Este explorador polar esquía por el Ártico para mostrar cuánto hielo ha desaparecido

El explorador de récord Børge Ousland habla de su nuevo proyecto: documentar la drástica reducción de las 20 mayores capas de hielo del mundo mientras las recorre.

Por Aaron Teasdale
Publicado 4 jul 2019, 13:50 CEST
Børge Ousland
Børge Ousland, un explorador polar que actualmente intenta esquiar por las 20 mayores capas de hielo del mundo para documentar los efectos del cambio climático, tira de su trineo en la capa de hielo de Stikine, en Alaska. Minutos antes, había caído una avalancha —una peligrosa consecuencia del deshielo— en la ruta, y sus restos se establecen a sus pies.
Fotografía de Børge Ousland, National Geographic

El explorador polar Børge Ousland lleva 25 años haciendo historia en el Ártico. En 1994 y 1996, este noruego fue la primera persona que esquió sola sin reabastecerse hasta el Polo Norte y a través de la Antártida. El explorador Mike Horn y él se convirtieron en las primeras personas que esquiaron sin patrocinio hasta el Polo Norte en la noche infinita del invierno Ártico. En 2010, Ousland navegó con un trimarán de más de nueve metros a través de las peligrosas aguas plagadas de icebergs para circunnavegar el círculo polar ártico, completando en tres meses un viaje que había llevado seis años en el siglo XX. Su embarcación fue la primera no rompehielos en navegar por el paso del Noroeste.

Dicho viaje —solo posible por el drástico deshielo— inspiró el proyecto actual de Ousland: el Ice Legacy Project. Con una lista de las 20 mayores capas de hielo del mundo, se dispuso a documentar los efectos glaciales del calentamiento global. Pensó que una cosa es escuchar las cifras, y otra muy diferente es proporcionar a la gente una imagen impactante del cambio. Con su compañero, el aventurero francés Vincent Colliard, Ousland comenzó su iniciativa de esquiar sin patrocinio por las 20 capas de hielo, cargando con 68 kilos de suministros por paisajes cada vez más traicioneros y tomando muestras para los científicos de la Universidad de Anchorage. Hasta la fecha, han atravesado ocho y esperan completar el resto en la próxima década.

Hablamos con Ousland, de 57 años, sobre la documentación del descenso glacial global, cómo se defiende de los agresivos osos polares y qué espera que aprenda el mundo de su proyecto.

Børge Ousland y Vincent Colliard posan para una foto tras atravesar el campo de hielo de Saint Elias, en Alaska, el más grande de los Estados Unidos y el segundo más grande del mundo. Esperan que el Ice Legacy Project ayude a la gente a comprender los impactos del deshielo de una forma más sencilla e imaginable.
Fotografía de Børge Ousland, National Geographic

¿Por qué pusiste en marcha el Ice Legacy Project?

Lo que he visto, sobre todo en el Ártico, me ha asustado en lo que a calentamiento global se refiere. El hielo del océano polar es completamente diferente ahora que cuando empecé a principios de los 90. Lo he visto con mis propios ojos. Me resulta muy difícil encontrar el hielo plurianual por el que esquiamos en 1990, cuando viajé al Polo Norte por primera vez.

Cuando el hielo se derrite, el mar se calienta, porque el agua oscura absorbe la energía del sol, en lugar de la superficie blanca del hielo, que la refleja. De ese modo, aumenta la temperatura marina. Eso derrite más hielo. Es uno de los motivos principales de que la temperatura esté aumentando en el Ártico al doble de velocidad que la media mundial. Pero no solo se derrite la banquisa. Los grandes glaciares también están derritiéndose ahora y en el futuro próximo, veremos las consecuencias.

Si se derrite toda la capa de hielo de Groenlandia, el nivel del mar aumentará entre seis y siete metros. Si se derrite toda la Antártida, el nivel del mar aumentará 60 metros. Uno puede imaginarse qué pasará en la mayor parte de lugares habitados del mundo si se derriten estos glaciares.

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    Ambos han tenido dificultades a la hora de atravesar la capa de hielo de Stikine. La región está llena de grietas y, como completaron su viaje en mayo, los abismos estaban llenos de agua.
    Fotografía de Børge Ousland, National Geographic
    Para garantizar que Ousland, Colliard y sus suministros no se cayeran por una grieta profunda, los exploradores y sus trineos tuvieron que hacer cada cruce con medidas de seguridad.
    Fotografía de Børge Ousland, National Geographic

    ¿Cuál es vuestro objetivo final?

    No somos científicos, así que nuestro papel es servir de testigos oculares. Somos los ojos sobre el terreno que cuentan la historia. Los científicos dan las cifras y los hechos, pero también necesitamos imágenes que acompañen esos números. Creo que mucha gente tiene problemas a la hora de comprender tantos kilómetros cuadrados, pero si podemos navegar alrededor del Ártico en cuatro meses en lugar de seis años, ese es un ejemplo muy visual. Queremos demostrar qué ocurre con los grandes glaciares del mundo para que la gente pueda comprenderlo y actuar, espero.

    Háblanos de vuestra aventura más reciente de Ice Legacy.

    Esta primavera, esquiamos a través de las capas de hielo de Barnes y Penney, en la isla de Baffin. Había poquísima nieve entre las capas de hielo y nuestros trineos se golpearon mucho contra la roca. Es algo que ha ocurrido en los últimos años. La isla de Baffin tiene cada vez menos nieve.

