¿Qué es el festival Burning Man y por qué es tan famoso?

Te contamos cómo este evento anual transforma un duro desierto de Nevada en la ciudad del arte para juerguistas de todas las capacidades.

Por Laken Brooks
Publicado 2 sept 2022, 13:09 CEST
Los miembros del Mobility Camp que actúan como "Lamplighters" en Burning Man ruedan por Black Rock ...

Los miembros del Mobility Camp que actúan como "lamplighters" en Burning Man ruedan por Black Rock City, un extenso campamento que sirve de base para el festival del desierto. Los faroleros iluminan todas las noches del festival para ayudar a la gente a regresar a sus campamentos tras la puesta de sol.

Fotografía de Morgan Lieberman

En una ceremonia que se celebra todos los años desde 1993, una procesión de personas llamadas "lamplighters", que significa farolero en español, vestidas con túnicas adornadas con llamas bordadas, guía a los asistentes del Burning Man hasta la instalación artística homónima del festival. Cuando la oscuridad se instala en el desierto del norte de Nevada, Estados Unidos, la colosal estatua de madera, arpillera y cera se enciende, marcando la penúltima noche de una celebración de una semana que promueve la "inclusión radical".

Ese ethos de "todos son bienvenidos" es un principio clave del Burning Man, un espectáculo en el desierto donde (casi) todo vale. Aun así, Dani Moore, conocida como "Rat Lady" por sus compañeros del Burner, contribuyó a hacer historia. Moore fue una de las primeras lamplighters en utilizar una silla de ruedas, dejando sus huellas junto a las de los pies en el polvo. Está entre los cientos de personas con limitaciones físicas que participan en el famoso festival a través del Mobility Camp.

Los asistentes al festival recorren en bicicleta los numerosos campamentos que componen Black Rock City, en el desierto de Black Rock de Nevada.

Fotografía de Morgan Lieberman

Fundado por Dale Huntsman como Hot Wheelz Camp en algún momento del año 2000, Mobility Camp es un grupo dirigido por voluntarios dentro de Burning Man que hace más accesible la acampada, una parte esencial de la experiencia. El grupo proporciona estaciones de carga para equipos médicos y uno de los pocos vehículos de transporte accesibles (un tractor y un remolque Gibson de los años 40 decorados a juego con el tema creativo de ese año) a las instalaciones artísticas repartidas por el desierto.

El Mobility Camp es uno de los muchos grupos de afinidad del Burning Man que contribuyen a fomentar el sentido de comunidad en el desierto, pero no es el único. A lo largo de los años se ha creado Da Dirty Hands, una comunidad para los asistentes al festival que son sordos, Blind Burners, una comunidad de artistas y voluntarios ciegos, con visión parcial, que hacen que Burning Man sea más accesible para los invidentes, y campamentos como Uni-Corny, que atiende a personas con alergias alimentarias.

Mobility Camp, uno de los grupos accesibles más antiguos en funcionamiento, muestra cómo los festivales pueden ser más inclusivos proporcionando transporte y servicios de apoyo aptos para sillas de ruedas, con líderes con capacidades diferentes que pueden garantizar un evento comunitario verdaderamente accesible.

Equidad en el desierto 

Los principios rectores del festival afirman que "cualquiera puede formar parte del Burning Man", pero su duro entorno desértico puede ser especialmente duro para las personas con discapacidad. Aunque el Burning Man comenzó en San Francisco en 1986, en 1991 se trasladó a Black Rock, una región árida de cañones escarpados y lechos de lagos secos a más de 160 kilómetros al norte de Reno, Nevada.

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    Fotografía de Morgan Lieberman

    Antes de la pandemia, entre 70 000 y 80 000 participantes hacían el viaje anual a Black Rock, construyendo una metrópolis improvisada en forma de media luna a lo largo de 18 kilómetros cuadrados de terreno conocido como la playa. Con los materiales que traen, los Burners construyen campamentos, edificios comunales y las enormes obras de arte que hacen que el festival sea tan característico. Al final del festival, lo desmontan todo y sacan hasta el último trozo. Todo esto sucede en medio de temperaturas de más de 37 grados grados, salpicadas por imprevisibles tormentas de arena.

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      La mayoría de los asistentes a Burning Man se desplazan en bicicleta incluso en distancias cortas. Los medios de transporte accesibles para sillas de ruedas, como este, abren las siete millas cuadradas del campamento a los asistentes con movilidad limitada.

      Fotografía de Morgan Lieberman

      Los campistas se alinean para una comida en el Campamento de Movilidad, un espacio seguro para los asistentes a Burning Man de todas las capacidades.

