Visita la histórica Lucerna en 72 horas

Esta ciudad suiza ofrece aventuras alpinas, paseos pintorescos y una gastronomía deliciosa.

Por Malavika Bhattacharya
Publicado 15 oct 2019, 14:46 CEST
Ciudad Vieja de Lucerna
El río Reuss atraviesa la Altstadt o Ciudad Vieja de Lucerna.
Fotografía de Xantana, Getty Images

Es innegable: Lucerna cumple todos los clichés de una escapada romántica a Suiza. El lago homónimo de esta ciudad ubicada en la región central del país al pie de los Alpes y de habla alemana refleja picos nevados como el Pilatus y el Titlis, destinos populares para visitas de un día. El río Reuss atraviesa las calles llenas de fachadas pintadas de la Ciudad Vieja, donde las parejas se acurrucan mientras toman un rösti y un chocolate caliente en las cafeterías ribereñas.

Lucerna es un lugar tan hermoso como estratégico. Para llegar desde el aeropuerto de Zúrich, sube a bordo de la puntualísima red ferroviaria suiza. El viaje en tren a Lucerna dura una hora. Puedes comprar el Swiss Travel Pass, que incluye viajes ilimitados en tren, autobús y barco, así como descuentos en los ferrocarriles de montaña.

Así puedes pasar el fin de semana perfecto en Lucerna:

Día 1: Paseo junto al río

10 a.m. Empieza en la Ciudad Vieja (Altstadt), un laberinto de plazas medievales y callejuelas adoquinadas con edificios de fachadas pintadas al fresco. La mayor parte de la Ciudad Vieja se extiende a lo largo de la ribera norte del río Reuss. En la ribera sur se encuentra la iglesia jesuita de estilo barroco de san Francisco Javier, que data del siglo XVII y destaca por sus cúpulas bulbosas gemelas de color verde apagado y sus interiores de estuco. El Kapellbrücke, un puente de madera del siglo XIV lleno de flores, atraviesa el río en diagonal y pasa frente a la Wasserturm («torre de agua») octogonal hasta llegar a una ristra de hoteles y cafeterías que bordean la orilla norte.

Los turistas disfrutan de la cena a orillas del Reuss con vistas a las cúpulas verdes de la iglesia jesuita de san Francisco Javier.
Fotografía de Andreas Hub, Laif, Redux
La gente combate el calor estival nadando en el lago Lucerna.
Fotografía de Clara Tuma

Río abajo se encuentra el segundo puente cubierto de madera de Lucerna, el Spreuerbrücke, construido en 1408 y pintado con paneles triangulares que representan a esqueletos sonrientes en escenas humanas cotidianas. Junto al puente, la presa de agujas regula el nivel del agua del lago Lucerna. En invierno, hay puestos junto al río que venden marroni o castañas asadas.

12 p.m. Atraviesa cualquier puente para disfrutar de una tablas de queso y un chocolate caliente en las cafeterías ribereñas, donde los menús están escritos en pizarras que te llevan hasta la mesa. El Rathaus, el ayuntamiento de ladrillo del siglo XVII y punto de encuentro, alberga ahora su propia cervecería y restaurante en el sótano.

3 p.m. Tras la hilera de hoteles que se disponen a lo largo del río, las plazas centenarias de Lucerna —con fuentes y edificios pintados al fresco— albergan boutiques y cafeterías. Muchas de las fachadas son las originales restauradas y representan las historias de los comerciantes que vivieron y trabajaron aquí. En la Kappellplatz (plaza de la Capilla), emplazamiento del carnaval anual de Lucerna, se encuentra la emblemática fuente Fritschi, el restaurante Fritschi en un edificio del siglo XVII y la capilla de san Pedro, de casi 900 años de antigüedad.

Prosigue hacia la Hofkirche del siglo XVII y el Monumento al león de Lucerna, que conmemora a los guardias suizas que murieron cuando luchaban por el rey Luis XVI durante la Revolución francesa. El Gletschergarten o Jardín Glaciar expone restos naturales de la última glaciación, hace 20 000 años: piedras pulidas y profundos agujeros glaciales, mejillones fosilizados y hojas de palmera. Los niños disfrutarán del Alpineum —un museo que se encuentra justo frente al monumento—, sobre todo por su diorama de los picos alpinos. Termina en el Bourbaki Panorama, un enorme cuadro circular de la guerra franco-prusiana.

