Los neumáticos son una gran fuente de contaminación por plástico

Los neumáticos están hechos de caucho natural y plástico, pero es fácil pasar por alto lo mucho que contribuyen a la contaminación de nuestros mares.

Por Tik Root
Publicado 24 sept 2019, 12:26 CEST
Los fragmentos de plástico degradado procedentes del desgaste de los neumáticos invaden el medio ambiente, mares incluidos, según están descubriendo los investigadores.
Fotografía de Hannah Whitaker, National Geographic
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En 2014, el biólogo John Weinstein y sus alumnos de posgrado empezaron a buscar microplásticos, los trocitos de plástico degradado que se han propagado por el medio ambiente.

El equipo trabajaba en la facultad militar The Citadel en Charleston, Carolina del Sur, donde Weinstein da clase. Al trabajar en una ciudad costera, esperaban encontrar al menos algunas pistas de microplásticos, ya que son arrastrados hasta el mar. Y no se equivocaban: no dejaron de hallar muestras.

Gran parte de lo que recopilaron procedía de fuentes previsibles e identificables, como bolsas de plástico descompuestas. Pero más de la mitad de los fragmentos eran negros, tubulares y microscópicos, sin un origen obvio.

«Eran alargados, como los pitillos», cuenta Weinstein. «Era un misterio».

Weinstein y sus alumnos buscaron artículos de plástico habituales —como redes de pesca— en el puerto de Charleston para hallar una comparación. Pero no encontraron ninguna coincidencia. Entonces, descubrieron plásticos con forma similar en un canal cerca de una carretera principal y por fin averiguaron qué tenían entre manos: trocitos de neumáticos.

«Fue una sorpresa», afirma Weinstein. «Normalmente, uno no encuentra lo que busca».

Plásticos 101

Sin embargo, es posible que el hallazgo no fuera tan desconcertante como parecía. En realidad, los neumáticos figuran entre los contaminantes plásticos más habituales del planeta. Un estudio de 2017 de Pieter Jan Kole de la Universidad Abierta de los Países Bajos y publicado en el International Journal of Environmental Research and Public Health estimaba que los neumáticos representan hasta un 10 por ciento del total de microplásticos presentes en los mares del mundo. Un informe de 2017 de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza situaba la cifra en un 28 por ciento.

«El desgaste de los neumáticos es una fuente sigilosa de microplásticos en el medio ambiente», escribieron Kole y sus coautores. «Pero hay pocas información al respecto y actualmente carecemos de alternativas a los neumáticos».

¿De qué están hechos los neumáticos?

Durante miles de años, las ruedas se fabricaron con piedra o madera, sin necesidad de cubierta. Finalmente, se añadió una cubierta de cuero como amortiguación, seguida de versiones de caucho macizo. Los coches se inventaron a finales del siglo XIX y los neumáticos llenos de aire llegaron poco después.

Por aquel entonces, el caucho se obtenía principalmente de los árboles del caucho, cuyo cultivo ha provocado deforestación masiva en todo el planeta. Con la llegada del siglo XX, los coches se abarataron y se volvieron más habituales, por lo que el mundo necesitaba más caucho del que disponía. En 1909, el químico alemán Fritz Hofmann, que trabajaba en la empresa química alemana Bayer, inventó el primer caucho sintético comercial. En cuestión de un año, el material estaba en los neumáticos. Para 1931, la empresa química estadounidense DuPont había industrializado la fabricación del caucho sintético.

Hoy en día, los neumáticos constan de casi un 19 por ciento de caucho natural y un 24 por ciento de caucho sintético, que es un polímero plástico. El resto de la composición es metal y otros materiales. La producción de neumáticos aún tiene grandes consecuencias medioambientales, como la deforestación continua, el empleo de combustibles fósiles perjudiciales en la fabricación de cauchos sintéticos o el proceso de ensamblaje. La fabricación de neumáticos modernos gasta en torno a 32 litros de petróleo, mientras que los neumáticos de los camiones consumen 100 litros.

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    Los neumáticos se desgastan conforme ruedan y se desprenden trocitos de plástico sintético —que es básicamente plástico— que, más adelante, son arrastrados hasta arroyos y llegan a los océanos.
    Fotografía de Hannah Whitaker, National Geographic

    Pero lo que queda cada vez más claro es que, conforme el caucho se desgasta, se desprenden pequeños polímeros plásticos de los neumáticos que suelen acabar como contaminantes en los mares y otros cursos de agua.

    «Los neumáticos ocupan un lugar importante en términos de contribución» al problema de los microplásticos, afirma Joao Sousa, que estudia plásticos marinos en la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

    Los fabricantes de neumáticos Goodyear, Michelin y Bridgestone remitieron nuestra petición de declaraciones al Tire Industry Project, un grupo industrial de investigación que incluye a 11 grandes fabricantes de neumáticos.

    «No existe una definición de “microplásticos” aceptada a nivel internacional», escribe por email Gavin Whitmore, representante de Tire Industry Project. Añade que sus estudios «han determinado que es improbable [que las partículas procedentes del desgaste de los neumáticos y las carreteras] afecten negativamente a la salud humana y al medio ambiente».

