La revolución digital que está transformando Cuba

Durante décadas, Cuba ha permanecido aislada de la tecnología. Ahora, el WiFi y la mejora de las relaciones con Estados Unidos están sentando las bases de una revolución en Internet.

Por Nina Strochlic
fotografías de Greg Kahn
Publicado 9 nov 2017, 4:16 CET
En Cuba, más que en ninguna otra parte del planeta, se cumple el viejo proverbio que habla de que la necesidad impulsa la innovación. Los cubanos, que luchan contra el extenso bloqueo por parte de su vecino, Estados Unidos, se han visto obligados a vivir sin muchos productos básicos durante medio siglo.
En 2015, Cuba instaló docenas de zonas WiFi por toda La Habana, por lo que ver a grupos de personas reunidas con sus smartphones se ha convertido en algo frecuente.
Fotografía de Greg Kahn, National Geographic

La revolución de Internet 

Los cubanos son muy ingeniosos a la hora de encontrar soluciones alternativas para superar las barreras que, de otra forma, les mantendrían décadas por detrás del resto del mundo: desde antenas de radio instaladas ilegalmente en azoteas hasta grabaciones de música estadounidense, pasando por puentear coches antiguos. Ahora, en la era de Internet, abundan los emprendedores cubanos que intentan superar esta sequía tecnológica.

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    Este hombre prueba un altavoz portátil por bluetooth que intenta vender en las calles de Centro Habana.
    Fotografía de Greg Kahn, National Geographic

    Desde 2007, el método más importante de distribución de Internet ha sido El Paquete Semanal. Funciona como un servicio por suscripción, de forma que miles de mensajeros reparten cada semana un terabyte de vídeos, películas, música y videojuegos mediante un dispositivo de memoria a la mitad de la población de la isla.

    Las tarjetas de Internet conectan a los clientes en las zonas WiFi de La Habana. El precio, de aproximadamente 1,80 euros la hora, resulta prohibitivo para los habitantes locales, pero los cubanos más emprendedores se las han arreglado para dividirlas y venderlas en lotes más pequeños.
    Fotografía de Greg Kahn, National Geographic

    Existían obstáculos importantes que impedían la entrada de Cuba en el mundo tecnológicamente avanzado. Sin embargo, después de que el expresindente Obama rebajase las sanciones en 2009, restaurase las vías diplomáticas en 2014 y retirase a Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo en 2015, nació una revolución digital.

    Hace dos años, los grupos de personas que llenaban los parques y aceras de La Habana mirando fijamente a sus teléfonos móviles eran inexistentes. Desde que el gobierno cubano abrió 35 zonas WiFi en parques y plazas de toda la isla en julio de 2015, se ha convertido en una imagen ubicua. Hasta ahora se han abierto más de 100 zonas WiFi públicas y 180 cibercafés. Pero incluso antes de tener una conexión fiable a Internet, los cubanos ya habían creado sus propias versiones de Craigslist, Yelp y eBay. En la actualidad pueden crear cuentas de Facebook, ofrecer sus casas en Airbnb y ver Netflix

    Una televisión nueva cubre la pared de una antigua casa en La Habana. Los dispositivos electrónicos son todavía difíciles de comprar en Cuba y normalmente los reciben de parientes que viven en Estados Unidos.
    Fotografía de Greg Kahn, National Geographic
    La arquitectura colonial de Cuba, en su día grandiosa, se está derrumbando como consecuencia de décadas de sanciones a su economía.
    Fotografía de Greg Kahn, National Geographic

    Sin embargo, todavía existen barreras al acceso a Internet que ponen a prueba continuamente el ingenio de los isleños. Debido a que las tarjetas de una hora de Internet que se venden en las zonas WiFi tienen precios prohibitivos (en torno a 1,80 euros, el doble del salario medio diario), los expertos emprendedores empezaron a dividirlas y a venderlas en lotes más pequeños.

    Innovadores e inventores

    Andy Ruiz ha sido uno de los primeros productores de vídeo en 360 grados en Cuba. Ruiz paga a sus contactos en Estados Unidos para que compren y traigan a La Habana la tecnología que necesita.
    Fotografía de Greg Kahn, National Geographic

    Quizá Cuba no haya tenido tecnología, pero lo que no le falta es un enorme esfuerzo por innovar. Hace 20 años, el líder cubano Fidel Castro lanzó el Proyecto Futuro, un plan para integrar la industria del software en la economía nacional. Según un artículo en la revista Harvard International Review, el país invierte el 1,17 por ciento de su PIB en investigación tecnológica, más que Estados Unidos y al mismo nivel que Israel. Miles de estudiantes se gradúan cada año en la carrera de tecnologías de la información, pero hay pocos puestos de trabajo en este sector.

