«Fue un linchamiento moderno»: Las muertes violentas reflejan un brutal legado estadounidense

Mientras los negros siguen muriendo a manos de la policía y los justicieros, Estados Unidos afronta su larga historia de violencia racial.

Por DeNeen L. Brown
Publicado 4 jun 2020, 16:36 CEST
El 24 de junio de 1922, más de 3000 afroamericanos participaron en una protesta silenciosa por ...

El 24 de junio de 1922, más de 3000 afroamericanos participaron en una protesta silenciosa por las calles de Washington D.C. para demandar el fin de los linchamientos que aterrorizaban a los negros. Según un artículo de 1922 del New York Times, un grupo de chicos que participó en la protesta llevaba una pancarta que decía: «Tenemos quince años: un chico de nuestra edad fue asado vivo». Otra pancarta rezaba: «El Congreso debate la constitucionalidad mientras el humo de los cuerpos que arden oscurece los cielos».

Fotografía de Bettmann, GETTY IMAGES
Nota: Este artículo contiene imágenes sensibles. Hemos incluido una fotografía del linchamiento de Rubin Stacy como referencia histórica de la brutalidad sobre la que escribe DeNeen Brown. Las imágenes de los linchamientos se utilizaban para perpetuar la ideología supremacista blanca al crear registros permanentes que mostraban cómo se les arrebataba el poder a hombres y mujeres negros sobre un fondo de espectadores blancos. Aunque se incluyó una fotografía similar del linchamiento de Stacy en un informe antilinchamiento de la NAACP (Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color) enviado al presidente Franklin Roosevelt, él se negó a apoyar la legislación antilinchamiento.

Un vídeo muestra a George Floyd, un hombre negro, tendido sobre la calzada, angustiado, con la cabeza aplastada contra el suelo. Un agente de policía blanco le presiona el cuello con la rodilla. «No puedo respirar», dice Floyd, de 46 años, una y otra vez. «Por favor. Por favor. Por favor. No puedo respirar. Por favor». Los transeúntes, que graban la escena, suplican al agente que pare. Pero él no para. Con otros tres agentes a su alrededor, se arrodilla sobre Floyd durante ocho minutos y 48 segundos mientras se le escapa la vida del cuerpo.

«Fue un linchamiento moderno», dijo Arica Coleman, historiadora, crítica cultural y autora.

«Este hombre yacía impotente en el suelo. Está sometido. Hay un policía arrodillándosele sobre el cuello. Este hombre ruega por su vida. A mí me parece que es la exhibición definitiva del poder de un ser humano sobre otro. Históricamente, podían lincharte por cualquier cosa».

Entre 1920 y 1938, la NAACP desplegó una bandera frente a su sede de la Quinta Avenida de Nueva York, anunciando al mundo: «AYER LINCHARON A UN HOMBRE».

Fotografía de Library of Congress/Corbis/VCG via Getty Images

En 2015, cuando un agente de policía blanco disparó por la espalda a Walter Scott, un hombre negro, en Carolina del Sur, el artista Dread Scott creó esta pancarta que evoca la imagen histórica de la bandera que colgó la NAACP frente a su sede de Nueva York.

Fotografía de Dread Scott (fotografía y arte)

Entre 1877 y 1950, más de 4400 hombres, mujeres y niños negros fueron linchados por turbas blancas, según la Equal Justice Initiative. Disparaban, desollaban, quemaban vivos, apaleaban y colgaban de árboles a los negros. Los linchamientos solían llevarse a cabo a la vista de las instituciones de justicia, en los jardines de los tribunales. Algunos historiadores afirman que la violencia contra los miles de negros linchados tras la guerra de Secesión es la precursora de los ataques por parte de justicieros y las tácticas policiales abusivas que se aún usan contra las personas negras hoy en día, normalmente con impunidad.

La muerte de Floyd ocurrió seis semanas después de que la policía de Louisville, Kentucky, asesinara a tiros a Breonna Taylor, una mujer negra de 26 años, durante una redada en su casa a medianoche. Ocurrió 10 semanas después del asesinato de Ahmaud Arbery, un hombre negro de 25 años, perseguido por un padre y un hijo blancos en una camioneta mientras corría por su barrio en Glynn County, Georgia.

