Este lago africano podría, literalmente, explotar y poner en riesgo a millones de personas

El fondo del lago Kivu, uno de los grandes lagos africanos, contiene dióxido de carbono y metano combustibles que amenazan a muchas comunidades.

Por Deena Mousa
Publicado 19 ene 2024, 15:08 CET
El lago Kivu se encuentra entre Ruanda y la República Democrática del Congo

El lago Kivu se encuentra entre Ruanda y la República Democrática del Congo. Su singular geología llena el lago de dióxido de carbono y metano, gases que ponen en peligro a los millones de personas que viven en sus orillas.

Fotografía de Robin Hammond, Nat Geo Image Collection

El lago Kivu está enmarcado por imponentes acantilados y enclavado en un verde valle a caballo entre Ruanda y la República Democrática del Congo. En el lago, los pescadores flotan en pequeñas barcas, cantando al compás de los remos mientras pescan la comida del día.

Bajo la superficie, esa tranquilidad desaparece.

El lago Kivu es una anomalía geológica, un lago de múltiples capas cuyas profundidades están saturadas de dióxido de carbono y metano atrapados. Sólo otros dos lagos de este tipo, el lago Nyos y el lago Monoun (ambos en Camerún), comparten estas características, y los dos han entrado en erupción en los últimos 50 años, arrojando una nube letal de gas que asfixiaba a todos los seres humanos y animales a su paso. Cuando el lago Nyos entró en erupción en 1986, asfixió a casi 2000 personas y arrasó cuatro pueblos de Camerún. El folclore de la zona habla del "lago malo" y de sus espíritus malignos que surgían para matar en un instante. La preocupación y la amenaza se multiplica en el lago Kivu, que es 50 veces más largo que el lago Nyos y más del doble de profundo. Millones de personas viven en sus orillas.

Para desactivar la amenaza (y convertir los gases del lago en combustible), el Gobierno ruandés ha dado luz verde al proyecto KivuWatt, de la empresa británica ContourGlobal, para extraer metano del lago y utilizarlo para alimentar la red eléctrica del país. Sin embargo, algunos investigadores advierten de que esta iniciativa podría alterar la estructura del lago y provocar la misma erupción que se pretende evitar. Una alternativa, más segura según esos expertos, diluiría el metano del lago, haciéndolo más costoso y difícil de extraer con el tiempo.

Cómo el lago Kivu se convirtió en una bomba de relojería

El lago Kivu se asienta a lo largo del Valle del Rift de África Oriental, salpicado de fuentes termales que alimentan sus profundidades con dióxido de carbono y metano.

"Kivu tiene una estructura vertical complicada", explica Sergei Katsev, limnólogo de la Universidad de Minnesota Duluth (Estados Unidos). Mientras que "los 60 metros superiores se mezclan con regularidad", el resto del lago permanece estratificado. Casi 300 kilómetros cúbicos de dióxido de carbono disuelto y 58 kilómetros cúbicos de metano, mezclados con sulfuro de hidrógeno tóxico, permanecen atrapados en el fondo del lago. Se encuentran por bajo del "gradiente de densidad principal" a 259 metros por debajo de la superficie.

Estos gases podrían explotar en la superficie. "Cuando el lago alcance el 100% de saturación (y actualmente está en algún punto por encima del 60%) entrará en erupción espontáneamente", afirma Philip Morkel, ingeniero y fundador de Hydragas Energy, que busca financiación para un proyecto de extracción de metano del lago para producir electricidad. "Es como una olla de agua hirviendo. Parece tranquilo... hasta que empieza a burbujear".

El lago también podría entrar en erupción si sus capas se alteran lo suficiente, por ejemplo por "un terremoto o una gran intrusión de lava", afirma Katsev. Más allá de la zona de fisura situada directamente bajo el lago, hay dos volcanes activos en un radio de 24 kilómetros.

La erupción del lago Kivu sería catastrófica. "Liberaría a la atmósfera el equivalente a entre 2 y 6 gigatoneladas de carbono en un día", afirma Morkel. Como referencia, las emisiones mundiales actuales de dióxido de carbono son de aproximadamente 38 gigatoneladas cada año, en total. "Ese gas en erupción quedaría suspendido sobre el lago en una nube de niebla durante días o semanas".