    Para saber más: Cuba antes de Fidel Castro

    Tras haber estudiado robótica en la escuela, Yusnier Mentado Fernández comenzó a trabajar en sus propias creaciones utilizando procesadores procedentes de Italia. En su casa, está construyendo una aspiradora Roomba desde cero.
    Fotografía de Greg Kahn, National Geographic

    Los estudiantes de tecnología, como Yusnier Fernández, de 34 años, siempre encuentran formas de poner en uso sus habilidades. Gracias a su formación en robótica, Fernández ha creado una Roomba desde cero utilizando procesadores que sus amigos han traído a la isla.

    Muchos cubanos tienen parientes en Estados Unidos, por lo que la dependencia de colaboradores en el extranjero es algo normal. Andy Ruiz, una de las únicas personas en Cuba que producen vídeos en 360 grados, obtiene la tecnología mediante sus contactos en Estados Unidos.

    Los símbolos más famosos de esta innovación dentro del embargo son los coches estadounidenses vintage. Sus dueños no han podido conseguir nuevas piezas desde que el presidente Kennedy implantó el bloqueo comercial en 1962, por lo que han diseñado trucos para hacer que los coches funcionen. En la actualidad, con la entrada de la tecnología en el país, estos antiguos coches se han modernizado con minireproductores DVD y equipos de estéreo que resuenan con clásicos hispanos y las últimas novedades del pop americano.

    Una nueva banda sonora

    La nueva música está desplazando a la salsa en los clubes más de moda de La Habana. En la azotea del bar y restaurante Flauta Mágica, el DJ Joan Coffigny pincha música house.
    Fotografía de Greg Kahn, National Geographic

    El acceso a la cultura era uno de los pilares básicos en el sistema comunista instalado por Fidel Castro en Cuba. El teatro y la danza se ofrecían al público por un módico precio. La música, que se escucha en los cafés y resuena en los coches, es el telón de fondo de la vida diaria en Cuba. Los fines de semana, las plazas están llenas de grupos de música y bailarines que muestran sus pasos de salsa.

    Entre las generaciones más jóvenes, la escena musical ha dado un giro hacia la música house y electrónica. Medio millón de personas acudieron a la actuación de Major Lazer en La Habana en 2016. Los DJ underground como Coffigny y el dúo femenino Pauza pinchan en discotecas como la Fábrica de Arte Cubano y en fiestas privadas. DJ Ra ha abierto el primer estudio independiente de música electrónica de La Habana. Sin embargo, la falta de suministros básicos supone una dificultad adicional para los innovadores de la isla: hace unos veranos, los artistas que querían grabar se encontraron con un déficit de CDs.

    El dúo de DJs Pauza, formado por Zahira Sánchez y Paula Fernández, pincha en un restaurante que se encuentra frente a la embajada estadounidense en La Habana. Esta pareja ha atraído a fans devotos que las siguen en sus shows por toda La Habana.
    Fotografía de Greg Kahn, National Geographic

    Pero la música no es el único arte que se transforma a medida que Cuba se abre. La salsa y el ballet también han sido durante años elementos básicos en la cultura cubana, pero ahora se están introduciendo otros tipos de baile. El breakdance es cada vez más popular y los grupos como los B-Boy dancers, un subconjunto de la compañía de danza Havana Queens, aprenden los pasos a partir de vídeos de YouTube.

    Leyanis Hernandez lleva unos cascos bluetooth mientras patina con sus amigos en Prado, el famoso paseo de Centro Habana.
    Fotografía de Greg Kahn, National Geographic

    En Cuba existe la esperanza de que las restricciones cada vez menores les ayuden a ponerse al día con el siglo XXI. Raúl Castro, el hermano pequeño de Fidel, gobierna el país desde 2006. Poco después de su toma de posesión, legalizó los ordenadores privados en los hogares, los teléfonos móviles y los reproductores DVD. Fidel murió a finales de 2016, y ahora los cubanos están expectantes por ver qué avances tecnológicos llegan a la isla. Quizá no tengan que esperar mucho: Raúl ha prometido ceder el poder en 2018 y su sucesor más probable, el vicepresidente Miguel Díaz-Canel, utiliza Facebook con frecuencia

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