Estas son las tendencias de viajes de 2020: «microvacaciones», compensaciones de emisiones de carbono y mucho más

Este año, se prioriza menos el destino que se visita y más cómo se puede viajar mejor.

Por Jessica Flint
Publicado 7 ene 2020, 11:32 CET
Luang Prabang
Una de las principales tendencias de viajes de este año son los viajes en grupo solo para mujeres a destinos como Luang Prabang, Laos, que alberga el templo dorado de Wat Pa Phai.
Fotografía de Otto Stadler, Getty Images

Hemos preguntado a más de una docena de expertos del sector turístico cómo serán los viajes en 2020 y el consenso es que este año —más que nunca— los viajeros darán prioridad al impacto de sus viajes: en el planeta, en los destinos y las comunidades locales y en ellos mismos.

Quizá no sea sorprendente que tanta gente tenga en mente la sostenibilidad si tenemos en cuenta los abundantes titulares sobre el cambio climático y el 50º aniversario del Día de la Tierra. «A los viajeros les interesan cada vez más viajes que signifiquen algo y a largo plazo. Saber que contribuyes a algo sostenible o beneficioso es importante», explica Will Jones, fundador de Journeys by Design y Wild Philanthropy.

Por consiguiente, las tendencias de 2020 no tienen tanto que ver con los destinos, sino más bien con lo que puedes hacer durante el trayecto.

Las compensaciones de emisiones de carbono están de moda

«El sector turístico ha tomado nota de la crisis climática y hace lo que puede para mitigar su impacto», afirma Jonny Bealby, fundador y consejero delegado de Wild Frontiers, que organiza excursiones en grupos pequeños muy populares entre personas que viajan solas. Esto comienza con los vuelos y las emisiones de gases de efecto invernadero, que según Jenny Mikkelson, vicepresidenta de Travel Beyond, «son uno de los temas de conversación principales».

Los viajeros quieren que los turoperadores ayuden con las compensaciones de emisiones de carbono. Por ejemplo, Wild Frontiers ha compensado las emisiones de los vuelos de sus clientes desde 2005 y este año aumentará la cantidad compensada a 1,5 toneladas de dióxido de carbono por pasajero. La rama filántropa de Red Savannah, Green Savannah, compensa las emisiones del transporte aéreo en colaboración con el Rainforest Trust, una ONG estadounidense que compra y protege tierras en bosques tropicales amenazados. En 2019, Green Savannah financió los proyectos de la ONG en la Amazonia peruana y en la cordillera Annamita de Laos. MT Sobek, especialista en viajes de aventura, no solo compensa las emisiones de carbono, sino que también lo retira mediante programas en colaboración con Climeworks, una empresa suiza que captura CO2.

Con todo, la compensación de emisiones de carbono también ha traído polémica. «Quienes tienen vuelos de larga distancia empiezan a demandar más transparencia sobre la compensación de las emisiones de carbono —los estudios han demostrado tasas de éxito incoherentes— para garantizar que están generando un cambio real», afirma Melissa Biggs Bradley, fundadora y consejera delegada de la agencia de viajes Indagare y miembro del consejo de administración del Centro para el Turismo Responsable.

La gran tendencia de las «microvacaciones»

«No está tan de moda subirse a un vuelo de larga distancia en primera clase», afirma Philippe Brown, fundador de Brown + Hudson, que organiza experiencias personalizadas. «La gente que solía visitar [destinos lejanos] tres veces al año o más están poniendo freno a sus viajes». Las «microvacaciones», o viajes más cortos, resultan cada vez más atractivas.

Las vacaciones más rápidas, que se prestan a destinos más cercanos, no siempre tienen que ver con ahorrar dinero. «En esta época, se trata de viajeros experimentados que buscan maneras de gestionar sus impactos en el mundo», afirma Edward Piegza, fundador y presidente de Classic Journeys. «Conforme los viajeros prestan más atención a lugares más cerca de casa, se dan cuenta de que no hay jet lag ni océano entre medias y que es fácil encajar un viaje doméstico en una agenda apretada».

