Esta unidad hispana del ejército de Estados Unidos luchó en la Guerra de Corea

El 65º Regimiento de Infantería, también conocido como "Los Borinqueneers", se enfrentó al racismo y la xenofobia de sus homólogos militares incluso cuando arriesgaron sus vidas por Estados Unidos.

Por Laura N. Pérez Sánchez
Publicado 13 nov 2023, 13:53 CET
Los Borinqueneers sostienen una bandera de Puerto Rico

Miembros del 65º Regimiento de Infantería del Ejército de EE.UU., también conocidos como "Los Borinqueneers", sostienen una bandera de Puerto Rico. Un dedo asomando muestra uno de los agujeros de la bandera, que fue acribillada durante la guerra de Corea en 1952. Los Borinqueneers eran la única unidad hispana del Ejército de EE.UU., formada predominantemente por puertorriqueños. El apodo de la unidad, adoptado durante la guerra de Corea, proviene de Borikén, el nombre indígena taíno de Puerto Rico. Sus miembros fueron galardonados con la Medalla de Oro del Congreso en 2014 por "las contribuciones y el extraordinario heroísmo de los hombres del regimiento, que sirvieron durante una época de unidades segregadas."

Fotografía de AP

Se alistó en el ejército estadounidense a los 19 años, viendo en el ejército su única salida de la pobreza, ya que había dejado la escuela a los 14 años para dedicarse a la agricultura y ayudar a su familia en Cayey, Puerto Rico. Luis Sánchez Hernández sirvió durante la Segunda Guerra Mundial y más tarde fue enviado a la Guerra de Corea. También se unió al movimiento que apoyaba a un partido político que buscaba la independencia de Puerto Rico de Washington. Se fundó en 1946, justo un año después de su regreso del servicio estadounidense en Europa.

Cuando un linfoma acabó con su vida, a los 89 años, se cumplieron sus últimos deseos: el féretro no fue cubierto con la bandera estadounidense, sino con la bandera puertorriqueña de una sola estrella; sus cenizas fueron esparcidas en las montañas de su pueblo natal, en el centro de Puerto Rico, y no enterradas junto a las de otros veteranos.

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Sánchez Hernández durante su servicio en la guerra de Corea en 1950. Dejó dos hijas pequeñas en Puerto Rico cuando se marchó a la guerra. Su tercera hija nació después de ser licenciado con honores y regresar a casa.

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Luis Sánchez Hernández fue destinado por primera vez a Europa durante la Segunda Guerra Mundial, donde sirvió como oficial de la Policía Militar. En el reverso de esta fotografía, fechada en Bélgica el 12 de enero de 1945, escribió: "Para mi mamá: Como recuerdo de su hijo ausente. Luis".

fotografías de Christopher Gregory-Rivera, National Geographic
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Sánchez Hernández (extrema izquierda) y otros miembros del 65º Regimiento de Infantería del Ejército de EE. UU., que llegó a ser conocido como "Los Borinqueneers", posan para una fotografía en Corea en 1950. Los Borinqueneers se comunicaban en español. Segregados de las demás unidades, se enfrentaron al racismo y la xenofobia de sus homólogos y oficiales militares estadounidenses, incluso cuando arriesgaron sus vidas por Estados Unidos.

Fotografía de Christopher Gregory-Rivera, National Geographic
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Luis Sánchez Hernández se alistó en el ejército estadounidense en 1941, a la edad de 19 años. En el reverso de esta fotografía sin fecha, escribió este mensaje en español: "A mis queridos padres, con todo mi cariño. Luis".

Fotografía de Christopher Gregory-River, National Geographic

"Papá siempre estuvo muy orgulloso de su paso por el Ejército, aunque luego entendió y vio al ejército de Estados Unidos como un opresor de nuestro pueblo", dice su hija, Noemí Sánchez González. "Estaba orgulloso de todos los boricuas (puertorriqueños) y del trabajo que hacían".

Sánchez González es mi madre, su padre, Sánchez Hernández, mi abuelo Luis. Fue uno de los miles de soldados del 65º Regimiento de Infantería durante la Guerra de Corea, la única unidad totalmente hispana del Ejército de EE. UU. que llegó a ser conocida como "Los Borinqueneers".

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      Tras su periodo de entrenamiento, estos soldados puertorriqueños estaban listos para el combate como parte del 65º Regimiento de Infantería del Ejército de Estados Unidos desplegado para luchar en la Guerra de Corea.

