La vida de los refugiados más allá del Círculo Polar Ártico
Por Axel Oberg
Publicado 5 nov 2020, 7:34 CET

De los 600 refugiados que se alojan en el complejo, 100 son niños. Aquí, un pequeño juega en la nieve durante las pocas horas de luz. El sol nunca se eleva por encima del horizonte en enero.
Fotografía de Axel Öberg, National GeographicMarkzie Tavasoly, de 28 años, procedente de Afganistán, está aprendiendo inglés
Fotografía de Axel Öberg, National GeographicLo que es, en circunstancias normales, una discoteca en el hotel, se ha transformado en un pequeño campo de fútbol sala.
Fotografía de Axel Öberg, National GeographicLa mayoría de los niños del Riksgrnsen nunca había visto la nieve.
Fotografía de Axel Öberg, National GeographicMustafa Dagher, de 37 años, sostiene a su hijo, Nuha, que sufre de varicela. Varios de los niños han contraído la enfermedad.
Fotografía de Axel Öberg, National GeographicMasome Hasani, se cepilla los dientes. Ha venido con su familia desde Afganistán. Su madre está detrás de él.
Fotografía de Axel Öberg, National GeographicLa mayoría de los refugiados provienen de áreas más pobladas que Riksgrnsen. Dicen que el aislamiento puede ser difícil a veces. Cada día, un autobús hace un viaje a la ciudad más cercana, Kiruna. Está a 90 minutos del complejo.
Fotografía de Axel Öberg, National GeographicPeter Nilsson comenzó a trabajar en Riksgrnsen en el verano de 2015. Aquí, comprueba identificaciones, un procedimiento que asegura el control sobre los habitantes de cada habitación y que no haya personas no invitadas.
Fotografía de Axel Öberg, National GeographicKiruna, a 90 minutos de Riksgrnsen, es la ciudad más cercana al complejo. Hay un autobús diario que lleva a los refugiados allí, donde hay un poco más de actividad. Unas 20.000 personas viven allí.
Fotografía de Axel Öberg, National GeographicLos refugiados reciben dinero del gobierno sueco para comprar ropa de invierno, pero algunos de los hombres eligen comprar cigarrillos en su lugar.
Fotografía de Axel Öberg, National GeographicEl único negocio además del esquí en Riksgrnsen es el pastoreo de renos, que realizado por los Sami.
Fotografía de Axel Öberg, National GeographicEl personal de Riksgrnsen organizó una celebración sueca tradicional para el día de Santa Lucía. Improvisaron y usaron una bata del spa.
Fotografía de Axel Öberg, National GeographicAbdullah Hammadi, 15 años, originario de Salahhidin, provincia de Iraq.
Fotografía de Axel Öberg, National GeographicAdila Mohsini y sus hijos (empezando por la izquierda): Zahra Rizai, Jaafar Rizai y Adis Rizai. Llegados desde Afganistán a Riksgränsen en octubre. La Agencia de Migración Sueca estima que alrededor de 40.000 refugiados de Afganistán llegaron a Suecia en 2015.
Fotografía de Axel Öberg, National GeographicSuecia posee una creciente población de eritreos. Segan Johannes, de 13 años, es una de los muchos eritreos que han huido de la opresión en su país.
Fotografía de Axel Öberg, National GeographicJean Paul “JP” Pozzi, encargado de Riksgränsen, con su pareja Kristiina Lampinen, que también trabaja en Riksgränsen, dice que todo ocurrió muy deprisa este otoño, cuando decidieron aceptar a 600 refugiados.
Fotografía de Axel Öberg, National GeographicIshaq Alrawi llegó desde Fallujah, Iraq, atravesando Turquía hace un mes con su madre Nuha, retratada aquí, y su padre.
Fotografía de Axel Öberg, National GeographicHamza Flayyih de Baghdad solía jugar al fútbol continuamente, dice, pero no puede jugar en el exterior. “Estoy esperando que llegue el verano y ser transferido a algún lugar con un campo de fútbol donde poder jugar”.
Fotografía de Axel Öberg, National GeographicEl sirio Mohammed Ashamed llegó a Riksgränsen desde Aleppo con su hija, Amil.
Fotografía de Axel Öberg, National GeographicRoya Hosseini, de 14 años, huyó hacia Suecia con su familia. La mayoría de los refugiados sueñan con llegar a Europa y traer a sus familiares después.
Fotografía de Axel Öberg, National GeographicMarwan Ayab, de 10 años de edad y procedente de Damasco, Siria, juega en la nieve.
Fotografía de Axel Öberg, National GeographicSaker Hossein Nabavi, su esposa Sakine y su bebé llegaron de Afganistán cuando Saker era entrenador del equipo afgano de boxeo. Ahora imparte clases de boxeo en el gimnasio un par de veces por semana.
Fotografía de Axel Öberg, National Geographic