Tiernas fotografías del Santuario de Elefantes de Reteti, en Kenia
Publicado 9 mar 2022, 11:48 CET

Kinya recuerda a Rimland Lemojong, un conservacionista samburu y cuidador de elefantes, que no hay descanso. «Es tan triste que Kinya muriera», dice Lemojong. «Todos trabajamos muy duro para asegurarnos de que tuviera una segunda oportunidad en la vida».
Fotografía de Ami Vitale, National GeographicLkalatian Lopeta (a la derecha), guardabosques samburu, y los trabajadores de Reteti cuidan de Kinya, de solo dos semanas de edad, con la esperanza de que se reúna de nuevo con su manada.
Fotografía de Ami Vitale, National GeographicJoseph Lolngojine, un guerrero samburu convertido en cuidador de elefantes, vigila a Kinya. Momentos después de sacar esta foto, se decidió llevarla al santuario para intentar salvarla.
Fotografía de Ami Vitale, National GeographicMike Learka coge un biberón con leche de fórmula mientras Naomi Leshongoro (a la derecha) vacía uno en una boca hambrienta. En la naturaleza, los elefantes salvajes pueden suponer una amenaza para los humanos y sus propiedades. Tradicionalmente, los samburu los han evitado o ahuyentado.
Fotografía de Ami Vitale, National GeographicLeshongoro acaricia al elefante huérfano Pokot con una mano llena de experiencia: ha cuidado y liberado a cinco elefantes jóvenes en la naturaleza antes de la apertura de Reteti el año pasado. Leshongoro, que es madre, cuida de estos bebés como si fueran sus propios hijos.
Fotografía de Ami Vitale, National GeographicSasha Dorothy Lowuekuduk mezcla la leche de fórmula para las crías. «El santuario ha cambiado lo que siento por los elefantes», dice orgullosa.
Fotografía de Ami Vitale, National GeographicUn agradable baño de polvo es perfecto para aliviar el calor del día. La capa de tierra ayuda a proteger la sensible piel de los elefantes actuando como protector solar y repelente de insectos. Shaba (tumbada) demuestra a los jóvenes huérfanos cómo se hace.
Fotografía de Ami Vitale, National GeographicLemojong juega a la pelota con Pokot, un macho de siete meses que llegó en noviembre, frente a los recintos de los elefantes del santuario.
Fotografía de Ami Vitale, National GeographicShaba, que ahora tiene casi dos años, es la matriarca que representa a los huérfanos más jóvenes de Reteti y les enseña cómo alimentarse en la naturaleza. Bajo la supervisión de los cuidadores, guía a su pequeña manada hacia el bosque frente al santuario, donde arrancan hojas, prueban la corteza, derriban pequeños árboles y se dan baños de barro.
Fotografía de Ami Vitale, National GeographicMary Lengees, una de las primeras mujeres cuidadoras en Reteti, acaricia a Suyian, la primera residente. Suyian fue rescatada en septiembre de 2016 cuando solo tenía 4 semanas de edad.
Fotografía de Ami VitaleMathew Mutinda, veterinario que trabaja con el Kenya Wildlife Service, se agacha sobre Mugie, de 18 meses, que todavía está sedado tras su rescate. Su madre murió por los disparos que recibió durante un conflicto con personas. Mugie fue transportada en avión hasta una pista de aterrizaje cercana al santuario y posteriormente la llevaron en una furgoneta a Reteti.
Fotografía de Ami Vitale, National GeographicEn esta foto vemos cómo cargan a Sosian, de 15 meses y sedado, en un vehículo adaptado especialmente para su transporte al santuario. Lo trajeron cuando su madre fue encontrada muerta por heridas de bala. El equipo de Reteti se asegura de que solo se lleva a huérfanos y no a los pequeños abandonados temporalmente.
Fotografía de Ami Vitale, National Geographic¡Arriba el periscopio! Shaba huele su comida, que está a punto de llegar, una fórmula especial que remplaza la leche de su madre y que se da a los bebés cada tres horas. Un estudio reciente demostró que los elefantes tienen un número superior de genes de recepción olfativa que cualquier otro animal que se haya estudiado hasta la fecha.
Fotografía de Ami Vitale, National GeographicPokot juega en los recintos exteriores. Con cuidados y suerte, en unos años será destetado y liberado para que viva entre las manadas salvajes del norte de Kenia.
Fotografía de Ami Vitale, National GeographicLa paciencia no es una virtud de la que gocen los elefantes durante su hora de comer. Amos Leleruk y los dos elefantes que lleva enganchados se preparan para comer. En la naturaleza, el destete normalmente tiene lugar cuando los elefantes tienen entre 5 y 10 años.
Fotografía de Ami Vitale, National GeographicQuien lo encuentra se lo queda. Esa es la única regla del juego. Además de ser excepcionalmente inteligentes, los elefantes son animales sociales de forma innata y necesitan estimulación e interacción para un desarrollo normal.
Fotografía de Ami Vitale, National GeographicUn retrato de Suyian, primera elefanta rescatada y traída al santuario de Reteti.
Fotografía de Ami VitaleLos guerreros samburu se disponen en una colina rodeada de las dehesas cubiertas de arbustos del Namunynak Wildlife Conservation Trust. «Todos los hombres que trabajan en Reteti fueron en algún momento guerreros o lo son actualmente», explica Katie Rowe, que contribuyó a fundar Reteti. «Es un rito tribal de paso a la mayoría de edad en el que el joven chico se convierte en un guerrero».
Fotografía de Ami Vitale, National Geographic