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    Los historiadores dicen que las muertes parecen haber arrancado la postilla de 400 años de opresión a los negros. Durante una pandemia que ha afectado y matado desproporcionadamente a los afroamericanos, las muertes han desatado una ira contra la opresión que se ha convertido en un catalizador de las insurrecciones por todo Estados Unidos y en el resto del mundo. De París a Sídney, en Australia, y de Ámsterdam a Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, miles de personas han salido a las calles para demandar justicia y el fin de la brutalidad policial.

    Bryan Stevenson, fundador y director ejecutivo de la Equal Justice Initiative, una organización sin ánimo de lucro que intenta abordar el legado racista del país mediante el activismo y la educación, ha dicho que las raíces de las protestas se encuentran en la realidad de que el país aún no ha aceptado su historia brutal de esclavitud, linchamientos y opresión reiterada de los negros.

    «Nunca hemos afrontado el mayor lastre de nuestro país tras dos siglos de esclavitud de los negros, que es la ficción de que los negros no han evolucionado plenamente y son menos humanos, menos valiosos y menos merecedores que los blancos», explicó Stevenson.

    «Esta idea de supremacía blanca es lo que ha impulsado un siglo de violencia racial contra los negros, miles de linchamientos, asesinatos en masa y una presunción de peligrosidad y culpabilidad que persiste hasta la actualidad», prosiguió Stevenson. «Por eso cuando han asesinado a Ahmaud Arbery, Breonna Taylor y George Floyd, el instinto inmediato de la policía, los fiscales y demasiados políticos es proteger a los blancos implicados. Los vídeos complican esa estrategia, pero incluso la violencia gráfica grabada será insuficiente para superar un rechazo largo y duradero a enfrentarse a la historia de injusticia racial de nuestro país».

    Asesinado a la vista de todos

    Tras la muerte de Floyd, la gente lloró y se lamentó abiertamente al ver el vídeo. Para muchos fue un recordatorio de la brutalidad que han sufrido los negros históricamente.

    En Boston, el presidente del Emerson College escribió una carta sin precedentes a sus estudiantes en la que explicaba su reacción desgarradora al asesinato grabado de Floyd y que comenzaba así: «Hoy os escribo como hombre negro… No hay otra forma de escribiros, teniendo en cuenta los recientes acontecimientos».

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      Un Terrence Floyd emocionado (segundo por la derecha) es consolado mientras se sienta en el lugar de la intersección entre la Calle 38 y la Avenida Chicago de Minneapolis donde murió su hermano, George Floyd, el 25 de mayo de 2020. Terrence Floyd pidió el fin de las protestas violentas que han surgido por todo el país diciendo que «no me devolverán a mi hermano».

      Fotografía de Bebeto Matthews, Associated Press

      Una manifestante sostiene una pancarta durante una protesta frente a la Casa Blanca, donde se congregaron cientos de personas tras la muerte de George Floyd. El lunes, 1 de junio, la policía disparó gas lacrimógeno a los manifestantes que protestaban de forma pacífica y utilizó granadas aturdidoras para despejar Lafayette Square y permitir que el presidente Donald Trump caminara desde la Casa Blanca a la iglesia de San Juan, donde posó ante las cámaras sosteniendo una biblia.

      Fotografía de Evan Vucci, Associated Press

      «La noche del viernes no dormí», escribió Lee Pelton, orador sobre las artes liberales, la educación y la diversidad que es famoso a nivel nacional. «Pasé la noche como una polilla atraída por una llama, viendo una y otra vez el vídeo del asesinato de George Floyd a manos de un agente blanco de la policía de Minneapolis. Fue un linchamiento legalizado».

      Aunque el país emprendió una iniciativa sin precedentes para imponer el distanciamiento social y poner fin a la pandemia, «eso no impidió que un hombre negro fuera asesinado a vista de todos», señaló. Pelton escribió que le impactó la «insensibilidad y la deshumanización casual» de Floyd, mientras el agente seguía presionando la rodilla contra el cuello de Floyd con total tranquilidad.

