El 100º Grupo de Bombardeo de las Fuerzas Aéreas de EE. UU. vuela en formación en ...

Explorando los detalles de 'Los amos del aire', la formidable recreación de la Segunda Guerra Mundial en los cielos

Los actores y creadores de la miniserie de Tom Hanks y Steven Spielberg para AppleTV+ hablan de lo que supuso recrear la guerra en los cielos de Europa.

El 100º Grupo de Bombardeo de las Fuerzas Aéreas de EE. UU., apodado el Centésimo Sangriento por las numerosas bajas que sufrió durante la Segunda Guerra Mundial, vuela en formación en sus aviones B-17 hacia la Alemania nazi el 28 de febrero de 1945. Sus historias son el tema de la miniserie Masters of the Air.

Fotografía de National Archives
Por Katie Sanders, Mara Storey
Publicado 5 feb 2024, 15:06 CET

Se les apodaba el "100º Sangriento", y con razón. Durante la Segunda Guerra Mundial, el 100º Grupo de Bombardeo de la Poderosa Octava Fuerza Aérea llevó a cabo peligrosas misiones de bombardeo diurnas, surcando los cielos en formación a 7600 metros de altura, para volar objetivos nazis en apoyo de la invasión aliada a gran escala. Lleno de personalidades pintorescas, sufrió tantas bajas en incursiones concretas que se ganó cierta reputación de ser una unidad maldita.

Sus historias son el centro de Los amos del aire, una miniserie de nueve episodios producida por Gary Goetzman, Tom Hanks y Steven Spielberg que se estrenó en AppleTV+ el 26 de enero. Adaptar los relatos de la vida real del libro de Donald L. Miller Los amos del aire no fue tarea fácil, dice el guionista y coproductor ejecutivo John Orloff, incluso si se los compara con su primer trabajo remunerado como guionista de Hollywood para Hermanos de sangre (2001), considerada una pariente televisiva de Los amos del aire y The Pacific  (2010).

"La cantidad de cosas que teníamos que hacer bien en esta serie era mucho más complicada", dice Orloff, citando la enorme escala de la guerra en los cielos de Europa, la falta de testigos de primera mano vivos hoy en día, y el enfoque del libro de Miller en la historia de la guerra aérea en general (en lugar de en los aviadores específicos y el personal de tierra que la serie relata en última instancia).

Edward Ashley, Matt Gavan, Callum Turner y Anthony Boyle interpretan a aviadores reales del 100º Grupo de Bombardeo de la Segunda Guerra Mundial en Los amos del aire, una miniserie de nueve episodios producida por Gary Goetzman, Tom Hanks y Steven Spielberg.

Fotografía de Apple TV+

Encargado de desarrollar un guión históricamente preciso, Orloff pasó un año recopilando la biblia de la mini serie, un proceso que incluyó la lectura de más de 30 libros, revistas y diarios; el examen de archivos e historias orales; y la visita a bases, aeródromos y museos a ambos lados del océano. El resultado, según Orloff, es "un espectáculo mucho más ambicioso a todos los niveles" que rara vez se desvía del original.

Orloff (junto con los coprotagonistas Anthony Boyle, Nate Mann y Callum Turner) ha hablado con National Geographic sobre algunos de sus detalles favoritos que se incluyeron en la serie, cuyo presupuesto de producción se calcula que ha oscilado entre los 250 y los 300 millones de dólares.

(Relacionado: ¿Cuál fue la primera batalla exclusivamente librada en los cielos?)

Sobre aviones, combates aéreos y aviación militar

Para representar una guerra aérea hacen falta aviones de guerra. Y, según el coproductor ejecutivo David Coatsworth, la parte más importante de la producción fue conseguir los detalles del interior y el exterior del Boeing B-17 Flying Fortress. Orloff considera que el B-17 tiene carácter propio.

De los 12 000 B-17 que se fabricaron durante la Segunda Guerra Mundial, sólo quedan unos pocos en condiciones de volar, y ninguno de ellos aparece en Los amos del aire, por lo que recrear una armada de bombarderos cuatrimotores requirió creatividad y tecnología CGI.