      Fotografía de Morgan Lieberman

      "Las tormentas de polvo son malas: el polvo y la arena son corrosivos para las sillas de ruedas. Y Burning Man es tan grande que puedes quedarte tirado. La mayoría de las sillas de ruedas no tienen la autonomía necesaria para recorrer todo el camino desde los campamentos hasta la playa, donde está el arte", dice Moore, líder del Mobility Camp. "Conocía a gente que tenía grandes historias por haber asistido a Burning Man, pero me decían que era imposible hacerlo en una silla de ruedas".

      Pero todo eso está cambiando. Moore dice que en 2019, el 85% de las personas (desde niños hasta ancianos) que se inscribieron para alojarse en el Campamento de Movilidad dijeron tener una discapacidad. (El campamento también está abierto a personas que no tienen discapacidades y buscan un alojamiento más tranquilo y sin sustancias). Cuando la fotógrafa Morgan Lieberman lo visitó ese año, conoció a personas que no sólo sobrevivían, sino que prosperaban.

      Sus fotografías revelan una comunidad en la que los miembros se ayudan y apoyan mutuamente, ya sea aplicando tatuajes temporales, desplazándose a la playa o deslumbrando sillas de ruedas y muletas.

      "Burning Man es una comunidad muy visual, así que hay muchas fotos en Internet en las que parece que todo el mundo va en bicicleta. Piensas: 'Oh, este es un lugar para gente sin discapacidad', pero no es así", dice Lieberman. "Mi objetivo era ir allí y documentar momentos reales de alegría e intimidad que las personas de todas las capacidades sienten en este espacio".

      Los asistentes al Burning Man traen todos los materiales que necesitan para construir sus campamentos, obras de arte y edificios comunales. Al final del festival, lo desmontan todo y siguen las normas de "no dejar rastro" llevándoselo todo.

      Fotografía de Morgan Lieberman

      Aquí se levanta en el desierto una de las muchas instalaciones artísticas que definen el Burning Man.

      Fotografía de Morgan Lieberman

      Dani Moore, que se hace llamar Rat Lady, lleva un nuevo "vehículo mutante" que se adapta a su silla de ruedas al Departamento de Vehículos Mutantes (DMV) del festival para su registro. El ingeniero ruso que creó el vehículo de cuatro ruedas pidió a Moore que lo probara en el desierto.

      Fotografía de Morgan Lieberman

      Para Emily Jacobs, el Burning Man tuvo un profundo impacto en su bienestar. Después de que un accidente de coche en 2010 le hiciera perder la pierna, luchó por adaptarse a su nueva normalidad. Seis años y 37 cirugías después, se sentía sola, algo que experimentan muchas personas que se identifican como discapacitadas porque a menudo se las aísla de sus compañeros o no se les da cabida.

      Jacobs recibió una entrada para el festival como regalo del hombre que perdió el control de su coche y provocó el accidente que se llevó su pierna. "Nos habíamos hecho amigos, y él pensó que Burning Man podría ser un lugar beneficioso para mí", dice.

      El momento más emocionante del festival se produce en su penúltima noche, cuando arde El Hombre, un acto simbólico para muchos asistentes al festival.

      Fotografía de Morgan Lieberman

      Dos asistentes comparten un momento de tranquilidad dentro de un vehículo decorado en el Burning Man.

      Fotografía de Morgan Lieberman

      "La primera hora de mi primer año allí estaba aterrorizada. [Estaba] sola, con dolor, montando el campamento entre extraños", recuerda Jacobs. "Ni siquiera había montado en bicicleta desde antes de mi accidente, así que no sabía qué iba a pasar". En ese momento, los médicos de Jacobs acababan de autorizarla a hacer ejercicios con peso.

      Poco después de llegar al Campamento de Movilidad, Jacobs y otro campista tomaron un carrito de golf para ver los coches de arte que hacían cola en el Departamento de Vehículos Mutantes (DMV). "Puedo seguir investigando este lugar aunque no el resto no funcionoe", recuerda Jacobs que pensó.

      Cinco años después de su primer Burn, Jacobs sigue disfrutando de la libertad de hacer su propio camino, a su propio ritmo, en uno de los mayores festivales al aire libre de Estados Unidos. "No quiero que la gente haga las cosas por mí. Quiero que haya espacios en los que pueda hacer cosas por mí misma", dice Jacobs. "Es curativo tener independencia y recibir ayuda cuando la necesitas, sin que te juzguen".