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    El hotel Pilatus-Kulm, cerca del pico de la montaña, ofrece vistas de los Alpes.
    Fotografía de Marka, Getty Images
    La gente recorre las calles cerca del centro de la ciudad.
    Fotografía de Annie Griffiths, Nat Geo Image Collection

    8 p.m. Prueba la fondue tradicional en el Zunfthausrestaurant Pfistern, un restaurante ubicado en una casa gremial tradicional del siglo XIV, o disfruta de una cena tranquila de rösti junto al río en el Wirtshaus Taube. De postre, busca chocolates y quesos suizos. Las creaciones decadentes de Max Chocolatier y Heini se hacen a mano. Chäs Barmettler es una tienda de queso independiente con un amplio abanico de variantes regionales, entre ellas el célebre gruyère suizo.

    Día 2: Visita los museos y navega por el lago

    9 a.m. Acude a la estación de ferrocarril para pasar la mañana disfrutando de la dinámica escena artística de la ciudad. Empieza en el KKL (Kultur- und Kongresszentrum Luzern), un edificio ultramoderno de acero y vidrio. Esta popular sala de conciertos y convenciones también alberga el Museo de Arte, que cambia constantemente sus exposiciones de arte contemporáneo. A cinco minutos, la Rosengart Collection exhibe más de 300 obras de grandes maestros de los siglos XIX y XX, entre ellos Pablo Picasso, Paul Klee y Pierre-Auguste Renoir.

    12 p.m. Contempla las vistas desde el vivo paseo ribereño, donde los niños patinan y los ancianos juegan a la petanca. Haz una parada en el Hotel Montana, de estilo art déco, y come en el restaurante Scala. Las chuletas de cordero con puerro, manzana y gnocchi de remolacha y los gnocchi de patata con crema de apio y rábano picante son platos deliciosos que podrás saborear en el balcón con vistas al lago o en la terraza acristalada con calefacción.

    El Kapellbrücke, un puente de madera del siglo XIV, es el puente cubierto más antiguo de Europa.
    Fotografía de Jonothan Irish, Nat Geo Image Collection

    1 p.m. Disfruta de los encantos pintorescos de Lucerna en un crucero de una hora en el yate panorámico M.S. Saphir, que zarpa enfrente de la estación de ferrocarril. Con un techo convertible que se abre cuando hace buen tiempo, el crucero cubre los principales lugares de interés, incluye una audioguía y ofrece vistas magníficas de los Alpes.

    3 p.m. Tras desembarcar, camina o ve en autobús al Museo Suizo del Transporte, que traza un recorrido por la historia de la navegación por aire, agua, carretera y ferrocarril con simuladores y exposiciones multimedia. No te pierdas las locomotoras antiguas. El recinto del museo incluye un cine y un planetario, pero la mejor sorpresa para los niños es la Chocolate Adventure, una atracción interactiva que explora la historia y la elaboración del chocolate mediante la vista, el olfato y el gusto. Toma el postre en el restaurante Mercato o llévate un aperitivo al otro lado de la calle para disfrutar de un pícnic en el parque junto al lago, donde los patos entran y salen del agua constantemente.

    6 p.m. Vuelve a la Ciudad Vieja para cenar y disfrutar de un espectáculo en Stadtkeller, un recinto de música en directo y actuaciones folclóricas tradicionales, con espectáculos de canto a la tirolesa o de trompas de los Alpes. Acaba la noche con un postre típico suizo: una tabla de quesos acompañada de cucharadas de relish, mermelada, nueces, higos, mostaza y pan.

    Día 3: Emprende un viaje en tren alpino

    10 a.m. El monte Pilatus, que se cierne sobre Lucerna a 2128 metros de altura, es un destino perfecto para una excursión de un día. Sube a bordo del tren a Alpnachstad y cambia al Pilatus Railway, un ferrocarril de cremallera de 126 años y el más empinado del mundo. Asciende hacia la montaña en ángulos de hasta 48 grados y a una elevación de más de 1500 metros. El tren, que opera de mayo a noviembre, ofrece vistas a los pastos que dan pie a la vegetación alpina. En los meses de cierre, coge el bus a Kriens y toma el teleférico hasta el pico del Pilatus.

    3 p.m. Recorre el serpenteante sendero del Dragón (Drachenweg), que discurre alrededor de la montaña y atraviesa túneles con ventanas amplias y miradores con vistas asombrosas de Lucerna en la distancia. Las obras de arte del célebre pintor suizo Hans Erni adornan las paredes con representaciones de la leyenda del dragón.

    En verano, da rienda suelta a tu faceta aventurera en el Rope Park o en el Toboggan Run. Come en el lujoso restaurante Queen Victoria del hotel Pilatus-Kulm o en el restaurante de autoservicio con terraza del hotel Bellevue. Haz una parada en la Panoramic Gallery, que une los dos hoteles y ofrece vistas sobrecogedoras de los Alpes.

    Malavika Bhattacharya es una periodista autónoma que escribe acerca de viajes, cultura y gastronomía.
    Artículo adaptado de National Geographic Traveller India y traducido al español.
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