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      El soldado Luis Torregrosa utiliza un micrófono y un altavoz para impartir clases de inglés a los miembros de la unidad segregada e hispanohablante del Ejército, que llegó a ser conocida como los Borinqueneers durante la Guerra de Corea.

      fotografías de Bettmann Archive, Getty Images

      Un viaje lleno de retos

      El primer grupo de reclutas puertorriqueños que acabó en Corea salió de San Juan en 1950, explica Víctor Labarca, presidente de la Asociación de Veteranos del 65º Regimiento de Infantería de Puerto Rico. Como documenta Noemí Figueroa Soulet en el libro The Borinqueneers, A Visual History of the 65th Infantry Regiment [Los Borinqueneers, una historia visual de 65º regimiento de infantería], los soldados soportaron un viaje de 30 días en un abarrotado buque de guerra, que les llevó primero a Panamá, luego a Japón y finalmente a la península de Corea, a 13 700 kilómetros de sus hogares caribeños. Para muchos, era la primera vez que viajaban al extranjero.

      En Corea, los jóvenes reclutas se enfrentaron a un clima muy diferente: nieve y temperaturas bajo cero. La barrera del idioma se presentaba en dos lenguas, el coreano y el inglés. Los borinqueños se comunicaban en español.

      Sánchez Hernández durante su servicio en el ejército estadounidense. Se alistó para salir de la pobreza. "Siempre nos decía que el Ejército era para él un trabajo obligado, que si hubiera tenido medios económicos no se habría alistado", dice su hija. "Pero también decía siempre que una vez que aceptas un trabajo, tienes que ser responsable, y tienes que hacerlo lo mejor que puedas".

      Fotografía de Christopher Gregory-River, National Geographic

      Segregados de las demás unidades, también se enfrentaron al racismo y la xenofobia de sus homólogos y oficiales militares estadounidenses, incluso cuando arriesgaron sus vidas por Estados Unidos. Según los registros del Departamento de Defensa estadounidense, al menos 713 de los 61 000 puertorriqueños desplegados murieron. Otros 2318 resultaron heridos.

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        Certificación de baja con honores expedida a Sánchez Hernández al término de su servicio.

        Fotografía de Christopher Gregory-Rivera, National Geographic
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        Documentos oficiales del Ejército de EE.UU. expedidos a Luis Sánchez Hernández ofrecen detalles de la Insignia de Infantería de Combate que llevaban los miembros del 65º Regimiento de Infantería durante la Guerra de Corea.

        Fotografía de Christopher Gregory-River, National Geographic

        El origen de la unidad

        Aunque los Borinqueneers son más conocidos por su participación en la Guerra de Corea, los orígenes de la unidad se remontan a 1899 como Batallón de Voluntarios de Puerto Rico, que se formó poco después de que Estados Unidos se hiciera con el control del archipiélago durante la Guerra del 98. Los soldados puertorriqueños reforzaron la presencia militar estadounidense como una nueva fuerza de ocupación en Puerto Rico, y más tarde como una división separada del ejército regular estadounidense. En 1917, apenas un mes antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, se concedió a los puertorriqueños la ciudadanía estadounidense, y varios miles de ellos prestaron servicio.

        Esta es la gorra de veterano que perteneció a Sánchez Hernández. La insignia de Infantería de Combate prendida en la parte delantera indica que fue miembro del Regimiento de Infantería 65, que llegó a ser conocido como los Borinqueños. "Si tiene el fusil, formó parte de él", explica Víctor Labarca, presidente de la Asociación de Veteranos del 65 Regimiento de Infantería de Puerto Rico.

        Fotografía de Christopher Gregory-Rivera, National Geographic

        El 65º fue designado en 1920; su apodo, adoptado durante la Guerra de Corea, proviene de Borikén, el nombre indígena taíno de Puerto Rico.

        A lo largo de los años, los puertorriqueños siguieron alistándose en las fuerzas armadas de EE.UU., llegando a representar uno de los grupos más numerosos entre los alistados, con más de 115 000 veteranos. El ejército sigue atrayendo a puertorriqueños que buscan una forma de salir de la pobreza. Más de 1225 puertorriqueños han muerto en guerras dirigidas por Estados Unidos, según datos del Departamento de Defensa.

        Miembros del 65º Regimiento de Infantería se entrenan en Puerto Rico antes de su despliegue. Unos 61 000 puertorriqueños lucharon en la Guerra de Corea. Al menos 713 murieron y 2318 resultaron heridos durante la guerra.

        Fotografía de Bettmann Archive, Getty Images

        Los sentimientos encontrados de los Borinqueneers

        La conexión de mi abuelo con los Borinqueneers era evidente por la insignia de Infantería de Combate que llevaba en su gorra de veterano de guerra.  

