El número de afectados a causa del humo sigue aumentando cerca de los incendios del Amazonas

En Porto Velho, capital de un estado brasileño muy afectado por los incendios recientes, los residentes están tensos y enferman por el humo omnipresente.

Por Stefan Lovgren
Publicado 26 ago 2019, 11:57 CEST
Humaita
El humo llena el cielo durante un incendio en una zona de la selva amazónica cerca de Humaita, estado de Amazonas, Brasil, el 17 de agosto.
Fotografía de Ueslei Marcelino, Reuters

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Un himno popular describe el cielo de esta ciudad brasileña de más de 400 000 personas como siempre azul. Pero esta semana, Porto Velho —y gran parte de la cuenca del Amazonas— ha quedado envuelta en humo gris a medida que los incendios forestales arrasaban la región.

Los incendios son habituales en el Amazonas durante esta época del año, que normalmente se caracteriza por un tiempo más seco y fresco. Aunque algunos incendios ocurren de forma natural, muchos son provocados por ganaderos y agricultores que quieren despejar la tierra para los pastos de ganado y la agricultura. Sin embargo, este año, los datos por satélite del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales del Brasil (INPE, por sus siglas en portugués) han mostrado un aumento de casi un 85 por ciento en los incendios por todo el país desde 2018, principalmente en la región amazónica.

El fuego arde en una zona de la selva amazónica cerca de Porto Velho, estado de Rondonia, el 21 de agosto de 2019.
Fotografía de Ueslei Marcelino, Reuters

La situación es más grave en el estado noroccidental de Rondônia, del que Porto Velho es la capital. Aquí, según informa el INPE, los incendios han aumentado un 190 por ciento frente al año anterior pese a que las condiciones meteorológicas son casi iguales. El estado es una región ganadera y es uno de los más deforestados de Brasil. Este año, los ganaderos parecen haber provocado más incendios que en años anteriores y, como consecuencia, grandes franjas de terreno estatal han ardido, aparentemente sin control.

Humo por todas partes

A principios de esta semana, hubo que clausurar el aeropuerto de Porto Velho cuando el fuego traspasó el perímetro, casi bordeando un depósito de combustible. Ahora, las palmeras chamuscadas dan la bienvenida a los visitantes. En la ciudad, el humo se percibe incluso dentro de un gran centro comercial y en las habitaciones de hotel cerradas. La cantidad de personas que han sido ingresadas en los hospitales estatales por neumonía, tos grave y otras afecciones respiratorias se ha triplicado en la última semana, según los medios locales.

La mañana del viernes, la vida en las calles parecía haber vuelto a la normalidad; la gente no tomó precauciones para protegerse del humo. En un puesto de fruta en la bulliciosa calle Imigrantes, Laine Polinaria de Oliveira atendió a un flujo constante de clientes que paraban para comprar piñas, papayas, sandías y guayaba.

«El negocio va como siempre, pero todo el mundo habla de los incendios», afirma. «Estamos acostumbrados a los incendios en esta época, pero este año ha sido mucho peor que los anteriores».

De Oliveira, procedente de Nova Mamoré, una pequeña ciudad a 300 kilómetros donde los incendios han sido mucho más intensos que en torno a Porto Velho, dice que le preocupa mucho que su hijo de ocho años inhale el aire sucio.

Rutas de transporte con poca visibilidad

Porto Velho, situado no muy lejos de la frontera con Bolivia junto al río Madeira, un afluente del Amazonas de 3200 kilómetros, es un importante centro de transporte en la parte noroeste de la Amazonia brasileña. El humo de los incendios ha provocado mala visibilidad para los operadores de barcos que circulan por el río, lo que incrementa el riesgo de que colisionen con otros barcos o de que encallen en bancos de arena expuestos.

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Jerrison da Silva Cruz, un conductor de barco y pescador local, relató un accidente angustioso que tuvo lugar la noche del miércoles, cuando él y una tripulación a bordo de un barco que navegaba río arriba se toparon con un incendio en un gran meandro del río a unas 12 horas de Porto Velho.

«No podíamos ver nada por el humo», cuenta. El capitán del barco decidió que la mejor medida era quedarse en ese mismo lugar, junto al terreno donde habían prendido el fuego para dejar espacio para plantaciones de sandía, y esperar a que el humo se despejara.

Aunque el río Madeira puede hacer las veces de barrera contra incendios, las pequeñas carreteras que atraviesan las vastas selvas amazónicas apenas proporcionan protección a la gente que viaja en coche.

¿Indígenas en peligro?

Resulta aún más preocupante el futuro de las numerosas comunidades indígenas del Amazonas. En la parte brasileña de la cuenca amazónica vive un millón de indígenas, muchos en completo aislamiento del mundo exterior.

«Nadie sabe qué les pasa... no tienen bomberos a los que llamar para que extingan el incendio», cuenta Ivaneide Bandeira Cardoso, fundadora de Kanindé, un grupo de defensa de las comunidades indígenas con sede en Porto Velho.

Cardoso y muchos más afirman que el presidente brasileño Jair Bolsonaro es el responsable directo del incremento de los incendios forestales por toda la cuenca del Amazonas este año. Desde que asumió el poder a principios de año, Bolsonaro ha dejado claro que prioriza los intereses de la industria que quiere un mayor acceso a tierras protegidas. Sus críticos afirman que ha envalentonado a ganaderos y agricultores para quemar aún más terrenos al reducir la presencia de las fuerzas de la ley e indicar que su gobierno no impondrá multas por apropiación ilegal de tierras.

«Lo que provoca esta tragedia son las palabras del presidente», afirma Cardoso, que añade que las mayores víctimas de los incendios son los pueblos indígenas y la naturaleza. Es una «tragedia que afecta a toda la humanidad», ya que el Amazonas desempeña un papel importantísimo en el ecosistema global como sumidero de carbono para contener los efectos del cambio climático.

Por su parte, Bolsonaro ha tachado de histéricas las críticas a las acciones de su gobierno en el Amazonas. Sin aportar prueba alguna, ha sugerido que las ONG extranjeras han prendido fuegos deliberadamente «para causar problemas a Brasil».

Aunque Bolsonaro conserva el apoyo firme de su base conservadora, muchos brasileños parecen estar cada vez más preocupados por que las acciones del gobierno perjudiquen la reputación internacional de Brasil y que provoquen dificultades económicas si otros países deciden boicotear productos brasileños, como la ternera. Al parecer, se han programado manifestaciones contra las políticas gubernamentales en el Amazonas en muchas ciudades de Brasil en los próximos días.

En el puesto de fruta de Porto Velho, de Oliveira cuenta que las actitudes respecto a los incendios forestales provocados podrían estar cambiando entre la gente de a pie. «Se trata de algo que se lleva haciendo muchos años», afirma. «Pero ahora podemos sentir las repercusiones de esta práctica y la gente está cambiando su opinión al respecto».

Parece que los residentes no permiten que el humo les impida continuar con su vida cotidiana. La noche del jueves, el joven público de un bar al aire libre en el principal centro comercial de Porto Velho coreó en alto las canciones de una banda en directo mientras el humo giraba en torno a las farolas. El título de la canción era «Todos sufrirán».

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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