Para la producción se construyeron dos réplicas de B-17 desde cero. Ambos eran móviles: uno rodaba solo y el otro podía remolcarse. No era necesario que volaran (de eso se encargaron los efectos especiales), pero debían permanecer de una pieza durante los rigores del rodaje.

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    El mayor John C. "Bucky" Egan, piloto del 100º Grupo de Bombardeo, posa con un B-17.

    Fotografía de 100th Bomb Group Foundation
    Derecha: Abajo:

    El actor Callum Turner interpreta a Egan en Los amos del aire. Dice que la miniserie presta atención a los detalles (desde las insignias de su uniforme hasta su chaqueta de piel de oveja), lo que le ayuda a retratar a Egan con mayor veracidad.

    Fotografía de Apple TV+

    Conseguir que la envergadura del B-17 fuera estructuralmente sólida fue todo un reto. En un momento dado, dice Orloff, las réplicas estaban desequilibradas, y los "trucos normales de decorado" y la "magia de cine" no ayudaban. Para conseguir que los aviones se mantuvieran horizontales y que las alas se flexionaran sin romperse, tuvieron que seguir las directrices de construcción originales de Boeing.

    La producción también construyó una réplica del morro y la cabina de vuelo del B-17 para las tomas interiores, montándola en un escenario de sonido especial donde pantallas de 360 grados rodeaban a los actores en la cabina. A medida que la réplica se movía hidráulicamente para simular el vuelo, también lo hacían las pantallas.

    Para el actor Anthony Boyle, que interpreta al comandante Harry Crosby con unas náuseas constantes, la producción virtual y el CGI en el plató, combinados con el meticuloso detalle de las dos cabinas modelo, hasta los interruptores más pequeños y el altímetro del panel de instrumentos, fueron extraordinarios. "Nos hizo sentirnos completamente inmersos", afirma. El nivel de detalle también recordó a los actores lo que estaba en juego en las misiones, rindiendo así homenaje a los aviadores reales de una unidad en la que el 77% de sus integrantes murieron, resultaron heridos, desaparecieron o fueron hechos prisioneros durante la guerra.

    "Se enfrentaron a las situaciones más hostiles conocidas por la humanidad, y el 23% de ellos sobrevivió", dice Callum Turner, que interpreta al heroico piloto mayor John C. Bucky Egan.

    "Los ves bajar y enfrentarse a los traumas de perder a sus amigos una y otra vez, y luego tener que encontrar de algún modo el gusto y el valor para recomponerse y volver a subir".

    Mantenerse fiel a la historia también suscitó algunos debates. Orloff cuenta que se pasó cuatro días discutiendo con un asesor técnico sobre una escena en la que el mayor Robert Rosie Rosenthal, interpretado por Nate Mann, se lanza en picado y vuelve a subir para eludir a los cazas atacantes. El asesor argumentó que esas maniobras eran imposibles en un B-17, a lo que Orloff respondió que tal vez cualquier piloto de B-17 no podría hacerlo, pero Rosenthal, que voló en 52 misiones de combate, sí. Las maniobras se mantuvieron.

    (Relacionado: Los bombardeos de Hamburgo presagiaban los horrores de Hiroshima)

    Sobre los personajes y el vestuario

    Dado que ninguno de los personajes principales de Los amos del aire vive hoy en día, no fue posible filmar las entrevistas ante la cámara que ayudaron a abrir y contextualizar Hermanos de sangre.

    Sin embargo, Orloff afirma: "Estos hombres son igual de reales ... tratamos estas historias reales con la misma delicadeza, honor y veracidad".

    Para Turner, las dos semanas de entrenamiento al que se sometió con el reparto fueron especialmente intensas. Todos los días se presentaba de uniforme y, junto con su coprotagonista Austin Butler, recibía charlas, formación y preguntas del asesor técnico militar Dale Dye, un marine retirado que también trabajó en Salvar al soldado Ryan (1998). Dye ponía a prueba a los aviadores, preguntándoles, por ejemplo: "¿Qué pasa si se avería el motor tres?". "Todo giraba en torno a la precisión y a hacerlo bien", dice Turner. "Había 40 personas intentando no ser los peores. Había una competitividad de verdad".

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    Anthony Boyle en "Los amos del aire".

    Fotografía de Apple TV+
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    MAJOR H. H. CROSBY (Anthony Boyle).