      Festivales para todos los públicos

      Según el Fondo Nacional de las Artes, los eventos artísticos (especialmente los festivales al aire libre) están ganando popularidad en todo Estados Unidos. La agencia federal afirma que los festivales pueden contribuir a fortalecer las comunidades al animar a la gente a establecer nuevas conexiones, considerar nuevas ideas y crear nuevo arte.

      Pero los festivales y conciertos al aire libre no se adaptan a las diferencias ni mejoran la experiencia de muchos de los 61 millones de estadounidenses adultos que viven con una discapacidad. Algunos carecen de asientos adecuados y no todos contratan intérpretes de lengua de signos americana (ASL). Otros pueden no estar equipados para los asistentes con diferencias de procesamiento sensorial, donde la música alta y las luces intermitentes pueden ser incómodas o provocar reacciones. 

      Hay mejoras en la buena dirección. El Festival de Música Pitchfork cuenta con plataformas de visualización adaptadas a la ADA para que la gente pueda disfrutar de todos los escenarios. Además de ofrecer interpretación de ASL y plataformas de observación, Coachella designa una zona para las empresas de transporte compartido que ofrecen vehículos equipados con sillas de ruedas. La organización sin ánimo de lucro Accessible Festivals asesora a los festivales de música y arte sobre cómo mejorar sus instalaciones.

      Un miembro del campamento de movilidad vestido de farolero se prepara para la ceremonia de encendido de la lámpara.

      Fotografía de Morgan Lieberman

      Pero incluso con estos avances, la comunidad de discapacitados sigue luchando por conseguir mejoras. Por ejemplo, la plataforma de visualización de la ADA en Pitchfork separa a los asistentes de sentarse con sus amigos.

      Cuando un festival es inclusivo con todas las capacidades, aporta la ventaja adicional de ampliar la accesibilidad para mejorar la experiencia de muchos otros, como los mayores. Ese fue el caso de Carolyn Power. A pesar de tener un mayor riesgo de desarrollar agotamiento e insolación (peligros reales en Burning Man) Power dice que se sintió cómoda cuando asistió a su primer Burning Man a los 70 años, alojándose en el Mobility Camp, donde "hay agua helada, sombra y autobuses que te ayudan a ir a donde necesitas", dice. "Esas son grandes opciones para las personas con discapacidad, pero también fueron muy útiles para los ancianos como yo".

      "Nunca sabes cuándo vas a necesitar estos recursos. Puedes caerte y torcerte el tobillo. Podrías estar a un momento de necesitar una silla de ruedas", dice Moore. "A medida que envejecemos, todos tenemos más probabilidades de sufrir una discapacidad".

      Pero no basta con proporcionar asistencia a quienes la necesitan. Los componentes educativos del Campamento de Movilidad, que están abiertos a todos, ofrecen una visión de lo que supone asistir con una discapacidad. Las experiencias de aprendizaje, como las carreras de obstáculos por las que se circula con muletas y sillas de ruedas, ofrecen perspectivas sobre cómo mejorar las instalaciones.

      Estas lecciones tienen ramificaciones en los tiempos post-pandémicos. A medida que los eventos culturales vuelven a los programas presenciales tras las pausas inducidas por la pandemia, Lieberman reflexiona sobre cómo la COVID-19 podría cambiar Burning Man. Nadie sabe todavía cuántos estadounidenses están afrontando los efectos a largo plazo del virus, como la fatiga persistente, los daños respiratorios y la niebla cerebral.

      "El Templo será intenso este año. Es un lugar de memoria y luto", dice Lieberman sobre la instalación artística que se construyó por primera vez en 2000 para conmemorar a un amigo de varios artistas del Burning Man que murió en un accidente de moto. "Habrá mucha gente que regrese con la pena y el dolor que no tenía en 2019".

      Aunque algunos campamentos de afinidad siguen en pausa debido a la pandemia, un consuelo es que Moore y sus acampados han vuelto para recibir a un nuevo grupo de asistentes que buscan forjar conexiones en el desierto. "Las personas con discapacidad merecen pertenecer", dice Moore. "Los humanos necesitan tener aventuras y amor, así que los Lamplighters en silla de ruedas seguirán llevando nuestras linternas".

      Laken Brooks escribe sobre discapacidad y bienestar, cultura y tecnología para CNN, Washington Post, Forbes y otros medios de comunicación.

      Morgan Lieberman es una fotógrafa documental afincada en Los Ángeles, California, cuyo trabajo se centra en las narrativas de la identidad queer, la discapacidad y el empoderamiento de la mujer. Las fotos de Lieberman se han publicado en el New York Times, el Wall Street Journal, Los Angeles Times y otras publicaciones nacionales.

      Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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