Los diez viajeros más atrevidos de la historia

Estos pioneros realizaron viajes épicos a través de nuevos territorios, rompieron barreras culturales y desvelaron la rica diversidad del mundo que nos rodea.

Por George Stone
Homero (siglo VIII a.C.)
Fotografía de Rembrandt Harmensz. van Rijn

EL VIAJERO CLÁSICO: HOMERO

«Homero era como Shakespeare, [y la Ilíada y la Odisea] eran como la Biblia. Ir a Troya era como peregrinar a Jerusalén», afirma el historiador de viajes Tony Perrottet, autor de «Ruta 66 a.C.» y experto en los viajes de los antiguos.

El poeta griego Homero vivió una vida épica, y sus historias en verso sobre la guerra de Troya crearon un vívido mapa de carreteras clásico que ha sido seguido asiduamente por viajeros durante casi 3.000 años. Los romanos se encontraban entre los turistas más dedicados del mundo y realizaban viajes de varios años a la Acrópolis ateniense o a las pirámides egipcias, entre otras paradas del Mediterráneo. Pero ningún tour estaba completo sin una visita a Troya (en la actual Turquía), lugar de la histórica batalla que Homero convirtió en uno de los acontecimientos referentes de la civilización occidental.

Estrabón, (64 a.C.– 24 d.C.)
Fotografía de Corbis

EL CARTÓGRAFO: ESTRABÓN

«La ciencia de la Geografía es una preocupación del filósofo», escribió Estrabón en su volumen de 17 tomos llamado Geographica, una descripción física y política del mundo tal y como lo conocían los romanos. Pero combinando teorías del arte, las matemáticas, las ciencias naturales, la historia y los mitos, Estrabón definió al geógrafo como aquel que dirige la atención hacia «lo útil en vez de lo famoso y encantador». Estrabón, sin embargo, era un hombre de mundo que viajó desde su Turquía natal a lugares famosos y encantadores en Italia, Etiopía, Armenia, Egipto y, probablemente, Grecia. Su escritura refleja sus propios viajes, así como los de Homero (a quien llama el padre de la biografía), los del erudito griego Erastótenes (el primero en emplear la palabra geografía y en calcular la circunferencia de la Tierra, y creador del primer mapa del mundo), y los del matemático y astrónomo griego Hiparcos.

El clásico mapamundi de Estrabón tiene una deuda con el mapa del siglo III a.C. de Erastótenes, en el que presenta terra firma como una mancha en forma de pez en un océano global. Las características generales de Europa, el Mediterráneo, Asia, Libia (y el continente africano), Arabia e India (incluyendo el Ganges) están presentes, esperando ser exploradas. Los próximos grandes avances en geografía llegarían de la mano del fenicio Marino de Tiro (70-130), quien fue pionero en realizar proyecciones de mapas basándose en líneas de latitud y añadió las coordenadas de los lugares, así como características topográficas (aunque sus propios cálculos sobre la circunferencia de la Tierra estaban fuera de las marcas establecidas por sus predecesores). Pero fue Estrabón quien sintetizó sus viajes en un estudio geográfico: «el arte de la vida, es decir, de la felicidad».

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    Xuanzang (602-664)
    Fotografía de Ivy Close Images, Alamy

    EL PEREGRINO APASIONADO: XUANZANG

    En el año 629, un monje chino con una enorme mochila para llevar sus pergaminos dejó la capital de Tang para embarcarse en un viaje de 16 años y 16.000 kilómetros a la India para estudiar y recopilar textos budistas. Xuanzang, escritor y viajero infatigable, siguió la ruta norte de la Ruta de la Seda, documentando regiones de los actuales Kirguistán, Uzbekistán, Afganistán y Pakistán. 

    Atravesó el Hindú Kush hasta el valle de Bāmiyān, donde describió las colosales estatuas budistas de Gandhara («de brillante color dorado y resplandecientes con ornamentación de sustancias preciosas») que recibieron la atención del mundo tras su destrucción por parte de los talibanes en el año 2000. Su peregrinaje a la India fue arduo, pero fructífero intelectualmente. Volvió a China con una colección enorme de importantes textos en sánscrito que iluminaron la fe budista y supusieron un registro de viajes definitivo de Asia central y meridional

    En la actualidad, se admira a Xuanzang por su papel como lingüista, historiador, fiel héroe popular y, sobre todo, viajero apasionado.

