Susan B. Anthony: una vida dedicada a la lucha por el sufragio femenino

Aunque la sufragista defendió incansablemente el voto femenino, nunca consiguió votar legalmente.

Por Erin Blakemore
Publicado 14 feb 2020, 11:56 CET
Susan B. Anthony desempeñó un papel importante en el movimiento sufragista y dedicó la mayor parte de su vida a la defensa de la igualdad de derechos para las mujeres.
Fotografía de PhotoQuest, Getty

Susan B. Anthony, una activista incansable que recorrió Estados Unidos defendiendo los derechos de las mujeres en el siglo XIX, dedicó la mayor parte de sus 86 años a conseguir el voto femenino. Aunque se burlaron de ella, la ridiculizaron y la ignoraron, Anthony (a quien llamaban «la mujer atrevida») se convirtió en una de las principales voces del movimiento sufragista.

Nació el 15 de febrero de 1820 en una familia de cuáqueros activistas. Al principio, a Anthony le interesaba más el abolicionismo que el sufragio. Fue un tema diferente el que la atrajo al incipiente movimiento por los derechos de la mujer (la igualdad salarial), cuando se enteró de que los profesores ganaban al mes el cuádruple que ella.

Susan B. Anthony (izq.) y Elizabeth Cady Stanton fueron amigas y activistas toda la vida. En una carta de 1902, Anthony escribió a Stanton: «Han pasado 51 años desde que nos conocimos y hemos estado ocupadas cada uno de ellos, instando al mundo a que reconozca los derechos de las mujeres».
Fotografía de Bettmann, Getty

Con el paso del tiempo, Anthony empezó a participar en temas sociales como la abstinencia y la abolición de la esclavitud. Se manifestó a favor de una vestimenta más cómoda y menos restrictiva para las mujeres junto a la activista feminista Amelia Bloomer. En 1851, Bloomer le presentó a la sufragista Elizabeth Cady Stanton, con quien entabló una amistad que duraría toda la vida y colaboró en muchas cuestiones relacionadas con la reforma.

Por el camino, se toparon con una resistencia constante a la idea de que las mujeres hablaran en público. Anthony, a la que habían educado para decir lo que pensaba, se indignó cuando le dijeron «escucha y aprende» en convenciones donde se instaba a los hombres a hacerse oír. Empezó a defender temas como el derecho a la propiedad y el derecho al divorcio para las mujeres.

Al principio, Anthony prosiguió su activismo abolicionista y tuvo que hacer frente a revueltas y a que quemaran una efigie suya por pronunciarse en contra de la esclavitud. En 1866, Stanton y ella fundaron la Asociación Estadounidense por la Igualdad de Derechos, un grupo dedicado a conseguir la igualdad de derechos para todos los ciudadanos estadounidenses.

Tras la aprobación de la Decimocuarta Enmienda, que otorgó el derecho a voto a los hombres que habían sido esclavos, se produjo una división entre quienes pensaban que los hombres negros debían obtener el sufragio antes que las mujeres blancas y quienes querían priorizar el sufragio femenino. Anthony interpretó que Frederick Douglass apoyara el sufragio de los hombres negros como una afrenta contra las mujeres y se separó amargamente de él y sus partidarios, empleando una retórica racista y diciendo «que las mujeres vayan primero y los negros los últimos».

Tras la división, Anthony se dedicó a los derechos de las mujeres a tiempo completo, publicó un periódico feminista llamado Revolution y fundó la Asociación Nacional por el Sufragio de la Mujer. Viajaba por el país durante gran parte del año, dando charlas apasionadas sobre el sufragio femenino y presionando a los gobiernos estatales para que concedieran el voto a las mujeres. Se convirtió en la cara del movimiento sufragista reconocida (y ridiculizada) a nivel nacional.

En 1872, Anthony se hizo más más visible cuando la detuvieron y la juzgaron por votar en las elecciones presidenciales. La acusó un gran jurado compuesto solo por hombres, la juzgó un juez que ordenó al jurado que la declarara culpable y le impusieron una multa de 100 dólares que se negó a pagar.

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    Seis sufragistas en la Convención Nacional Republicana de 1920 en Chicago sostienen una pancarta con una cita de Anthony. Aunque Anthony murió 14 años antes de que las mujeres consiguieran el derecho a voto, transmitió su mensaje y su dinamismo a la siguiente generación de sufragistas.
    Fotografía de Universal History Archive, Universal Images Group, Getty

    El juicio fue el momento más público y polémico de Anthony, pero no dejó de manifestarse por los derechos de las mujeres. En sus últimos años, coescribió una historia sobre el sufragio femenino, participó en la negociación de la fusión de los grupos sufragistas del país y siguió recorriendo el país e incluso otros lugares del mundo defendiendo el derecho a voto. Finalmente, se reconcilió con Douglass antes de la muerte de él, en 1895.

    «Si pudiera vivir otro siglo para ver los frutos de todo el trabajo en favor de las mujeres», dijo en 1902. Cuatro años después, Anthony falleció.

    Habría que esperar hasta 1920 para que las mujeres votaran legalmente por primera vez en las elecciones federales de Estados Unidos. Más de un siglo después de su muerte, las mujeres llevan pegatinas de «Voté» a la tumba de Anthony en Rochester cuando hay elecciones, un tributo pequeño pero apropiado para la líder cuya persistencia allanó el camino de los derechos políticos de las mujeres.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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