      Un forense de Minneapolis determinó que la muerte de Floyd había sido un homicidio y explicó que se le había parado el corazón mientras el agente le comprimía el cuello. El policía Derek Chauvin fue despedido y posteriormente acusado de asesinato en segundo grado. Otros tres agentes que se encontraban en el lugar también fueron despedidos y acusados de ayudar e instigar el asesinato.

      «Para aquel agente, él era invisible. El Hombre Invisible que Ralph Ellison describió en su novela del mismo nombre», escribió Pelton, que comenzó su carrera académica como profesor de inglés y literatura estadounidense. «Los afroamericanos son invisibles para la mayor parte de la América blanca. Vivimos en la sombra».

      La «deshumanización»: un vínculo entre estos asesinatos

      Según los historiadores, esa «deshumanización» de los negros es un denominador común de los incidentes recientes. Conecta las muertes prematuras de Floyd, Taylor y Arbery —y la amenaza de llamar a la policía por un hombre negro que observaba aves en Central Park— a una terrible historia de opresión racial en Estados Unidos y a su horrible legado de linchamientos.

      La muerte de Floyd se produjo la misma semana que Christian Cooper, miembro de la junta de la Audubon Society de Nueva York que ha estudiado en Harvard, observaba aves en The Ramble, una parte forestada de Central Park, cuando se topó con una mujer blanca que paseaba a su perro sin correa.

      Más de 800 tarros de tierra de lugares de linchamientos de todo el país se exponen en el Legacy Museum and Memorial de la Equal Justice Initiative en Montgomery, Alabama, ubicado en el antiguo emplazamiento de un almacén donde en el pasado esclavizaron a los negros. El Legacy Museum: From Enslavement to Mass Incarceration (Desde la esclavitud hasta la encarcelación masiva) captura la historia de los horribles linchamientos del terror racial. «La tierra de estos tarros representa las vidas de innumerables estadounidenses que nunca tuvieron un entierro digno, que sufrieron muertes terriblemente violentas por “delitos graves” como discutir con un hombre blanco», dice el museo.

      Fotografía de Joshua Cogan

      Cuando pidió a la mujer, identificada más adelante como Amy Cooper, que pusiera la correa al perro en una zona donde se exige que lleven correa, ella se negó. Christian Cooper empezó a grabar el encuentro mientras ella le advertía que iba a llamar a la policía y denunciar que «un hombre afroamericano» la estaba amenazando. Christian Cooper, que siguió grabando la llamada con tranquilidad, explicó más tarde al Washington Post: «No voy a participar en mi propia deshumanización».

      «Lo que estés haciendo no cambia nada, ya estés observando aves, vendiendo agua en la acera o dando las noticias, tu propia presencia supone una amenaza por los significados asociados a tu negritud: peligro, impureza, inhumanidad, criminal», explicó Coleman.

      «Respirar siendo negro» es el delito, señaló Coleman. «Y eso se remonta a la historia del país. Lincharon a mucha gente negra solo por ser negra. Otorga poder a los blancos, por eso esa mujer, Amy, sabía el papel exacto que tenía que desempeñar: el de damisela blanca en apuros amenazada por el lobo negro grande y malvado. “Voy a llamar a la policía y decirles que eres un afroamericano amenazándome”. Se sabía el guion».

      No solo linchados, sino torturados

      En 2018, la Equal Justice Initiative inauguró el Monumento Nacional por la Paz y la Justicia en Montgomery, Alabama, el primer monumento del país que conmemora a las víctimas del linchamiento. Consta de 801 monumentos de dos metros construidos con acero oxidado, uno por cada condado en el que se produjo un linchamiento. El nombre de cada víctima se encuentra grabado en las columnas oxidadas, colgadas de vigas como los cuerpos linchados de hombres, mujeres y niños negros comparados con «fruta extraña» en una canción de protesta antilinchamientos de la década de 1930 popularizada por Billie Holliday.

      Los linchamientos fueron una forma brutal de asesinatos extrajudiciales y tuvieron lugar por todo el país, incluso en los tres estados donde vivían Floyd, Taylor y Arbrey. No solo consistían en colgar a la gente de los árboles, sino que a menudo incluían torturas. Las turbas blancas cortaban los genitales a los hombres negros, les amputaban los dedos de las manos de los pies y desollaban a las víctimas, a quienes a veces quemaban vivas. Las mujeres y los niños negros también fueron víctimas de los linchamientos. Según los registros, a veces las turbas blancas cortaban y abrían el vientre a las mujeres negras embarazadas y también mataban a sus bebés.