    Ibn Battuta (1304–1369)
    Fotografía de Burt Silverman, National Geographic

    LA VUELTA AL MUNDO: IBN BATTUTA

    Viajar en el África septentrional islámica del siglo XIV, especialmente en busca de sabiduría, era casi un mandato religioso. Ibn Battuta, un estudiante musulmán de 21 años de Marruecos, se tomó literalmente el encargo del profeta Mahoma de «buscar conocimiento, incluso en lugares tan lejanos como China» cuando salió de Tánger para llevar a cabo su primera hajj (peregrinación) a la Mecca. Pero el viaje no acababa allí. Durante las tres décadas posteriores, el peregrinaje de Battuta se convirtió en una vuelta al mundo que incluiría a más de 40 países de un mapa moderno: desde el norte de África a Egipto, Oriente Medio, África oriental, Anatolia (Asia Menor), la India, el sureste y el este asiáticos, y China

    El de Battuta fue un viaje de devoción alimentada por su pasión por viajar y las narraciones que dejó atrás, dictadas de memoria a un escritor, suponen mucho más que una guía al mundo islámico de la Edad Media. Es una vertiginosa historia oral de tres décadas vagando por el mundo, un relato de geografía, historia natural, política, religión, personas (se menciona a unas 2.000) y reflexión personal. Rihla (o El Viaje), como se conoce su historia, se resume mejor en su largo título original: Un regalo para aquellos que contemplan los prodigios de las ciudades y las maravillas de viajar.

    «Influido por un dominante impulso dentro de mí, y un deseo prolongado de visitar estos gloriosos santuarios, he resuelto dejar a todos mis amigos e lanzarme lejos de mi casa», señala Battuta al comienzo de su aventura. Se embarcó solo un año después de la muerte del mercader veneciano Marco Polo (1254-1324), cuyo célebre viaje de 24 años por la Ruta de la Seda le llevó más allá de Mongolia y China, donde conectó con el gran Kublai Kan. Para cuando Polo regresó a Venecia, se había convertido en el protagonista de un relato eterno. Las últimas palabras de Polo, «¡solamente he contado la mitad de lo que vi!», resuenan verdaderas en los oídos de los viajeros actuales. Pero los viajes de Battuta fueron incluso más extensos y sus aventuras revelan las maravillas del turismo.

    Thomas Jefferson (1743-1826)
    Fotografía de Getty Images

    EL «GASTRONAUTA» MUNDIAL: THOMAS JEFFERSON

    El tercer presidente estadounidense fue en muchos sentidos su primer viajero. Sus peregrinaciones a Europa le llevaron a Inglaterra, Francia, Holanda, Alemania e Italia, destinos que estudió por sus fundamentos clásicos, su riqueza cultural y su producción vinícola.

    Para Jefferson, el vino era una ventana al mundo y él era partidario de la viña por razones que iban mucho más allá de la mesa del comedor. Como asesor nacional sobre vinos, Jefferson transformó sus curiosidades dionisíacas en una causa por una economía transatlántica, defendiendo la apertura de canales de comercio de vino desde Francia, Italia, Portugal y España. Regresó a Estados Unidos con esquejes de viñas que plantó en Monticello y fue el enófilo estadounidense definitivo (si no el agricultor de más éxito).

    Las misiones de Jefferson no se limitaban a la botella: mientras estaba en el extranjero investigó sobre derecho, gobierno, historia, arquitectura, agricultura, literatura, música y ciencias, entre otras disciplinas. Pero uno de los legados más llenos de vida de este hombre del Renacimiento fue su pasión global por las uvas.

    Isabella Lucy Bird (1831–1904)
    Fotografía de The Art Gallery Collection, Alamy

    VIAJERA DE ALTOS VUELOS: ISABELLA LUCY BIRD

    «El Valle de Cachemira es demasiado conocido como para requerir una descripción», escribe la aventurera inglesa del siglo XIX, Isabella Lucy Bird, en su relato de viajes Entre los tibetanos. Que algo así se pudiera afirmar en 1894 (y no digamos en la actualidad) supone un testimonio del gran alcance de la viajera victoriana más importante. Mientras el Imperio Británico se extendía a lo largo de los continentes, Bird migró a lugares lejanos, muchos de los cuales pocas veces aparecen en el radar del viajero actual. Documentó sus viajes en libros detallados con títulos prácticos como Seis meses en las islas Sándwich (1875), La vida de una dama en las Montañas Rocosas (1879), Caminos sin recorrer en Japón (1880), y Korea y sus vecindarios (1898). En reconocimiento de sus peregrinaciones alrededor del mundo, Bird fue la primera mujer que fue nombrada miembro de la Royal Geographic Society en 1882.