        "Si tiene el fusil, él formó parte de ella", explica Labarca. Esa insignia de acero y esmalte azul y una gorra azul oscuro están entre los documentos y fotos de su pasado como soldado. La familia nunca habló de esa parte de su vida, y sólo se ponía la gorra adornada con la insignia cuando acudía a sus citas médicas en el Centro Médico de Asuntos de Veteranos de Puerto Rico, en San Juan.

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          Miembros de los Borinqueneers posan para una foto en Corea en 1950. Además de las penurias de la guerra, también tuvieron que enfrentarse a un clima desconocido: temperaturas gélidas y nieve.

          Fotografía de Christopher Gregory-River, National Geographic

          Este monumento de San Juan de Puerto Rico rinde homenaje al 65º Regimiento de Infantería del Ejército de EE.UU., cuyos miembros sirvieron en la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Corea. Al menos 713 de los 61 000 puertorriqueños desplegados en Corea murieron. Otros 2318 resultaron heridos.

          Fotografía de Christopher Gregory-Rivera, National Geographic

          Había tal desconexión que hasta hace poco no me había dado cuenta de la vinculación de nuestra familia con un enorme monumento de San Juan, una columna de piedra coronada por la estatua metálica de un soldado. Mi madre pasaba por delante todas las mañanas de camino al colegio. Resulta que esta estatua rinde homenaje al 65º Regimiento de Infantería de mi abuelo.

          Yo sabía que el abuelo había estado en la Guerra de Corea. Recuerdo que mi madre decía que no podía ver películas bélicas porque le traían pesadillas "sobre Corea". Pero nunca había oído que su participación en ese conflicto fue como parte de una famosa unidad cuyo nombre puede verse en varias de las principales carreteras de Puerto Rico: la 65 de Infantería. Cada vez que oía hablar de los Borinqueneers (como cuando el presidente Barack Obama condecoró a miembros de la 65 con la Medalla de Oro del Congreso en 2014) no me relacionaba con mi abuelo. La medalla "reconoce las contribuciones y el extraordinario heroísmo de los hombres del regimiento, que sirvieron durante una época de unidades segregadas."

          El soldado Juan Osorio-Meléndez, del 65º Regimiento de Infantería del Ejército de Estados Unidos, saluda desde la ventana de su apartamento de Nueva York el 30 de abril de 1953, tras su liberación como prisionero de guerra durante la Guerra de Corea.

          Fotografía de UPI, Bettmann Archive, Getty Images

          En mi familia, como en otras de Puerto Rico que tienen parientes en el servicio militar, no hay recuerdos de las batallas ni nociones persistentes del deber. El servicio militar conlleva un conflicto emocional profundamente arraigado: luchar en nombre de los Estados Unidos y, al mismo tiempo, buscar la independencia de ese país.

          Esta es la Medalla de Oro del Congreso concedida a los miembros del 65º Regimiento de Infantería, una unidad puertorriqueña que llegó a ser conocida como "Los Borinqueneers" durante la Guerra de Corea. La unidad también sirvió en la Primera y la Segunda Guerra Mundial.

          Fotografía de Alex Wong, Getty Images

          El viaje del abuelo

          El abuelo Luis, fallecido en 2010, era un nacionalista puertorriqueño y activista independentista que rara vez se perdía una protesta o una manifestación por la justicia social. Uno de mis recuerdos más vívidos, antes de que el Alzheimer le quitara la capacidad de moverse con libertad, es el de su marcha por una autopista como parte de un movimiento que exigía el cierre de los campos de entrenamiento de la Marina estadounidense en la isla de Vieques (la Marina abandonó Vieques en 2003).

          Mi abuelo, un ávido lector que me llenaba de libros y revistas, llevaba un estilo de vida frugal.

          Mi tía Lucy Sánchez González, la mayor de tres hermanos, recuerda el regreso del abuelo a casa tras su licenciamiento con honores. La familia se trasladó de Cayey a Savanna, Illinois, donde él consiguió un trabajo de funcionario en una base militar. En busca de mejores sueldos, volvieron a mudarse, esta vez a Chicago, donde él tuvo dos empleos en fábricas, en turnos nocturnos que lo mantenían alejado hasta la madrugada.

          "Siempre nos decía que el Ejército era para él un trabajo obligado", cuenta la tía Lucy, "que si hubiera tenido medios económicos, no se habría alistado. Pero también decía siempre que una vez que aceptas un trabajo, tienes que ser responsable, y tienes que hacerlo lo mejor que puedas."

          Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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