Según Morkel, esto sería fatal para quienes estuvieran cerca del lago en el momento de la erupción: "El gas sería extremadamente tóxico. Si alguien estuviera en esa nube, tardaría un minuto en morir".

(Relacionado: La vida que se oculta bajo los lagos inexplorados de África)

Los esfuerzos de Ruanda por desactivar el lago Kivu y abastecer de combustible al país

Ante esta catástrofe potencial, el Gobierno ruandés autorizó a KivuWatt a extraer metano del lago y convertirlo en energía.

"Funciona de forma relativamente sencilla", explica Martin Schmid, investigador del Instituto Suizo de Investigación sobre el Agua y el Medio Ambiente; "se extrae el agua de cierta profundidad" por debajo del límite de gradiente de densidad, donde se encuentra el agua rica en gas, y "en la superficie, se separa el agua" del CO2 y el metano. "Luego, el agua desgasificada se devuelve al lago".

Ya se habían hecho esfuerzos a pequeña escala, pero la británica KivuWatt está tomando la delantera. KivuWatt añade 26 MW de energía procedente del lago a la red de Ruanda, de la capacidad energética total actual del país, de 300 MW.

Cómo los métodos actuales de desgasificación pueden aumentar el riesgo de erupción

Sin embargo, algunos expertos creen que los esfuerzos actuales para eliminar el gas del lago pueden desencadenar una erupción y un evento de extinción local.

"Es un compromiso entre seguridad y explotación comercial a largo plazo", afirma Katsev; "si devuelves el agua a las profundidades del lago, diluyes la zona de recursos para años futuros. Sin embargo, si la viertes más arriba [como hace actualmente KivuWatt] el agua genera un penacho al hundirse hacia abajo por la capa de densidad, lo que hace que el agua se mezcle verticalmente. El riesgo de erupción límica está relacionado con este movimiento vertical".

Sin embargo, Schmid cree que el método actual es seguro: "Sabemos que el proceso de desgasificación cambia la estratificación del lago. Esto estaba previsto. No creemos que esto sea realmente un problema, pero las predicciones nunca son del todo correctas."

"Desde mi punto de vista, ambos métodos son viables. Es una decisión política, si se quiere correr un riesgo mayor, extraer más metano del lago", prosigue Schmid. El esfuerzo "es a escala relativamente pequeña, así que realmente no afecta al lago de forma significativa".

KivuWatt declinó hacer comentarios.

Al ritmo actual, "harían falta siglos para eliminar una gran parte del gas del lago", afirma Schmid. Sin embargo, para alcanzar ese objetivo más rápidamente, KivuWatt planea aumentar la escala; "la siguiente fase del proyecto", dice su sitio web, "creará una capacidad total de más de 100 MW".

Pero Morkel advierte que aumentar la capacidad también elevaría el riesgo: "Lo que hacen estos proyectos a esta escala no es demasiado dañino, pero si se añadieran más... se podría llegar a un punto de daño irreversible".

Schmid está de acuerdo en que antes de "pasar a mayores cantidades de extracción, tiene que haber un acuerdo sobre qué método utilizar".

Explica que, dado que cada método altera las capas del lago de distinta manera, ambos podrían perturbarse mutuamente si se llevan a cabo al mismo tiempo. Y, añade Katsev, "no se puede ajustar fácilmente dónde va la tubería, porque se coloca a una distancia fija de la superficie". Esto significa que, una vez construida la capacidad con un método determinado, puede resultar costoso o difícil cambiarlo en el futuro.

A Morkel le preocupa que la gente se acostumbre a los actuales planes de extracción de gas, potencialmente arriesgados, y desarrolle una falsa sensación de seguridad: "Es como una rana en una olla de agua hirviendo: se calienta lentamente la olla y la rana piensa que está un poco caliente, pero que puede mejorar. Se acostumbra a la idea y, de repente, se muere".

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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