Las manos de bebé en las pinturas rupestres podrían pertenecer a lagartos

Un análisis de estas pinturas rupestres en el Sáhara puede indicar que las huellas pintadas no son humanas.

Por Kristin Romey
Publicado 9 nov 2017, 3:50 CET, Actualizado 16 may 2023, 17:20 CEST
Pinturas rupestres de manos
Manos diminutas que, originariamente, se pensaba que pertenecían a bebés. estas huellas están pintadas en el yacimiento de Wadi Sura II y tienen 8000 años de antigüedad.
Fotografía de Emmanuelle Honoré

Cuando el yacimiento de Wadi Sura II fue descubierto en el desierto en 2002, los investigadores se quedaron desconcertados por las miles de pinturas ornamentales que se encontraron en las paredes de aquel refugio de piedra, con arte de hasta 8000 años de antigüedad. No sólo eran animales salvajes, figuras humanas y animales sin cabeza, que había llevado a la ser conocida como la Cueva de las Bestias, pero también había cientos de contornos de huellas de manos humanas, más de las que jamás se habían registrado en un yacimiento de arte rupestre en el Sáhara.

Más inusual era la silueta de 13 siluetas de pequeñas manos. Hasta el descubrimiento de Wadi Sura II, las huellas de manos y pies de pequeños infantes se habían documentado en arte rupestre en otras partes del mundo, pero nunca en el Sáhara. Un de ellas destaca al reflejar un par de manos de "bebé" dentro del contorno de unas manos de adulto.

Ahora la cosa se complica: las pequeñas manos no eran ni siquiera humanas.

Buscando respuestas en un hospital francés

Wadi Sura II está considerado uno de los yacimientos de arte prehistórico más importantes del Sáhara a pesar de la fama de Wadi Sura I, La Cueva de los Nadadores, descubierta en 1933 por el húngaro Láslo Almásy, cuya historia aparece en El paciente inglés.

La antropóloga Emmanuelle Honoré de la Universidad Libre de Bruselas (Bélgica) aseguró que le impactó la longitud de los dedos y el tamaño de las huellas cuando las vio en su primera visita a Wadi Sura II en 2006. "Eran mucho más pequeñas que las manos de un bebé humano y los dedos era demasiado largos".

Honoré decidió comparar las medidas tomadas en un hospital de neonatos de entre 37 y 41 semanas de gestación, y las huellas eran tan pequeñas que corresponderían a tamaños de bebés prematuros, de entre 26 y 36 semanas.

Para realizar este estudio, Honoré reclutó a un equipo de investigadores médicos de una unidad de neonatos en un hospital francés. “Cuando llegué al hospital y dije estaba estudiando arte rupestre, y pregunté por bebés disponibles, llamaron a seguridad”, relata la antropóloga entre risas.

Los últimos resultados del estudio confirman que efectivamente hay una ínfima probabilidad de que las huellas sean humanas.

El reto de la interpretación

Este descubrimiento paradójicamente se hizo mientras crecía la popularidad de que el papel de los menores en la creación de arte rupestre se había subestimado con frecuencia o directamente rechazada por los primeros investigadores. "Es irónico, si consideramos que, en la mayoría de los hogares de los países occidentales, la persona que más arte genera probablemente sea un menor", dice Jane Eva Baxter, arqueóloga de la Universidad DuPaul (Estados Unidos) que estudia la infancia. "La idea de que los niños [prehistóricos] no pudieran hacer arta resulta incluso cómico".

Más recientemente, un estudio de 2022 desveló que hasta el 25% de la manos cinceladas que se encontraron en cueva paleolíticas en España eran de niños, incluso bebés.

En caso de no ser humanas, ¿de qué eran esas huellas de Wadi Sura II? La posición de las pequeñas manos y sus dedos varían de una imprimación a otra, lo que llevó al equipo de investigación a concluir que eran flexibles y articuladas y descartaron la posibilidad de que se usara un plantilla de un material rígido como la madera o la arcilla.

Honoré en principio pensó que eran garras de mono, pero tampoco cuadraban las proporciones. Algunos colegas del Museo de Historia Natural de París sugirieron la posibilidad de que fueran reptiles. Resultó que las proporciones más cercanas a las manos de un "bebé" eran las patas delanteras del varano del desierto, una especie de lagarto que todavía vive en la región y que es venerada por las tribus nómadas de la zona. Más tarde, Honoré determinó que las huellas procedían de un solo lagarto, junto con las manos de al menos dos artístas adultos.

 

Las paredes de Wadi Sura II están cubiertas por cientos de pinturas rupestres que muestran bestias desconocidas y animales corrientes.
Fotografía de Emmanuelle Honoré

Honoré es reacia a especular demasiado sobre el significado de los grabados no humanos. "Tenemos una concepción moderna de que la naturaleza es algo de lo que los humanos están separados. Pero en esta enorme colección de imágenes se puede detectar que los seres humanos son sólo una parte de un mundo natural más grande. Es muy difícil para nosotros como investigadores interpretar estas pinturas, ya que tenemos una cultura que es totalmente diferente a la de sus creadores".

Mientras tanto, muchos de los padres cuyos bebés han participado en la investigación están deseando leer acerca de los avances. "Estaban muy entusiasmados con la idea de que sus hijos recién nacidos pudiesen hacer una contribución a la ciencia", explica Honoré.

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    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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