    ¿Cómo se descomponen?

    Los patrones del dibujo de los neumáticos determinan el agarre de un vehículo en la carretera, así como la conducción, la maniobra y la frenada. Pero un mejor agarre también puede equivaler a más fricción. Al conducir, la abrasión hace que se desprendan fragmentos de las ruedas.

    Un informe de 2013 de Tire Steward Manitoba, en Canadá, determinó que los neumáticos para turismos y furgonetas perdían casi 1,1 kilogramos de caucho a lo largo de su vida útil (una media de 6,33 años). El estudio de Kohl determinó que los estadounidenses producen el mayor desgaste de neumáticos per cápita y estima que, en total, los neumáticos de Estados Unidos producen unas 1,8 toneladas de microplásticos al año.

    Según Sousa, la cantidad exacta de residuos que acaba en los cursos de agua depende de muchos factores, com la ubicación de la carretra o el tiempo atmosférico; la lluvia, por ejemplo, puede hacer que fluyan más partículas al medio ambiente. Indica que la investigación del tema es relativamente nueva, así que las estimaciones mejorarán con futuros estudios. Pero con millones de vehículos por las calles cada día, «empiezas a hacerte una idea triste de la cantidad de [partículas] de neumáticos que se liberan».

    Cuando las partículas de los neumáticos llegan a los ríos y los mares, pueden afectar a los seres marinos de forma perceptible. John Weinstein, de Citadel, expuso a camarones a partículas de neumáticos en entornos de laboratorio y descubrió que los animales consumían dichas partículas, que también se les quedaban atascadas en las branquias. Una vez ingeridas, las partículas se acumulaban en las tripas de los camarones.

    «No mueren de inmediato», afirma. «Son efectos crónicos a largo plazo que no se han estudiado mucho».

    El final del camino

    Se comprende mejor lo que ocurre en los neumáticos cuando han agotado su tiempo y hay que eliminarlos; el «final de la vida útil», como se denomina en la industria de fabricación de neumáticos.

    La trayectoria de los neumáticos usados es positiva en muchos sentidos. Por ejemplo, el reciclaje de los restos de neumáticos en productos como parques infantiles, campos deportivos y materiales de construcción ha aumentado mucho con el paso del tiempo. La USTMA (Asociación de Fabricantes de Neumáticos de Estados Unidos) afirma que la reutilización de los neumáticos ha pasado de un 11 por ciento en 1990 a un 81 por ciento en 2017.

    Pero dicha cifra tiene una salvedad importante: incluye los denominados «combustibles derivados de neumáticos», o la quema de neumáticos para obtener energía.

    Según Reto Gieré, científico medioambiental de la Universidad de Pensilvania, si se queman neumáticos en instalaciones diseñadas para ese fin, puede hacerse de forma relativamente limpia y es una forma decente de recuperar energía. Pero también afirma que los neumáticos contienen altos niveles de contaminantes en potencia, como zinc y cloro, así que si se queman en instalaciones de combustibles mezclados o sin proteciones adecuadas, «es un desastre».

    Las ruedas que no se reciclan ni se queman acostumbran a acabar en vertederos; hasta un 16 por ciento, según un informe de la USTMA de 2018. La cantidad de neumáticos que acaban en vertederos cada año casi se duplicó entre 2013 y 2017. John Sheerin, de la USTMA, contó a la revista Recycling Today que, ante el descenso de la demanda de combustibles derivados de neumáticos, podría aumentar la cantidad de ruedas que acaban en vertederos.

    Galería: Animales en un mundo contaminado por el plástico

    ¿Podemos mejorar?

    El diseño del neumático no se ha modificado mucho en décadas, pero recientemente ha aumentado la presión para desarrollar opciones más sostenibles. En 2017, por ejemplo, un equipo de investigadores dirigido por la Universidad de Minesota halló una forma de producir isopreno —un ingrediente fundamental del caucho sintético— a partir de recursos naturales como la hierba, los árboles y el maíz en lugar de combustibles fósiles. El año pasado, Goodyear desveló un neumático conceptual fabricado con caucho reciclado con musgo en el medio, diseñado para absorber el dióxido de carbono conforme viaja.

    Con todo, los fragmentos de estos neumáticos también acaban en el medio ambiente. El estudio de Kole sostiene que reducir el desgaste de los neumáticos sacrificaría otras métricas de productividad, como la resistencia a la rodadura, un cambio difícil de aceptar para los fabricantes.

    «No conozco ninguna nueva tecnología que haga frente al desgaste de los neumáticos ni la carretera», afirma Weinstein.

    Pero sí ve otras formas menos directas de combatir el problema. Sugiere que podrían crearse superficies de carreteras menos abrasivas o más porosas para reducir o recoger las partículas de desgaste de los neumáticos. También cree que hay cabida para mejores tecnologías de captura de partículas de neumáticos en las carreteras. Es una vía que está explorando actualmente en una localidad cerca de Charleston.

    Sin embargo, en general, lo que considera más urgente es investigar más y aumentar la conciencia científica y pública.

    «Se necesitan más estudios», afirma. «No sé si es un tema del que mucha gente esté al tanto ahora mismo».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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