      El cuerpo de Rubin Stacy, de 32 años, cuelga de un árbol en Fort Lauderdale, Florida, el 19 de julio de 1935. Stacy fue linchado por una turba de hombres enmascarados que lo capturaron cuando estaba bajo custodia de los ayudantes del sheriff, acusado de «atacar» a una mujer blanca. Según un informe de NAACP, Stacy fue ahorcado cerca de la casa de Marion Jones, la mujer que había presentado la denuncia original. El New York Times escribió que «una investigación posterior reveló que Stacy, un arrendatario sin hogar, había ido a su casa a pedir comida. La mujer se asustó y gritó al ver la cara de Stacy».

      Las fotos del linchamiento de Rubin Stacy circularon por todo el país, publicadas en una revista de la NAACP y la revista Life. La imagen se incluyó en un informe antilinchamiento enviado al presidente Franklin Roosevelt. La NAACP esperaba que la elección de Roosevelt en 1932 pusiera fin a los miles de linchamientos que habían aterrorizado a tanta gente, pero Roosevelt se negó a apoyar la legislación antilinchamiento.

      Fotografía de Associated Press

      En 1918, Mary Turner, que tenía 21 años y estaba embarazada de ocho meses, fue linchada por una turba blanca en el sur de Georgia cuando protestó contra el linchamiento de su marido el día anterior, según la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color. Para investigarlo enviaron a Walter White, director de la NAACP entre 1929 y 1955. Entre 1880 y 1968, se registraron al menos 637 linchamientos en el estado, según un estudio del Instituto Tuskegee.

      «Hampton Smith, el dueño abusivo de una plantación, fue asesinado a tiros», según la NAACP. «Una búsqueda de una semana terminó con el asesinato del marido de Mary Turner, Hayes Turner. Mary Turner negó que su marido hubiera estado implicado en el asesinato de Smith, se opuso públicamente al asesinato de su marido y amenazó con hacer que detuvieran a los miembros de la turba».

      Al día siguiente, una muchedumbre vino en busca de Mary Turner. «La turba le ató los tobillos, la colgó boca abajo de un árbol, la roció con gasolina y aceite de motor y le prendió fuego», informó la NAACP. «Turner seguía viva cuando un miembro de la turba le abrió el abdomen con un cuchillo y su hijo no nato cayó al suelo. El bebé fue pisoteado y aplastado cuando cayó al suelo. El cuerpo de Turner fue acribillado a balazos».

      Muchos de los negros linchados nunca fueron acusados formalmente de haber cometido delitos. Algunos fueron linchados solo por dirigirse a un blanco de una forma que ese blanco consideraba inapropiado. Otros fueron asesinados tras ser acusados de chocar por error con una mujer blanca, mirar directamente a los ojos a un blanco o incluso beber del pozo de una familia blanca.

      «Hay un odio profundo en la médula ósea de este país que apoya el asesinato del cuerpo negro», dijo CeLilliane Green, historiadora, poeta y autora.

      El país se construyó sobre los ideales raciales de supremacía blanca, afirmó Green. Cuarenta de los 56 fundadores que firmaron la Declaración de la Independencia, así como 10 de los 12 primeros presidentes, tenían esclavos. La Constitución no reconocía a los negros como seres plenamente humanos, ya que contaba a las personas esclavizadas como tres quintas partes de una persona libre.

      A los blancos se les encomendó matar a los negros

      Los historiadores afirman que las actitudes que han conservado algunos blancos respecto a la «inferioridad» de los negros han dado lugar al racismo que subyace tras la opresión actual. Esa historia incluye los códigos de esclavos aprobados por los estados que otorgaban a los dueños un dominio total de las vidas de los negros. Algunos estados prohibieron que los afroamericanos se congregaran, poseyeran su propia comida o aprendieran a leer.