    Fotografía de 100th Bomb Group Foundation

    El proceso de equipar al reparto fue igualmente minucioso. Cuando Orloff preguntó a la diseñadora de vestuario de la serie, la oscarizada Colleen Atwood, cuántas pruebas de vestuario había hecho su equipo, le dijo: "Dejamos de contar a las 3000".

    El equipo de Atwood investigó a fondo, desde estudiar trajes de vuelo antiguos hasta experimentar con prototipos, antes de dar con los cascos antibalas, las gafas y las pieles de oveja más precisos.

    Se tuvieron en cuenta pequeñas consideraciones, desde los cambios en los uniformes del Poderoso Octavo a lo largo de la guerra hasta los distintos acabados de los relojes de pulsera de cada aviador. Los actores que se preparaban para una misión de bombardeo podían verse en el plató con monos de cuero y un peto con calefacción, como los que llevaban los aviadores para protegerse de la congelación en las temperaturas bajo cero de sus misiones.

    Para Boyle, los pequeños detalles (ya fuera el casco en el que vomitaba o las arrugas de la camisa de su personaje) le ayudaban a recordar a quién estaba representando.

    Turner, que mide 1,90 m y tiene los hombros anchos, dice que la incomodidad física de meterse en el estrecho B-17 vestido con mono, chaleco antibalas y chaleco salvavidas era palpable, pero también lo era la sensación de que su incomodidad no era absolutamente nada comparada con la que sufría su personaje.

    Uno de los muchos decorados reproducidos para la serie fue la base bélica de Thorpe Abbotts, que sirvió como aeródromo del 100º.

    La producción empleó más de tres meses en construir 16 decorados en Inglaterra para recrear el entorno de los bombarderos con la mayor exactitud posible, incluidos el cuartel general, el hospital, la capilla, el club de oficiales, el comedor y la torre de control. También localizaron y alquilaron la única máquina de códigos criptográficos que quedaba en Europa continental para que apareciera en el fondo de un par de tomas, cuenta Orloff. Cuando entró en el plató, sintió que había retrocedido en el tiempo. Varios lugareños que habían sido niños allí durante la guerra recorrieron el plató y se emocionaron hasta las lágrimas, recuerda.

    En el plató, los investigadores consultaron con los actores, los decoradores y los diseñadores de vestuario detalles que iban desde el diseño de los morros de los aviones hasta las insignias de los uniformes.

    En la recreación del club de oficiales, las estanterías del bar estaban repletas de botellas de Coca-Cola y vajilla de época. Los mecheros utilizados por los actores no sólo eran los de la época, sino que los aviadores habrían podido comprarlos en Norwich, la ciudad más cercana a Thorpe Abbotts, explica Mann.

    También se integraron en la producción documentos y fotografías reales de la guerra. En el primer episodio, durante la escena informativa previa a la misión, un proyector muestra fotos de reconocimiento aéreo del objetivo y de las baterías antiaéreas del continente, las mismas imágenes que habrían visto los aviadores en 1943.

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      Bombas lanzadas por el 100º Grupo de Bombarderos estallan sobre Munich, Alemania, el 9 de abril de 1945. El guionista y coproductor ejecutivo de Los amos del aire, John Orloff, dice que estudió minuciosamente documentos históricos como este para recrear las historias de los bombarderos de la Segunda Guerra Mundial.

      Fotografía de National Archives at College Park
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      El Bloody Hundredth bombardea instalaciones enemigas en Wesseling, Alemania, el 12 de agosto de 1943. Orloff dice que considera a las réplicas de los aviones B-17 utilizados en Los amos del aire como personajes por derecho propio.

      Fotografía de National Archives

      Aunque Los amos del aire saca a la luz la historia de los bombarderos al más puro estilo Hollywood, con efectos especiales y presupuesto abultado , Orloff sostiene que hay pocas áreas en las que se aplicaron las libertades de Hollywood.

      "Cuando el tercer avión por la izquierda es alcanzado por un cohete en el motor número cuatro... es porque eso es lo que le ocurrió a ese avión en particular en esa misión concreta", dice. "Nos lo tomamos muy, muy en serio". El espectáculo, añade, no sólo está inspirado en hechos reales: "Son hechos reales".

      Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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