Descubren en Irak grabados asirios «extraordinarios»

Los relieves en roca de más de 2700 años se remontan al reinado del poderoso Sargón II.

Por Andrew Lawler
Publicado 20 ene 2020, 10:59 CET
Grabado asirio
Los extraordinarios relieves descubiertos frente a varios palacios representan una procesión de dioses asirios, entre ellos la divinidad principal, Assur, y su consorte, Mullissu, sobre leones, dragones y otros animales.
Fotografía de Isabella Finzi Contini

En el siglo VIII a.C., el rey asirio Sargón II gobernaba un imperio rico y poderoso que abarcaba gran parte del actual Oriente Medio e infundía miedo a sus vecinos. Ahora, un equipo de arqueólogos italianos y kurdo iraquíes que trabajaba en el norte de Irak ha descubierto diez relieves en roca que adornaban un sofisticado sistema de canales excavado en el lecho rocoso. El hallazgo de estos hermosos grabados —que normalmente solo se encuentran en palacios reales— arroja luz sobre las impresionantes obras públicas respaldadas por un líder célebre por sus proezas militares.

«Los relieves en piedra asirios son monumentos extraordinarios. Y es muy probable que aún haya más relieves y quizá inscripciones cuneiformes monumentales de celebración enterradas bajo los escombros del suelo que llenaban el canal», declaró Daniele Morandi Bonacossi, arqueólogo de la Universidad de Udine, en Italia, que codirigió la expediciones. Salvo una excepción, no se han descubierto paneles como estos en su emplazamiento original desde 1845.

Los arqueólogos descubrieron los relieves en roca cuando excavaban un antiguo canal en el norte de Irak. Es probable que el arte conmemore al patrón del canal, el rey asirio Sargón II.
Fotografía de Alberto Savioli

El yacimiento, cerca de la localidad de Faida y de la frontera con Turquía, llevaba medio siglo cerrado debido a los conflictos modernos. En 1973, un equipo británico advirtió las partes superiores de tres paneles de piedra, pero las tensiones entre los kurdos y el régimen baazista de Bagdad impidieron que se llevaran a cabo excavaciones. Una expedición dirigida por Morandi Bonacossi regresó en 2012 y halló otros seis relieves. La invasión subsiguiente por parte del Estado Islámico obstaculizó de nuevo las iniciativas de investigación; el frente de batalla entre el EI y las fuerzas kurdas se encontraba a menos de 32 kilómetros de distancia, hasta que los fundamentalistas musulmanes fueron derrotados en 2017.

Este pasado otoño, Morandi Bonacossi y Hasam Ahmed Qasim, del departamento de antigüedades de Duhok, en el Kurdistán iraquí, catalogaron un total de diez relieves distribuidos por las orillas de un antiguo canal de seis kilómetros. La escena que representan es única, según el arqueólogo italiano.

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    Los paneles representan a un rey —que, según creen los arqueólogos, es Sargón II— observando una procesión de dioses asirios, entre ellos la divinidad principal, Assur, a lomos de un dragón y un león con cuernos, con su consorte Mullissu sobre un trono sostenido por un león. Entre otras figuras están Ishtar, diosa del amor y de la guerra, el dios sol Shamash y Nabu, el dios de la sabiduría. Los arqueólogos sospechan que dichas imágenes indicaban a los transeúntes que la fertilidad procede tanto del poder divino como del poder terrenal.

    «Los relieves sugieren que las escenas con carga política sobre el poder real y su legitimidad divina podrían haber sido habituales», declaró Jason Ur, arqueólogo de la Universidad de Harvard que investiga los antiguos sistemas hídricos de la región. El descubrimiento demuestra que estas obras de arte «no estaban solo en los palacios imperiales, sino en todas partes, incluso en los lugares donde los agricultores extraían agua de los canales para sus campos».

    El canal bordea una cordillera cercana y en él desembocaban arroyos de caliza. Las ramificaciones de este curso de agua proporcionaban irrigación para el centeno, el trigo y otros cultivos. Los campos podrían haber ayudado a alimentar a los 100 000 residentes de Nínive, que entonces era una de las ciudades más grandes del mundo. Las ruinas de esta vasta metrópolis se encuentran a unos 96 kilómetros al sur, al otro lado del río Tigris respecto a la ciudad moderna de Mosul.

    Hace unos 2700 años, el canal llevaba agua a las granjas locales que suministraban comida a la bulliciosa ciudad de Nínive, antigua capital del Imperio neoasirio.
    Fotografía de Alberto Savioli

    Sargón II gobernó lo que los historiadores denominan Imperio neoasirio, que dominó la región del 911 a.C. hasta su destrucción en el 609 a.C. por parte de los persas y los babilonios. Los asirios, el primer imperio que utilizó armas de hierro, desarrollaron técnicas militares avanzadas para dominar a sus enemigos.

    Cuando Sargón se hizo con el trono en el 721 a.C., enseguida conquistó el reino rebelde de Israel, en el norte, y obligó a trasladar a miles de cautivos. La Biblia menciona que dominó la ciudad costera de Asdod y un equipo de arqueólogos descubrió hace poco una muralla construida de forma apresurada alrededor del asentamiento que no consiguió contener el ataque. El reino meridional de Judea evitó seguir la misma suerte que Israel convirtiéndose en un estado vasallo.

    Las victorias militares de Sargón prosiguieron por toda Anatolia y el oeste de la meseta iraní. También construyó una nueva capital a las afueras de Nínive, Dur Sharrukin, que significa «fuerte de Sargón», pero apenas existe información sobre sus hazañas no militares. Según los arqueólogos, los paneles de Faida sugieren que la realeza apoyó la mejora de las tierras fuera de los centros principales de Asiria.

    El hijo de Sargón, Sennacherib, expandió esta red y construyó el que podría ser el acueducto más antiguo del mundo, una estructura que atravesaba un río cerca de Nínive y que empleó arcos de piedra y cemento impermeable. «A lo largo de valles empinados, extendí un acueducto de bloques de piedra caliza; hice que esas aguas fluyeran sobre él», presumía en una inscripción.

    Stephanie Dalley, arqueóloga de la Universidad de Oxford, sostiene que los legendarios Jardines Colgantes de Babilonia se habrían construido en Nínive para aprovechar la abundancia de agua bombeada a la ciudad. Aunque su tesis es polémica, Ur y otros investigadores afirman que los académicos han subestimado la pericia tecnológica asiria fuera del campo de batalla.

    La expedición empleó tecnologías avanzadas —como el escaneado láser y la fotografía digital— para documentar cada detalle de los paneles de piedra y su contexto. Consiguieron fotos aéreas de alta resolución con un dron que permitirán a los investigadores cartografiar la red de canales.

    Pero los valiosos restos del mecenazgo de Sargón están «muy amenazados por el vandalismo, las excavaciones ilegales y la expansión de una aldea cercana», advirtió Morandi Bonacossi. Añade que, el pasado mayo, uno de los relieves sufrió daños por un posible saqueador. Otro panel quedó maltrecho cuando un ganadero expandió un establo. Y en 2018, se construyó un acueducto moderno que atravesaba el antiguo canal.

    Según él, el objetivo final es crear un parque arqueológico que incluya otros relieves en roca y obtener la protección de la Unesco como lugar Patrimonio de la Humanidad para todo el sistema hidráulico construido por varios gobernantes asirios cinco siglos antes de la llegada de los romanos.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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