Check in en hoteles verdes

«La gente pide específicamente alojamientos ecológicos», afirma Brown de Brown + Hudson. Una encuesta reciente de booking.com demostró que el 70 por ciento de los viajeros estarían más dispuestos a reservar una propiedad si saben que es responsable con el planeta, pero que el 72 por ciento no están al tanto de que existen certificados ecológicos para los alojamientos. De nuevo, los turoperadores han dado un paso adelante para llenar ese vacío. «Hemos fundado nuestra propia iniciativa de responsabilidad social para evaluar las propiedades a las que mandamos a nuestros clientes», explica Bradley de Indagare, cuya empresa pondrá en marcha el programa en 2020. Y el programa «Unique Lodges of the World» de National Geographic ofrece una colección creciente de alojamientos que prestan especial atención a la sostenibilidad.

George Morgan-Grenville, consejero delegado y fundador de Red Savannah, afirma que «la producción de energía verde, el reciclaje adecuado y la adquisición de alimentos orgánicos de cultivo local figuran entre las prioridades de los viajeros». Las propiedades de lujo lideran este cambio sostenible: en Sudáfrica, la &beyond Phinda Private Game Reserve embotella su propia agua purificada en vidrio reciclable, según explica Cari Gray, consejera delegada de Gray &Co., especialista en viajes privados. También pone como ejemplos el complejo hotelero ecológico Islas Secas, en Panamá, que funciona solo con energía solar y composta todos sus residuos alimentarios, y la Finca La Donaira, en Andalucía, cuyo huerto orgánico produce casi todo lo que se consume en el hotel y vende los excedentes a la comunidad local.

En Andalucía, el retiro ecológico Finca La Donaira produce la mayor parte de su comida en los jardines y huertos de la propiedad de más de 600 hectáreas.
Fotografía de La Donaira

Los plásticos de un solo uso están desfasados

«La compensación de las emisiones de carbono es una cosa, pero también podemos dar pequeños pasos a diario», afirma Catherine Heald, cofundadora y consejera delegada de Remote Lands, que se especializa en viajes a Asia. O’Shannon Burns, directora de sostenibilidad de National Geographic Expeditions, afirma que «traer —y utilizar— una botella de agua reutilizable y una taza de café son dos formas sencillas de reducir los residuos plásticos cuando se viaja».

«Cada vez más empresas, como la nuestra, organizan viajes sin botellas de plástico de un solo uso», explica Anne Wood, directora del producto en MT Sobek. Bealby, de Wild Frontiers, que es miembro fundador de One Bottle at a Time —un colectivo de turoperadores británicos que quiere retirar un millón de botellas de plástico de sus viajes para finales de 2020— insta a los clientes a utilizar botellas de agua con filtro.

Pero la reducción del consumo de plástico no se limita a las botellas de agua. Bradley, de Indagare, cuenta que California ha prohibido que los hoteles ofrezcan a los huéspedes botellas de plástico de champú, acondicionador y gel a partir de 2023. Bradley también indica que Marriott International ha prohibido las pajitas de plástico en sus propiedades y quiere eliminar todos artículos de aseo de plástico de un solo uso para finales de 2020. Este hincapié continuará, como evidencian evoluciones como la del complejo hotelero Soneva Fushi en las Maldivas: hace más de una década, prohibió las pajitas de plástico. En 2017, empezó a reciclar plástico in situ. En la actualidad, recicla el 90 por ciento de sus residuos en el marco de un programa que transforma la basura en productos nuevos. En febrero de 2020, Soneva pondrá en marcha una iniciativa para reducir los plásticos en las islas vecinas.

Devolver a los destinos lo que te dan

«Mantener y conservar los recursos de los ecosistemas es una tendencia que cobra impulso en África», afirma Mikkelson, de Travel Beyond, que explica que la fuente del río Okavango es una pequeña montaña forestada en Angola y cualquier deforestación, contaminación o cambio en el uso de tierras en ese bosque pondría en peligro el delta del Okavango en Botsuana. El bosque Mau —fuente del río Mara y de otros de Kenia— sufre deforestación a un ritmo avanzado. En estas zonas, el turismo puede contribuir a proteger estos recursos naturales.