      Las leyes de Jim Crow y los Códigos Negros se promulgaron para controlar el movimiento de los negros por la noche. Algunas ciudades exclusivamente blancas promulgaron leyes que exigían que los negros abandonaran la localidad antes del anochecer. Muchos negros fueron linchados simplemente por «incumplir» estas leyes.

      En el siglo XVIII, Georgia exigió que los dueños de plantaciones y los empleados blancos sirvieran en la milicia estatal, que impuso la esclavitud, según la ACLU. A lo largo de la historia de los Estados Unidos, «a los blancos se les encomendó matar a los negros», dijo Green. «El padre y el hijo de Georgia actuaban como cazadores de esclavos».

      Esta escena recuerda la violencia que podía surgir cuando descubrían a un esclavo negro por ahí sin los pases que exigían los Códigos Negros.

      Un vídeo de 30 minutos grabado con un móvil el 23 de febrero capturó la muerte de Arbery mientras corría hacia su casa. En las imágenes se le ve corriendo por una calle mientras dos hombres blancos —más adelante identificados como Gregory McMichael (64) y su hijo Travis McMichael (34)— esperaban para tenderle una emboscada.

      Arbery intenta luchar, pero le disparan tres veces. Después trata de huir, pero cae al suelo, muerto. Los hombres que lo asesinaron no serían detenidos hasta dos meses después de su muerte.

      Coleman señaló que el asesinato de Arbery no existe en un vacío. Procede de la historia de «deshumanizar» a los negros. «Todos estos incidentes están vinculados al miedo a la negrura».

      Esa «deshumanización» se impuso por ley en 1857, cuando el Tribunal Supremo de Estados Unidos dictaminó en el caso Dred Scott contra Sandford que no debía considerarse ciudadanos estadounidenses a los afroamericanos —ya fueran considerados libres o esclavos— y no podían demandar en juzgados federales. Esto quería decir que la ley no protegía a los negros y «no estaba permitido que los negros se defendieran», explicó Coleman.

      Coleman indicó que aquel concepto entró en juego en el tiroteo de Taylor, cuando la policía derribó su puerta en plena noche y su novio les disparó. «No solo le dispararon ocho veces; cuando su novio, que no sabía qué pasaba, intentó defender su casa, lo detuvieron por intento de asesinato de un agente de policía porque, de nuevo, se supone que los negros no deben defenderse. Esa es la realidad de las personas negras desde el día uno», dijo.

      Acusaciones letales de mujeres blancas

      Mientras estallaban las protestas, el hashtag #AmyCooperIsARacist era tendencia en Twitter. Los comunicadores sociales señalaron que el incidente de Cooper les recordaba el peligro inherente a la acusación de una mujer blanca ante la policía para los hombres negros, una realidad que documentó la periodista Ida B. Wells en su investigación. Este año, ganó un Pulitzer póstumo por su valerosa cobertura de la violencia contra los negros durante la era de los linchamientos.

      Wells concluyó que muchos hombres negros habían sido linchados por las acusaciones falsas de mujeres blancas. En un famoso editorial publicado en su periódico, Memphis Free Speech, el 21 de mayo de 1892, Wells escribió: «Nadie de esta parte del país se cree la vieja y trillada mentira de que los hombres negros violen a las mujeres blancas. Si los hombres sureños no se andan con cuidado, puede llegarse a una conclusión que podría resultar muy perjudicial para la reputación moral de sus mujeres».

      Mamie Till-Mobley solloza en el funeral de su hijo el 6 de septiembre de 1955 en Chicago. Emmett Till, un chico de 14 años que estaba visitando a sus parientes en Mississippi, fue asesinado cuando una mujer blanca, Carolyn Bryant, lo acusó de silbarle. Till fue secuestrado, torturado y asesinado en Money, Mississippi, el 28 de agosto de 1955. Tres días después, encontraron su cuerpo, que habían lastrado con el ventilador de una desmotadora de algodón, en el río Tallahatchie.

      Su madre pidió un funeral con ataúd abierto en Chicago y esa fotografía del rostro desfigurado de Till se publicaría en Jet Magazine para que el mundo viera los horrores de los linchamientos en el sur de Estados Unidos. Casi 60 años después, la acusadora de Emmett, Carolyn Donham, reveló que había mentido sobre su interacción con Emmett, según Timothy B. Tyson, un profesor de la Universidad de Duke que publicó el libro The Blood of Emmett Till.

