‘El rostro de la guerra’: reporteras en el frente

El libro de la corresponsal de guerra Martha Gellhorn vuelve a las librerías como homenaje a las reporteras de guerra que marcaron con su pluma y su valentía los conflictos que marcaron la historia de nuestro mundo.

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 8 ene 2019, 17:48 CET
'Madre migrante' es una de las fotografías más conocidas de la fotoperiodista Dorothea Lange.
Fotografía de Dorothea Lange, Wikimédia Commons

Insolente, comprometida, persistente, decidida, luchadora y valiente. Así describen a Martha Gellhorn los numerosos artículos que esculpió con su pluma y su rabia durante los numerosos conflictos que marcaron el siglo XX. Al contrario de lo que pudiera presuponerse de su oficio, sus crónicas escogían bando a menudo: el de la justicia. “Compartíamos la pobreza y el entusiasmo, y nuestra razón de ser era echar a patadas al viejo demonio que nos estaba llevando sin contemplaciones hacia otra guerra”, afirma entre las páginas de ‘El rostro de la guerra’.

Desde 1936 y hasta 1985, Gellhorn estuvo, entre otros muchos lugares en conflicto, en la Guerra Civil española, en la Segunda Guerra Mundial, en Vietnam, Oriente Medio y Centroamérica.  

A menudo recordada como mujer de Hemingway, Martha Gellhorn se convirtió en un icono, además de por su fiereza retransmitiendo la guerra, por negarse a ir un paso por detrás de él: su fama como cronista en los conflictos superó a la del escritor. Tras 20 años, la editorial Debate recupera el libro que se hace eco del amplio testimonio que comenzó hablando de los bombardeos de Franco en la revista Colliers.

Martha Gellhorn y Ernest Hemingway junto a oficiales chinos en Chungking, China, 1941.
Fotografía de Wikimédia Commons

‘El rostro de la guerra’ acompaña cada narración con un prólogo que te traslada a la experiencia de Gellhorn al llegar a cada escenario de guerra, y algunos de esos prólogos remarcan cómo la guerra pasó también por ella. “Permanecí algunos meses en Alemania discutiendo con cualquiera al que todavía le quedara valor para hacerlo sobre la libertad de pensamiento, los derechos individuales y los cerdos rojos españoles. Luego regresé a América, terminé mi novela, la guardé para siempre en un cajón y me dispuse a viajar a España. Había dejado de ser pacifista para convertirme en una antifascista”.

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    Fotografía de Martha Gellhorn, 'El rostro de la guerra'

    Gellhorn llegó a España en plena batalla, el 30 de marzo de 1937, con 50 dólares en sus bolsillos y sin nociones de español, dispuesta a vivir en una ciudad desconocida y asediada. En ese desarraigo continuo que supone ir de conflicto en conflicto para recabar información veraz que pueda dar pie a la justicia, habitan muchas otras heroínas que a menudo caen en el olvido tras una vida de plantar cara a la guerra, armadas tan solo con la palabra. Gerda Taro, compañera de trincheras de Gellhorn, fue la primera periodista fallecida durante el conflicto, mientras cubría como fotógrafa la retirada republicana de Brunete en 1937.

    ‘Complicarse la vida’

    Desde 1937 hasta 1941, la periodista Virginia Cowles escribió crónicas de gran parte de los conflictos bélicos del momento, como la guerra civil española, la invasión soviética de Finlandia o la invasión nazi de Polonia.  

    Esta intrépida estadounidense pasó de cubrir moda a la guerra civil española, pero murió en un sospechoso accidente de coche tras publicar diversas biografías históricas controvertidas.

    Ella misma describe que fue la curiosidad la que guió sus inicios como corresponsal de guerra: “Estaba oscuro como boca de lobo y hacía un frío glacial. La escarcha del suelo brillaba a través de la oscuridad como un sudario fantasmal y las pequeñas bombillas rojas que delimitaban el campo de aviación despedían una luz misteriosa. Empezó a encogérseme el corazón ante la perspectiva del viaje. No tenía ninguna aptitud como corresponsal de guerra excepto la curiosidad”.

    ‘Reporteras españolas, testigos de guerra’

    El ensayo de la periodista Ana del Paso visibiliza a estas mujeres que se abrieron paso rompiendo moldes hasta la vanguardia de una generación pionera a finales del siglo XIX.

    Concepción Arenal comenzó estudiando derecho vestida de hombre hasta llegar a escribir ‘Cuadros de guerra’ con los testimonios de la tercera guerra carlista. Emilia Pardo Bazán y Concepción Gimeno de Flaquer también fueron, además de luchadoras por la justicia, reivindicadoras de los derechos de la mujer.

    En los comienzos del periodismo encubierto, Nellie Bly es otro nombre a remarcar: una periodista que se hizo pasar por trabajadora de un centro psiquiátrico para poder denunciar el brutal trato que sufrían los pacientes. Comprometidas, rigurosas, impetuosas y persistentes, ellas fueron, son y serán imprescindibles para que ninguna guerra caiga en el olvido o la inveracidad.  

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