    La meteorología era un problema constante cuando el equipo estaba en Alaska, donde a veces se enfrentaron a nevadas que les llegan a la cintura en un solo día.
    Fotografía de Børge Ousland, National Geographic

    En el pasado, ¿habrías podido esquiar entre las islas?

    Sí, eso seguro. Ahora la primavera llega un mes antes que hace unas décadas. Hasta los glaciares del alto Ártico se derriten. Se investigan esos glaciares y se descubren restos de plantas y animales que no han visto la luz del día en 20 000 años porque habían estado cubiertos de hielo. Si recorres el borde del hielo a finales de verano, cuando se maximiza el deshielo, encuentras cosas congeladas en el tiempo. Es del hielo más antiguo de Canadá.

    Hablamos con los inuits allí arriba y dicen que las pequeñas capas de hielo donde viven han desaparecido. En 2013, atravesamos la capa de hielo de la Patagonia Austral, por la misma ruta que recorrí en 2003, y era un paisaje completamente distinto. Ahora no podíamos reconocer la ruta.

    Ousland y Colliard llevaron velas de esquí como ayuda en su viaje por el campo de hielo de Saint Elias, pero rara vez han podido usarlas, ya que gran parte del paisaje estaba plagado de grietas y tenía visibilidad limitada.
    Fotografía de Børge Ousland, National Geographic
    Con el viento a la espalda, utilizaron las velas de esquí para propulsarse a ellos mismos y sus trineos a lo largo de una parte de terreno liso.
    Fotografía de Børge Ousland, National Geographic

    ¿Cómo afecta el cambio climático a la forma en que completáis una travesía?

    El riesgo es superior porque las cosas no son estables. Puede haber muchas rocas, sobre todo en la Patagonia, donde los cambios se producen rapidísimo, y también hay muchos elementos sueltos en los polos. Hay más grietas, el hielo se mueve. Los puentes de nieve son más débiles. Se tarda más tiempo.

    ¿Cuál ha sido el glaciar que más os ha costado atravesar hasta ahora?

    Stikine, el primer glaciar que atravesamos en Alaska. Fue dificilísimo. Es un glaciar pequeño y pensamos que sería bastante sencillo, pero caían avalanchas de las laderas y había muchísimas grietas. Teníamos comida para 17 días y cuando terminamos el viaje, tomamos la última comida. La extendimos todo lo que pudimos.

    ¿Cómo han cambiado tus viajes por el Ártico en 25 años?

    En lugar de utilizar trineos [para cargar con el equipo de acampada, comida, etc.], utilizamos kayaks o algún tipo de dispositivo de flotabilidad para remar por los estrechos de aguas abiertas, porque ahora hay mucha más agua.

    Colliard escribe la información de posición en una muestra de nieve que tomó para la Universidad de Anchorage. Esta información se utilizará para rastrear las consecuencias del cambio climático en las capas de hielo.
    Fotografía de Børge Ousland, National Geographic

    ¿Cómo gestionas el peligro de los osos polares en tus viajes?

    Los ahuyentamos. En mi primer viaje al Polo Norte, tenía un revólver Magnum de calibre 44 en una funda en el hombro, dentro del anorak, para que no se enfriara. Ahora utilizamos espray de pimienta. Llevamos un rifle, para tener esa opción; el ruido suele ser suficiente para ahuyentarlos. Otra cosa muy eficaz es una pistola de bengalas. Colocamos un cable trampa pirotécnico alrededor del campamento que dispara un pequeño explosivo para poder dormir. Los osos polares se te comen si les dejas. Si te quedas sentado sin más, vendrán y te devorarán, y es algo bastante honesto. Tienen hambre.

    ¿Has observado cambios en el comportamiento de los osos polares?

    La Tierra de Francisco José no se descubrió hasta 1872 o 1873 porque había tanto hielo que era imposible visitarla. Pero cuando estuvimos allí en 2007, no había hielo. Los osos polares necesitan hielo para cazar focas. Se habían quedado atrapados en tierra sin nada para comer salvo aves y huevos. Eran mucho más agresivos que los otros osos polares. Nos encontramos con unos 40 en aquel viaje y eran peligrosísimos.

    Los aventureros posan para un autorretrato en un día despejado en la capa de hielo de Stikine. Mientras viajaban por las 20 mayores capas de hielo del mundo, Ousland y Colliard han observado que el hielo ha cambiado mucho desde sus aventuras pasadas en la región.
    Fotografía de Børge Ousland, National Geographic

    ¿Qué esperas que saque la gente de este proyecto?

    Es una pequeña gota de muchas que abrirán los ojos y mostrarán al mundo qué les ocurre a los glaciares del planeta. Es posible que mil millones de personas viven aguas abajo del Himalaya, a lo largo de grandes ríos en la India, Nepal, y Bangladés. Cuando la humedad desciende y el Himalaya no puede contenerla en forma de hielo, provoca inundaciones. En el periodo más seco, estará tan seco que miles de millones de personas se verán afectadas. Va a poner el mundo patas arriba. La gente debe abrir los ojos. Va a ser peor que la Primera y la Segunda Guerra Mundial juntas.

    Entrevista editada.
    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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