    En ocasiones, parece como si Bird estuviera en una misión por incrementar el turismo mundial. Hija de un cosmopolita pastor anglicano, la joven y mordaz escritora sufrió depresión, insomnio y un tumor medular siendo niña. En 1854, por recomendación médica, el padre de Birth le dio 100 libras y su bendición para que viajase hasta quedarse sin dinero. Se pasó los siguientes seis meses en América del Norte, un viaje que documentó en su primer libro, La mujer inglesa en América (1856). Desde entonces, estuvo casada con la carretera, y sus viajes incluyeron Canadá, Escocia, Australia, Hawái, las Rocosas, Japón, China, Vietnam, Singapur, Malasia, la India, el Tíbet, Persia, Kurdistán, Turquía, Irán y Marruecos. Bird vadeó ríos a caballo, soportó el calor mortal y el frío helador, trepó montañas, cruzó desiertos, durmió allí donde pudo, conectó con las gentes locales, y registró detalles geográficos, culturales, políticos y sociales que hemos añadido a nuestro conocimiento sobre el mundo. Bird se aventuró incluso en un matrimonio a la edad de 49 años. Su marino señaló que «solo tenía un fuerte rival en el corazón de Isabella, y esas eran las tierras altas de Asia Central». Bird dio clases, escribió y viajó prácticamente hasta el final de sus días, pasando seis meses recorriendo las montañas Atlas en Marruecos en el año 1900. Cuando murió a los 73 años, estaba planeando volver a China.

    Freya Stark (1893-1993)
    Fotografía de Royal Geographical Society, Alamy

    LA NÓMADA DEFINITIVA: FREYA STARK         

    «Despertarse sola en una ciudad extraña es una de las sensaciones más agradables del mundo. Estás rodeada de aventuras. No tienes ni idea de qué te espera, pero lo sabrás si eres sabia y conoces el arte del viaje, déjate llevar por la corriente de lo desconocido y acepta todo lo que llegue a tu alma en la forma en la que los dioses te lo ofrezcan», escribió la arabista británica Freya Stark en Bocetos de Bagdad.

    Cuando murió a la edad de 100 años, esta audaz exploradora cultural y políglota había escrito 24 libros y publicado ocho volúmenes de cartas que detallan sus logros como la primera persona de Occidente en llegar a varias de las regiones desérticas del sur de Arabia. Entre sus peligrosos viajes se encontraba el periplo hasta el corazón del Valle de los Asesinos, en Irán, un lugar premonitorio que reforzó su amor por el enfoque personal que proporciona viajar.

    «Creo que la soledad es una profunda necesidad del alma humana a la que nunca se le concede el reconocimiento que merece», escribió. Las crónicas llenas de humor y autoridad de los viajes de Stark a Siria, Irán, Iraq, Kuwait, Yemen, Líbano, Turquía y Afganistán parecen sugerir que en cada viajero late el corazón de un explorador.

    Bruce Chatwin (1940-1989)
    Fotografía de Ulf Andersen, Getty Images

    EL VIAJERO RESISTENTE: BRUCE CHATWIN

    Viajar no se compone exclusivamente de elementos externos, como te podría decir cualquiera que se haya pasado días monótonos en la carretera. El viaje comprende también muchas experiencias internas. En muchos sentidos, el escritor británico Bruce Chatwin revolucionó la narrativa de viajes centrándose más en formas originales de contar su historia en vez de en escoger destinos originales. Otro escritor de viajes, Robert Macfarlane, señala que lo que «hemos aprendido de Chatwin es que un diario de viaje puede alcanzar las profundidades del tiempo en vez de extenderse en el espacio, y que el interior que explora no tiene por qué ser el corazón de un lugar, sino la mente del viajero».