Si los trotamundos buscan un enfoque más práctico, «están pasando cosas muy emocionantes en la ciencia ciudadana, sobre todo en cómo la tecnología facilita que los viajeros contribuyan a crear conjuntos de datos científicos», afirma Burns, de National Geographic Expeditions. «A modo de ejemplo, algunos de nuestros viajeros en Alaska han subido fotos a Happywhale, una base de datos en línea de fotos de ballenas que los científicos emplean para comprender mejor las poblaciones y las migraciones. Los investigadores no pueden estar constantemente sobre el terreno observando especies y esta tecnología permite que usen a los turistas a modo de ojos sobre el terreno».

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    La ONG medioambiental Earthwatch conecta a científicos ciudadanos con proyectos de investigación de todo el mundo. Uno de los últimos proyectos que ha puesto en marcha estudia los puntos de biodiversidad críticos de Cuba —la reserva ecológica Lomas de Banao y el refugio de fauna Tunas de Zaza—, donde voluntarios y científicos colaboran para recopilar datos sobre las aves, supervisar a los anfibios y estudiar los árboles. Con el progreso del desarrollo económico en Cuba, esta investigación podría ayudar a los líderes locales a establecer políticas de conservación.

    La popularidad de los viajes solo para mujeres

    «Hemos visto un crecimiento sólido en grupos solo de mujeres», afirma Carole Cambata, presidenta de Greaves Tours, que se especializa en la India. Mikkelson, de Travel Beyond, ha observado la misma tendencia, y también Heald de Remote Lands, cuya empresa organiza a menudo viajes para grupos solo de mujeres al Sudeste Asiático, a destinos como Camboya, Laos, Vietnam y Tailandia.

    Pero la siguiente versión de estos viajes definirá mejor su objetivo: «Las mujeres sienten un interés especial por apoyar a otras mujeres, lo que hace que las empresas contraten a mujeres como guías y se abastezcan de empresas proveedoras que pertenezcan a mujeres», afirma Brown, de Brown + Hudson. Jones, de Journeys by Design y Wild Philanthropy, destaca el Chobe Game Lodge de Botsuana y la unidad anti caza furtiva de las Mambas Negras de Sudáfrica, dos organizaciones que apoyan los servicios de guía y la conservación dirigidos por mujeres en África. Por su parte, el turoperador AdventureWomen, que ha incluido intercambios con mujeres locales en sus viajes desde 2018, afirma que este programa ha sido el motor del éxito de sus excursiones.

    Las vacaciones de bienestar conectan con la naturaleza

    «Existe un ansia por volver a lo básico con la terapia de sonidos y la terapia de bosque», afirma Gray, de Gray & Co. Bradley, de Indagare, está de acuerdo y dice que «cada vez más propiedades ofrecen programas diseñados específicamente para fomentar la transformación personal y están más centradas no solo en el cuerpo y la mente, sino también en los beneficios mentales y espirituales de reconectar con la naturaleza». Para vivir estas experiencias, recomienda Blackberry Mountain en Tennessee, Shou Sugi Ban House en Nueva York, el Four Seasons Resort Chiang Mai en Tailandia y el programa Asaya en Rosewood Hotels and Resorts.

    Los safaris africanos ya son experiencias llenas de naturaleza, pero Mikkelson, de Travel Beyond, afirma que hay nuevas oportunidades para centrarse en la salud: «Históricamente, los campamentos de safaris se han centrado en la experiencia de la fauna, pero las cadenas hoteleras que se especializan en el bienestar, como Six Senses, empiezan a invertir en destinos de safari».

    Jessica Flint es una periodista freelance que escribe desde San Francisco. Sigue sus aventuras en Instagram.
    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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