El futuro de los safaris africanos

En Kenia, las iniciativas dirigidas y operadas por mujeres son una de las varias tendencias de safaris en auge. Nereyio Koshal, del grupo Elelero, es masái y pionera del Basecamp Maasai Brand, una iniciativa empresarial que apoya el empoderamiento femenino, los programas de educación y la creación de riqueza comunitaria. Koshal emplea su talento con los abalorios —una tradición preservada por las mujeres masái entre generaciones— para ganar dinero y que sus dos hijos y 30 nietos puedan ir a la escuela, sabiendo que la ayudarán a lograr su meta de ser dueña de una casa en los dos próximos años.
Fotografía de Anne Farrar, National GeographicDesde niña, a Lorna Naisai, de la aldea de Enoolpyl, le han apasionado la fauna salvaje y los ecosistemas. Con el apoyo de su familia, asistió a un programa de un año en la escuela de guías. En 2013, Naisai empezó a trabajar como recepcionista en el Basecamp. Aprendió a conducir ella sola y continuó su educación. Tres años después, se convirtió en guía a tiempo completo. Naisai dice que quiere servir de modelo de conducta para sus seis hermanas e instar a más niñas a hacerse guías. «Me siento muy empoderada», afirma Naisai.
Fotografía de Anne Farrar, National GeographicAunque que una mujer gane dinero contradice las tradiciones masái, Noolamala Taek empezó a trabajar en el Basecamp en 2003 para que su familia tuviera una vida mejor utilizando su talento con los abalorios. Para 2007, había ahorrado lo suficiente para construir su primera casa. En 2015, construyó una segunda casa equipada con paneles solares y un tanque para lluvia con capacidad para seis meses de agua, lo que no solo mejoró la salud de la familia, sino que les ahorró las horas y horas que pasaban caminando hasta el pozo. Ahora, Taek posee varias hectáreas de terreno agrícola donde tiene 50 gallinas libres, 21 ovejas, varias cabras y vacas. Paga a pastores para que cuiden del ganado. Quiere instalar una valla electrificada para proteger su casa de los leones y las hienas que vagan por la aldea por la noche.
Fotografía de Anne Farrar, National GeographicKerempe Yiaile, del grupo Niipilikwani, empezó a trabajar para Basecamp en 2003 para mantener a su familia tras la muerte de su marido. Como ella y otras mujeres carecían de experiencia gestionando dinero, Basecamp configuró la banca telefónica para pagarles. Este sistema permitió que las mujeres tomaran sus propias decisiones financieras y que ellas mismas enseñaran a los miembros más recientes de Basecamp, una forma de aprendizaje más tradicional. Con sus ingresos, Yiaile paga la educación de sus hijos, la comida, la ropa y las vacas.
Fotografía de Anne Farrar, National GeographicNolkisaruni Talk, del grupo Olekasoe, adora trabajar y ganar dinero para mantener a sus cinco hijos. Con el dinero que ha ganado, ha comprado 14 cabras y su propia casa. Ahora, sus hijas también tienen opciones. En lugar de casarse jóvenes, pueden ir al colegio. Cuando les preguntamos qué piensan los hombres de su aldea, Nolkisaruni se ríe y dice: «¡Los hombres están asustados!».
Fotografía de Anne Farrar, National GeographicNashipae Agnes Ntokoiwuan, de la aldea de Ngosuani, es una de las primeras mujeres guías de Kenia y la única chica de una familia de 20 personas con educación. Nashipae —que habla cuatro idiomas— dice que tuvo suerte por asistir a la escuela; la mayoría de sus amigas la dejaron. En la actualidad, Nashipae dice que sus hermanas siguen su ejemplo y están educando a sus hijos. Algún día, Nashipae quiere dirigir su propia empresa como guía autónoma.
Fotografía de Anne Farrar, National GeographicLa gestora de proyectos de Basecamp, Jemimah Saiorwua, se crió en Nirosa, donde sus padres y ellas cuidaban del ganado. Como quería formarse, sus padres la enviaron al colegio. Más adelante, Saiorwa asistió a la universidad en Nairobi, donde aprendió turismo, marketing y comunicaciones. Ahora tiene dos hijos y el año pasado ahorró dinero suficiente para comprar un tanque para lluvia.
Fotografía de Anne Farrar, National GeographicEn Kenia, los hombres también ponen su granito de arena. Derrick Nabaala ha sido guía durante 11 años y está muy interesado por la conservación y el medio ambiente. Emplea sus ingresos como guía en Basecamp para ayudar a su hermano a mandar a sus hijos al colegio. Nabaala también instó a su prima a hacerse guía y pagó su matrícula. Cuando le preguntó cómo podía devolverle el dinero, él respondió: «Intenta animar a otra persona».
Fotografía de Anne Farrar, National Geographic