    Aunque la producción de Chatwin es reducida, su influencia es amplia. Con En la Patagonia (1977), Chatwin creó una narrativa representativa de geografía, historia, cultura y recuerdos personales basados en un viaje de seis meses a lo largo del extremo meridional de Argentina y Chile. Este relato idiosincrático se divide en minisecciones que hacen referencia a Shakespeare, Magallanes, Butch Cassidy y el Sundance Kid, Darwin, Dante, los gauchos y los hippies, entre otros coloridos personajes que se juntan en un tejido que conforma un diario de viajes en el que la realidad se mezcla con la ficción. The Songlines (1986) explora las canciones aborígenes de Australia, que juntan detalles geográficos, elementos mitológicos y puntos de referencia cultural. Al igual que el tema de su libro, Chatwin mezcla los hechos con la ficción para desarrollar un entendimiento antropológico de la cultura viva más antigua del mundo. El libro tuvo un efecto inmediato, destacando las tradiciones de los indígenas australianos y presentando un estilo de escritura de viajes en el que resuenan el difuso movimiento y la naturaleza nómada de sus temas. Chatwin también presentó a muchos lectores los desafíos a los que se enfrentan las comunidades aborígenes contemporáneas. Por encima de todo, Chatwin fue un narrador brillante que no dejaba que los hechos se interpusieran a la hora de hilar una gran historia, ya fuera en sus novelas o en sus libros de viaje. Lo exageraba todo, como señaló uno de sus amigos. Pero las verdades siempre subyacen en el corazón de los escritos de Chatwin: verdades que contribuyen a explicar por qué viajamos.

    Michael Palin (1943-Actualidad)
    Fotografía de Basil Pao

    EL NÓMADA MÁS DIVERTIDO: MICHAEL PALIN

    «Una vez te pica el bicho de viajar, no existe antídoto conocido, y sé que estaré felizmente infectado durante el resto de mi vida», dice Michael Palin, el comediante inglés (y miembro fundador de los Monty Python), que gracias a los viajes pasó de ser «una persona muy tonta» a «un explorador muy tonto». Tras décadas en pantallas y escenarios, Palin se hizo a la carretera como documentalista trotamundos, realizando una carrera alrededor del mundo en 80 días tras las huellas de Julio Verne; viajando desde el Polo Norte al Polo Sur; circunnavegando 80.000 kilómetros a lo largo del Pacífico; recorriendo el Sáhara y el Himalaya; siguiendo a Ernest Hemingway desde Estados Unidos a Europa, África y el Caribe.

    ¡El próximo será Brasil! A finales de 2012, Palin publicaría sus peregrinaciones a Río, el Amazonas y más allá. Los libros y series de televisión de este viajero incansable son tan populares que las atracciones turísticas han parecido despegar tras sus viajes. En el mundillo se conoce como el «efecto Palin». Nosotros podemos llamarlo «la lista de viajes definitiva».

    Kira Salak (1971-Actualidad)
    Fotografía de Bobby Model

    LA AVENTURERA MÁS AUDAZ: KIRA SALAK

    Madagascar, Irán, Ruanda, Burma, Libia, Borneo, Mozambique, Uganda y Perú solo son algunas de las muchas naciones que han puesto su sello en el agujereado pasaporte de Kira Salak. Pero el lugar que situó sobre el mapa a esta escritora del Medio Oeste es Papúa Nueva Guinea, donde pasó un año de mochilera, hasta convertirse en la primera mujer en atravesar esta nación isleña del Pacífico. Desde esa aventura, la exploradora emergente de National Geographic ha caminado junto a gorilas y ejércitos en guerra en el Congo, ha recorrido en bici toda Alaska hasta el océano Ártico, y ha ascendido las laderas del Himalaya en Bután.

    «Al principio, mis viajes parecían disparatados, si no una locura», escribe Salak en El viaje más cruel, sobre su viaje en kayak de 965 kilómetros por el río Níger desde la ciudad de Malí, Segú, hasta Tombuctú. «Siempre hay algo que contar sobre el desafío de ir allí donde la mayoría no quiere viajar. Estos lugares tan poco familiares alimentan mi imaginación», escribe Salak. «Los desafíos construyen el carácter como nada más puede. Te dan lecciones sobre ti mismo y sobre los demás; te dan una perspectiva más profunda sobre la vida».

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