Estas tres mujeres samurái fueron unas de las guerreras más legendarias de la historia

Durante cientos de años, Japón fue un estado guerrero. Estas mujeres se contaban entre las más feroces del país.

Por Michael D. R. Muir
Publicado 8 mar 2024, 13:55 CET, Actualizado 15 mar 2024, 14:06 CET
Tomoe Gozen sostiene la cabeza del enemigo asesinado Uchida Ieyoshi en la batalla de Awazu en ...

Tomoe Gozen sostiene la cabeza del enemigo asesinado Uchida Ieyoshi en la batalla de Awazu en 1184. Es una de las primeras y más legendarias mujeres guerreras de los siglos en que los samuráis gobernaron Japón.

Fotografía de The Metropolitan Museum of Art, New York, Gift of Estate of Samuel Isham, 1914

En los siete siglos que los samuráis gobernaron Japón, las mujeres desempeñaron un papel esencial tanto en la creación como en el mantenimiento del estado guerrero. Aparte de un breve periodo en el siglo XIV, el emperador era poco más que una figura decorativa, mientras que el verdadero poder descansaba en manos del shogun, el líder militar del país.

Con el primer shogun, Yoritomo Minamoto, en el siglo XII, las mujeres actuaban como alguaciles locales y cumplían con sus obligaciones militares, desde proporcionar soldados hasta defender personalmente las propiedades. Hijas e hijos tenían generalmente el mismo derecho a la herencia mientras gobernó la familia de Minamoto (el llamado shogunato Kamakura).

"Puede que no hubiera habido shogunato Kamakura sin mujeres", escribió Mike Wert, profesor asociado de Historia de Asia Oriental en la Universidad de Marquette (en Wisconsin, Estados Unidos), en The Samurai: A Concise History.

El protagonismo de las mujeres samurái disminuyó tras el shogunato Kamakura, y su papel pasó a ser principalmente de maniobra política a través del matrimonio. Sin embargo, los asedios eran comunes en las guerras civiles del periodo Sengoku (siglos XV al XVII), y era responsabilidad de la señora del castillo supervisar su defensa si su marido estaba ausente. La dama y su séquito estaban entrenados para usar una daga en defensa propia y, si todo estaba perdido, para mantener su honor a toda costa.

El entrenamiento en artes marciales de las mujeres samurái dependía en gran medida de cada familia. Para algunas, el entrenamiento cumplía una función espiritual como preparación para la vida matrimonial y la maternidad. Otras, como las mujeres samurái de Aizu, se tomaban el entrenamiento militar muy en serio.

"Las guerreras de Aizu... recibían un entrenamiento de combate en profundidad, especialmente en el uso de la alabarda", escribió Diana E. Wright en Female Combatants and Japan's Meiji Restoration: the Case of Aizu. "Educadas para ser igual de hábiles en los 'caminos de la pluma y la espada', también se las adoctrinaba con la creencia de que su deber era primero proteger su dominio y a su señor, y después a sus familias".

Estas son las historias de tres legendarias mujeres samurái: dos que demostraron su heroísmo al comienzo de la era de los samuráis, y una que luchó al final de la misma.

Gozen Tomoe: desenredar el mito de la historia

Puede que Tomoe sea la guerrera más famosa de Japón, pero los detalles concretos de su vida son inciertos. Durante la Guerra de Genpei, se cree que Tomoe desempeñó un papel destacado en las victorias del señor de la guerra samurái Yoshinaka Minamoto sobre el clan Taira.

Dado que no aparece en el Azuma Kagami (la principal fuente primaria de la Guerra Genpei), existen dudas razonables sobre su existencia. Como observa Steven T. Brown, "la biografía de Tomoe está tan envuelta en la leyenda que... es imposible decir dónde acaba la realidad histórica y dónde empieza la construcción literaria".

Sin embargo, las fuentes coinciden ampliamente en los puntos clave de su carrera militar. Entró al servicio de Yoshinaka Minamoto (también llamado Kiso) en 1181, cuando ambos guerreros tenían entre 20 y 30 años.

Según el Genpei Seisuiki, una versión ampliada del Cuento de la Heike original, la guerrera acabó con siete cabezas en su primera batalla y ascendió hasta convertirse en una de las principales subordinadas de Kiso, liderando a mil de sus jinetes en la victoria sobre los Taira en Tonamiyama en 1183.

Su notable carrera militar llegó a su fin en Awazu en 1184, no contra los Taira, sino contra otra rama del clan Minamoto. Después de que Kiso tomara la capital e incendiara el palacio, su primo Yoritomo avanzó contra él cerca de la ciudad de Otsu.