      Fotografía de Bettmann, Getty Images

      Juicio por el asesinato de Emmett Till

      J.W. Milam (izq.) y su medio hermano Roy Bryant (dcha.) fueron absueltos del cargo del asesinato de Emmett Louis Till, un niño de 14 años acusado de silbarle a una mujer blanca. Un jurado compuesto exclusivamente por blancos los absolvió tras deliberar durante una hora. Más adelante, en una entrevista con la prensa, los dos admitirían haber matado a Till. Nunca los condenaron por el atroz asesinato de Till en 1955, lo que desencadenó el movimiento por los derechos civiles. Murieron sin ser condenados. En 2018, Carolyn Bryant, la mujer blanca que acusó a Till de silbarle en un supermercado de Money, Mississippi, admitió que había mentido.

      Fotografía de Bettmann, Getty Images

      La amenaza de Cooper recuerda a la acusación falsa más infame de una mujer blanca: la que condujo al asesinato de Emmett Till, un chico de 14 años de Chicago linchado en Money, Mississippi, en 1955.

      Tras ser acusado de silbarle a una mujer blanca, el adolescente fue secuestrado en la casa de su tío, torturado y acribillado a balazos. Envolvieron su cuerpo en alambre de espino y lo ataron a un ventilador de 34 kilos antes de tirarlo al río Tallahatchie. Décadas después, la mujer que lo acusó de flirtear con ella admitió que gran parte de la historia era mentira.

      Se hizo una acusación similar en 1920 contra tres trabajadores circenses negros que fueron linchados en Duluth, Minnesota. Elias Clayton, Elmer Jackson e Isaac McGhie, que trabajaban como cocineros y peones, habían llegado a Duluth un día antes con el Circo John Robinson.

      «Acudieron a la ciudad para ir a un desfile gratuito y un día de espectáculos el 14 de junio de 1920», según la Sociedad Histórica de Minnesota.

      Aquella noche, una mujer de 19 años llamada Irene Tusken y su amigo James Sullivan, de 18, asistieron al circo. «Al final de la noche, la pareja salió por la parte trasera de la tienda principal», cuenta la sociedad histórica. «Nadie está seguro de qué ocurrió a continuación, pero a primeras horas de la mañana del 15 de junio, el jefe de la policía de Duluth, John Murphy, recibió una llamada del padre de James Sullivan. Este decía que seis trabajadores circenses negros habían retenido a la pareja a punta de pistola y violado a Irene Tusken». Un examen físico no halló pruebas que corroboraran la acusación.

      La policía detuvo a seis hombres negros. Los periódicos informaron de la supuesta agresión sexual y, aquella noche, se congregó una turba blanca «de entre 1000 y 10 000 personas» y se abrió paso hasta la comisaría. «No se toparon con mucha resistencia por parte de los policías, que habían recibido la orden de no utilizar sus armas», señala la sociedad histórica. Tras un juicio falso, Clayton, Jackson y McGhie fueron declarados culpables.

      Los ataron a una farola, como muestra una fotografía convertida en una postal, una práctica macabra que duró unos 50 años. En la imagen, dos hombres penden de la farola por unas cuerdas con las camisas desgarradas y los pies colgando, mientras que el otro yace en el suelo. Un grupo de hombres blancos con abrigos y chaquetas de traje, algunos sonriendo, rodea los cuerpos.

      El Duluth Herald informó de los horrores del linchamiento de tres hombres negros por parte de una turba blanca el 15 de junio de 1920 en Duluth, Minnesota. «TURBA FURIOSA SE LLEVA A TRES NEGROS DE LA COMISARÍA DE POLICÍA Y LOS CUELGA DE UNA FAROLA», dice el titular.

      Fotografía de Historic Collection, Alamy

      «Sin el beneficio de abogados ni tribunales»

      Como Floyd, Taylor y Arbery, muchas de las víctimas de los linchamientos fueron asesinadas sin garantías procesales, nunca se les acusó de un delito y nunca se les dio la oportunidad de defenderse de las alegaciones.

