
Los chicos juegan al baloncesto y miran sus teléfonos en el centro de refugiados de Obrenovac, antiguamente utilizado como barracón militar.
Fotografía de Muhammed Muheisen, National GeographicMohammadullah Afridi, de 10 años, (en el centro) come solo entre otros refugiados en un centro en Obrenovac, Serbia. No sabe qué ha sido de sus padres, que se quedaron en Afganistán. Un tío suyo le contó que los talibanes habían hecho explotar su casa.
Fotografía de Muhammed Muheisen, National GeographicPasando el rato: Abdulrahman Hussein, de 13 años, juega a las cartas con otros refugiados en un centro estatal serbio en Adasevci, cerca de la frontera croata.
Fotografía de Muhammed Muheisen, National GeographicAyudándose los unos a los otros: un refugiado corta el pelo de un afgano de 16 años mientras que su amigo contempla el centro de asilo de Krnjaca, cerca de Belgrado.
Fotografía de Muhammed Muheisen, National GeographicUn grupo de refugiados de Afganistán, entre ellos niños, se dirigen a «jugar» a lo que conocen como «el juego»: intentar atravesar las fronteras fuertemente custodiadas de los países vecinos de Serbia que sí son miembros de la UE, Hungría o Croacia, con la esperanza de encontrar una vida mejor.
Fotografía de Muhammed Muheisen, National Geographic