Contra todo pronóstico, Kiso luchó hasta el final contra las tropas de su primo con Tomoe a su lado. Cuando los seguidores de Kiso quedaron reducidos a un puñado de guerreros, instó a Tomoe a huir, según relata el Cuento de Heike. Antes de despojarse definitivamente de su armadura, logró otra gran hazaña.

Se dice que se enfrentó al desafío de un hábil samurái llamado Moroshige Onda, lo descabalgó y le arrancó la cabeza de un solo golpe.

Tras la victoria de Yoritomo, estableció el primer shogunato en Kamakura y fundó la era de los samuráis. Tras la derrota de las fuerzas de su señor, Tomoe vivió (según una fuente) hasta los 90 años.

Gozen Hangaku: bella y feroz

Hangaku seguía siendo leal al derrotado clan Taira tras la Guerra de Genpei y participó en un fallido golpe de estado contra los Minamoto en 1201. Los conspiradores frustrados huyeron a la fortaleza del clan en el norte sabiendo que el shogun enviaría un ejército para su captura, según relatos del Azuma Kagami. El sobrino de Hangaku reunió a las tropas frente al castillo familiar de Torisaka, mientras ella organizaba la defensa del castillo.

Las fuerzas de su sobrino fueron derrotadas, dejando a Hangaku sola frente al ejército del shogun. Torisaka era una modesta estructura de madera que ofrecía una protección limitada a su pequeña guarnición.

Sin embargo, Gozen y sus seguidores lograron una defensa enérgica y resistieron los ataques durante tres meses. Gozen, arquera de gran habilidad, disparó 100 flechas durante el asedio y todas dieron en el blanco.

Cuando una flecha la hirió en el muslo, el castillo cayó y Gozen fue apresada y llevada de vuelta a la capital de Kamakura como prisionera. El historiador y escritor japonés Kochiro Hamada afirma que su llegada causó un gran revuelo. Uno de los criados más cercanos al shogun quiso casarse con ella, creyendo que una guerrera tan galante produciría dignos herederos.

Al shogun le hizo gracia la petición y, según se dice, dijo: "¿Quién puede amar a una mujer tan bella en apariencia pero feroz por naturaleza?".

La petición fue concedida, pero poco se sabe de sus últimos años; se cree que pasó el resto de sus días en Kai, una región montañosa al oeste de Tokio.

Takeko Nakano: una de las últimas mujeres samurái

La historia de Nakano es una de las últimas de la era de los samuráis. Después de que el shogun fuera derrocado por los partidarios del emperador, Aizu y otros dominios favorables al shogunato en el norte siguieron resistiendo.

Superados en número y armamento, los habitantes de Aizu formaron una milicia improvisada para resistir el ataque de las fuerzas imperiales en 1868. Aunque unos pocos contaban con armas modernas importadas de Occidente, la mayoría tuvo que conformarse con armas más primitivas, desde lanzas hasta anticuados mosquetes de cerillas. Los ataques iniciales fueron rechazados con grandes pérdidas, pero las fuerzas del emperador no pudieron resistir mucho tiempo.

Algunas mujeres optaron por quitarse la vida para evitar ser capturadas o convertirse en una carga para la fortaleza principal. Sólo unas pocas decidieron luchar.

Nakano, de sólo 22 años, era conocida por su destreza con la naginata, una espada sujeta a un palo, y se había entrenado en artes marciales desde la infancia. Trabajaba como instructora principal adjunta de una escuela de entrenamiento, afirma Hamada.

Junto con unas dos docenas de guerreras, formó un grupo póstumo llamado Joshitai, o "ejército de mujeres".

Iban equipadas con armaduras y armas de una época pasada. Con el pelo corto y solteras sin dientes ennegrecidos, las Joshitai eran indistinguibles de los combatientes masculinos a distancia. En el puente Yanagai, la conmoción inicial de su aparición les permitió acortar distancias y ganar brevemente la partida a las fuerzas imperiales.

Nakano mató a cinco soldados enemigos antes de ser herida de muerte y sacada de la refriega por su hermana Masako, de 16 años. Suplicó a Masako que le quitara la cabeza para que no se la llevaran como trofeo. Con la ayuda de un soldado cercano, Masako, exhausta, cumplió con su funesto deber y se llevó la cabeza a un templo cercano para darle sepultura.

La historia de Nakano marcó el final de una era. Los últimos vestigios de resistencia contra el nuevo régimen se extinguieron unos meses después en Hokkaido. La Restauración Meiji trajo consigo importantes reformas que incluían la abolición de la clase samurái. Para algunas mujeres, una nueva lucha por su lugar en el nuevo orden acababa de comenzar.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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