Un «tsunami de hielo» afecta a las costas del lago Erie

Estas insólitas murallas de hielo lacustre roto se han estudiado desde la década de 1820.

Por Michael Greshko
Publicado 27 feb 2019, 15:53 CET
Lago Erie
Una familia camina cerca de una enorme acumulación de hielo en la orilla del parque Mather, en Fort Erie, Ontario, el 25 de febrero de 2019. El domingo, un vendaval provocó un aumento del hielo en el lago Erie y permitió que el hielo flotante empujase un muro de retención y llegase a la orilla.
Fotografía de Tara Walton, The Canadian Press, Ap

El invierno cubre las orillas de los Grandes Lagos, literalmente: una serie de murallas de hielo se han levantado de los lagos y acumulado en las orillas.

Estos inquietantes «tsunamis de hielo» —algunos lo bastante grandes como para aplastar farolas y muros de retención— no son iniciativas de marketing para la última temporada de Juego de Tronos. En realidad, son montones de hielo roto que ha sido arrastrado hasta la orilla por vientos fuertes.

Desde el domingo, ráfagas de 96 kilómetros por hora o más han afectado a la región circundante de los Grandes Lagos, cortando la electricidad y retrasando los viajes aéreos. Las imágenes compartidas en redes sociales y por los servicios locales de emergencias también muestran extensos témpanos de hielo que obstruyen playas, carreteras e incluso viviendas junto a lagos.

«Hemos tenido tormentas antes, pero nada como esto», contó al servicio de noticias de WGRZ el residente de Hoover Beach, Nueva York. «Nunca hemos tenido el hielo pegado a las paredes y justo en nuestros patios».

Surrealistas fragmentos de hielo apilándose en las orillas del Lago Superior

Sin embargo, desde una perspectiva histórica, estos tsunamis de hielo no son tan insólitos. El estudio científico de estos fenómenos se remonta a 1822, cuando un naturalista anónimo informó del avistamiento de «rocas al nivel del suelo que toman un rumbo gradual [a lo largo de un lago] y superan cualquier obstáculo, huyendo del dominio de Neptuno». Desde 1825 en adelante, científicos de latitudes septentrionales han descubierto que el movimiento del hielo lacustre puede empujar estos bloques nómadas.

Es más probable que este sorprendente fenómeno, que antes se denominaba ivu, ocurra a principios de la primavera, cuando el hielo empieza a debilitarse y quebrarse. Además, suele tener lugar cuando los fuertes vientos soplan sobre playas con ligera pendiente. Cuanto más ligera sea la pendiente, más hacia el interior puede empujar el agua el hielo.

Estas acumulaciones de hielo pueden hacerse inmensas. En 2001, los ivus de la costa del mar de Chukotka, en Alaska, alcanzaron 4,8 metros de alto.

Además del viento, el hielo lacustre también puede desplazarse hacia la orilla cuando los cambios repentinos de temperatura hacen que el hielo se expanda o se contraiga. Combinados, los dos factores pueden provocar que el hielo lacustre empuje las rocas de los lechos de los lagos y puede transportarlas a la orilla, formando murallas de rocas.

Las rocas de estas murallas miden una media de 45 a 90 centímetros de ancho y algunas pueden alcanzar 1,5 metros de ancho. Estas estructuras lacustres se parecen a morrenas, los desechos de rocas que empujan los glaciares al fluir ladera abajo. Las hileras de rocas pueden ayudar a los científicos a deducir los niveles pasados de agua del lago y la actividad del hielo.

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