      Hace 74 años, Georgia presenció el que pasaría a conocerse como «el último linchamiento en masa», cuando una turba atacó a dos hombres negros y a sus mujeres que volvían de depositar una fianza.

      El 25 de julio de 1946, George W. Dorsey y su mujer, Mae Murray Dorse, y Roger Malcolm y su mujer, Dorothy Malcolm fueron sacados de un coche por la fuerza en el condado de Walton, a unos 48 kilómetros al este de Atlanta, según informes judiciales. Las parejas fueron brutalmente azotadas y torturadas.

      Dos semanas antes del ataque, Roger Malcolm había sido detenido y acusado de apuñalar a un agricultor blanco durante una pelea, según un informe de la Equal Justice Initiative. Un terrateniente blanco para quien trabajaban los Malcom y los Dorsey como aparceros se ofreció a llevarlos en coche a la cárcel para depositar una fianza de 600 dólares. Pero cuando volvían a la granja, una turba de 30 hombres blancos emboscó el coche. La turba los ató a un roble. Acribillaron sus cuerpos a balazos y la turba les abrió el cráneo y les arrancó las extremidades, desgarrándoles la carne.

      Dejaron los cuerpos colgados cerca del puente Moore’s Ford sobre el río Apalachee, otra escena espantosa en el paisaje del racismo estadounidense.

      «Murieron sin el beneficio de abogados ni tribunales, privados de todos sus derechos constitucionales y sin un ápice de piedad», escribió el historiador Anthony Pitch, autor de The Last Lynching: How a Gruesome Mass Murder Rocked a Small Georgia Town.

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        El Monumento Nacional por la Paz y la Justicia, inaugurado el 26 de abril de 2018, se dedica al legado de la esclavitud y las víctimas de los linchamientos del terror racial. Contiene más de 800 monumentos de acero corten que representan los condados del país donde se produjeron linchamientos. En cada columna está grabado el nombre de un hombre, mujer o niño negros linchados. Según la Equal Justice Initiative, más de 4400 hombres, mujeres y niños negros fueron «ahorcados, quemados vivos, tiroteados, ahogados y apaleados hasta la muerte por turbas blancas entre 1877 y 1950».

        Fotografía de Raymond Boyd, Getty Images

        Acabar con lacras como estas

        Estos linchamientos también conmocionaron al país, ya que solo transcurrían meses entre incidentes terribles que desataban la indignación nacional. En Batesburg, Carolina del Sur, un veterano negro de la II Guerra Mundial uniformado fue expulsado de un autobús tras ser acusado de replicarle al conductor. Un agente de policía lo apaleó hasta dejarlo inconsciente y le causó ceguera permanente. Isaac Woodward acababa de recibir una baja con honores. Cuando el presidente Harry S. Truman se enteró de que los veteranos negros que volvían y demandaban sus derechos como ciudadanos estaban siendo apaleados, dijo: «Lucharé para acabar con lacras como estas».

        El asesinato de las parejas en el puente Moore’s Ford podría haber sido el último «linchamiento masivo» documentado en Georgia, pero a pesar de la promesa de Truman, los linchamientos continuaron por todo el país.

        En un momento dado, eran tan aceptados que los anunciaban con antelación. Los periódicos publicaban la fecha, hora y lugar de estas ejecuciones extrajudiciales planificadas. Quizá ahora eso parezca inimaginable, pero Coleman observa similitudes desagradables en los vídeos actuales. «Miles de personas viajaban en tren [para verlo]», contó. «Y después ponían las imágenes en postales. Ahora tenemos internet y todas estas redes sociales. No veo la diferencia. Se convierte en pornografía del asesinato. Estás sentado viendo cómo matan a alguien en tiempo real».

        Tras la Proclamación de Emancipación, cuando se abolió la esclavitud, comenzó una era de terror racial diseñada para que los negros siguieran subyugados a la autoridad blanca. «Vivimos casi un siglo más de violencia indiscriminada contra las personas negras porque la supremacía blanca no considera a los negros personas libres. Y eso sigue ocurriendo en la actualidad», explicó Coleman.

        Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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