En el Evangelio de Mateo, los tres magos se detuvieron en el palacio de Herodes de camino a Belén y el rey les pidió que le hicieran saber dónde estaba este niño recién nacido, para «poder ir a adorarlo». Pero, en un sueño, se advirtió a los Reyes Magos de que no regresaran con Herodes, de forma que «se volvieron a su tierra por otro camino» y nunca se volvió a hablar de ellos (Mateo 2:12).

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    Construyendo un pasado

    Las narraciones posteriores de la historia identificaron los nombres de los magos, así como sus tierras de origen: Melchor de Persia, Gaspar (también llamado Caspar y Jaspar) de la India y Baltasar de Arabia. Sus presentes también tenían significados simbólicos especiales: el oro representaba la condición de Jesús de «rey de los judíos»; el incienso, la divinidad del niño y su identidad como Hijo de Dios; y la mirra se refería a la mortalidad de Jesús.

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    Las representaciones populares de la Navidad parecen comprimir la historia de la Natividad para hacer que parezca que los tres Reyes Magos se presentaron en Belén en Navidad, pero las celebraciones tradicionales sitúan su visita 12 días después de Navidad. La conmemoración oficial de la llegada de los Magos, denominada Epifanía o día de Reyes, es una de las festividades cristianas más antiguas. Los católicos romanos celebran la Epifanía el 6 de enero, mientras que las fes cristianas ortodoxas la celebran el 19 de enero.

    Aunque recibe distintos nombres en diferentes culturas y países, la Epifanía tiene su origen en la creencia de la Iglesia cristiana de que Jesucristo era la encarnación humana de Dios.

    Las primeras referencias conocidas al ritual cristiano sugieren que ya era común en el siglo IV d.C. En el siglo II, el teólogo Clemente de Alejandría escribió que una secta de cristianos gnósticos sirios, los basilidianos, celebraban el bautismo de Cristo en enero. En 361, el historiador romano Ammiano Marcelino escribió que los cristianos llamaban Epifanía a esa fiesta de enero.

    Tomó su nombre de la palabra griega ἐπῐφᾰ́νειᾰ / epipháneia, que se refiere a la manifestación o revelación física de una deidad a los mortales.

    Este artículo pertenece a una serie adaptada del libro 'Who's Who in the Bible: Unforgettable People and Timeless Stories from Genesis to Revelation', publicado por National Geographic Books.
    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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