Cientos de ecologistas se enfrentan a la policía para evitar la tala de un bosque milenario en Alemania

Algunas partes del bosque alemán de Hambach llevan intactas 12.000 años, pero los planes de expansión de una mina de carbón podrían hacer que el bosque pase a mejor vida.

Por Sarah Gibbens
fotografías de Daniel Chatard
Publicado 9 oct 2018, 16:47 CEST
Sentada en las vías
Los manifestantes hacen una sentada en las vías de los trenes de carbón mientras la policía llega y los rodea.
Fotografía de Daniel Chatard

Durante seis años, en el noreste de Alemania, un grupo de manifestantes ha adoptado un enfoque singular para intentar salvar un antiguo bosque de la destrucción: vivir en él.

Pero entre mediados y finales de septiembre, estos manifestantes fueron expulsados por la policía. Ahora, este antiguo bosque está atrapado en una batalla legal entre los grupos medioambientales que intentan evitar la deforestación y la empresa alemana de energía RWE, que pretende despejar grandes franjas de bosque para la minería de lignito. La semana pasada, un tribunal alemán impidió temporalmente que RWE despejase esas partes de bosque.

Durante los dos últimos años, el fotógrafo alemán Daniel Chatard visitó la comunidad de manifestantes para documentar sus esfuerzos de primera mano y explorar sus motivaciones.

«Es un reto»

La comunidad del bosque de Hambach se formó con unas 60 casas árbol, algunas construidas a una altura de hasta seis metros. En su página web, explican que no son una sola organización, sino un grupo de individuos que lucha por detener la deforestación. Algunos han vivido en el bosque de forma permanente, ya que los campamentos aparecieron hace seis años, mientras que otros están de paso.

«Es un reto», afirma Chatard acerca de la vida de los residentes. «Resulta difícil obtener las necesidades básicas, como el agua. La gente depende de los habitantes de las aldeas cercanas».

Pese a los desafíos, Chatard añade que muchas de las casas árbol eran «acogedoras y agradables».

Durante los primeros cuatro años tras el establecimiento de los campamentos, la policía desahució a los activistas en dos ocasiones. En los últimos años, han dejado en paz los campamentos de los activistas porque viven en partes del bosque donde RWE no intentaba talar activamente. Eso cambió el mes pasado, cuando RWE expandió su área de minería.

Para desahuciar a los manifestantes, la policía argumentó que las estructuras violaban la regulación antiincendios.

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    Una vista aérea de la frontera de la mina a cielo abierto de Hambach muestra las franjas de la mina de carbón.
    Fotografía de Daniel Chatard
    El mirador «Terra Nova» fue construido por RWE y ofrece vistas de la mina de carbón a los visitantes.
    Fotografía de Daniel Chatard

    ¿Qué provocó la polémica?

    Los activistas medioambientales explican que, aunque se reforeste el bosque, su valor ecológico se perderá para siempre si RWE lo tala. En Europa quedan pocos bosques antiguos intactos y solo queda el 10 por ciento del bosque de Hambach original desde que la empresa empezó a talar los árboles.

    Las parcelas restantes de Hambach han permanecido intactas durante los últimos 12.000 años, lo que lo convierte en una rareza en Europa, donde muchos lugares salvajes se han transformado en asentamientos humanos.

    Pero RWE y una parte del gobierno alemán afirman que el lignito que se extrae bajo el bosque tiene demasiada importancia económica como para dejarlo en el suelo. Argumentan que el carbón proporciona al país independencia energética y, pese a la promoción de la energía renovable, todavía será necesario cuando Alemania cierre su última central nuclear.

    El lignito es un combustible polémico porque se quema de forma poco eficiente, liberando más CO2 que el carbón negro.

    Cada año, RWE extrae algo menos de 50 millones de toneladas de lignito de su mina de Alemania. Un portavoz de RWE contó a National Geographic a principios de año que, tras la clausura de la mina, quedaría una cantidad estimada de 400 millones de toneladas de lignita en el suelo. La sustancia es uno de los recursos naturales fundamentales de Alemania y por ello desempeña un papel fundamental en los debates acerca de la independencia energética, pero Alemania también ha creado un grupo especial federal como parte de una de su estrategia para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París.

    El año pasado, los tribunales alemanes dictaron una orden de aplazamiento de las actividades de tala de RWE, pero dicha orden caducó en abril de este año y no se renovó.

    En una entrevista con The Guardian, el secretario de energía alemán dijo que «todavía necesitamos lignito para nuestro suministro de carbón». Declaró que estaba al tanto de las críticas en contra del combustible, pero consideraba necesario seguir adelante con las labores de minería.

    Para la ampliación de la mina de carbón de Garzweiler, la iglesia de «St. Lambertus», en Immerath, se demolió en enero de 2018.
    Fotografía de Daniel Chatard
    Las flores yacen en la barrera que rodea la iglesia de «St. Lambertus» en Immerath el día antes de su demolición en enero de 2018.
    Fotografía de Daniel Chatard

    ¿Qué hay en el bosque?

    Según los científicos, el lignito no es el único elemento de valor del bosque de Hambach. Como algunas partes han permanecido intactas, brinda la posibilidad de obtener información sobre el antiguo ecosistema europeo, relativamente prístino.

    La mayoría de los árboles de Hambach son robles y carpes, dos especies que solo pueblan el cuatro por ciento de los bosques protegidos de Alemania. Los naturalistas de Hambach explican que su suelo nunca se ha visto perturbado por la agricultura, como ha ocurrido con gran parte del terreno en Europa. Las investigaciones han demostrado que la micorriza actúa como o «wood wide web», como la han apodado los investigadores (en referencia a www), enviando señales entre los árboles de un bosque.

    «Pensamos en aves y mamíferos, que son grandes y hermosos, pero hay ácaros, gusanos, bacterias y hongos que también son importantes para un bosque que todavía no se ha investigado», contó Peter Wohlleben a National Geographic a principios de año.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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