Las espectaculares coronas de flores de Ucrania: una mezcla de tradición y modernidad

Uno de los rasgos distintivos de las tradiciones estivales ucranianas es la «vinok», un accesorio clásico para bodas y festivales.

Por Eve Conant
Publicado 7 jul 2020, 12:40 CEST

Daga Gregorowicz y Dana Vynnytska, miembros de la banda polaco-ucraniana DAGADANA, llevan coronas de flores diseñadas por la artista Dominika Dyka.

Fotografía de Dominika Dyka

Flores, plumas, trenzas de cáñamo, conchas, cuentas e incluso trocitos de papel de aluminio y cera: estos son solo algunos de los artículos que la artista ucraniana Dominika Dyka incluye en sus recreaciones modernas de la vinok ucraniana, una corona tradicional.

Niñas y jóvenes han llevado estas coronas durante siglos como símbolo de pureza y fertilidad y se trata de uno de los pilares de los festivales las bodas. Se cree que tienen orígenes paganos previos a la introducción del cristianismo en el mundo eslavo oriental en el siglo X. Sin embargo, hoy en día forman parte de un renacimiento de la cultura tradicional que los ucranianos están adoptando en la vida cotidiana, modernizada a través de un orgullo histórico y la idea de un futuro brillante.

Para crear las coronas «utilizamos materiales que sabemos que ya se han usado», afirma Dominika Dyka. Además de las flores, puede utilizar plumas, cera, conchas, cuentas, hilo y serrín pintado.

Fotografía de Dominika Dyka

Las coronas son una decoración clásica para la noche de Iván Kupala, que se celebra a principios de julio. El ritual de origen pagano se cristianizó hace ya tiempo para incorporar a Juan el Bautista (Iván) y también se celebra en Rusia, Polonia y Bielorrusia. Además de saltar la hoguera, las mujeres elaboran coronas a partir de flores y plantas. Cada mujer coloca su corona en un río para adivinar su futuro romántico según el destino que corra en el agua (o según qué hombre salte para salvarla). Pero hoy en día las coronas también aparecen en festivales de arte y música, en vídeos musicales y en un sinnúmero de publicaciones en redes sociales.

Algo viejo, algo nuevo

Las versiones de Dyka —elaboradas con colaboradores en el taller Third Rooster de Leópolis, Ucrania— son unas de las más extraordinarias. (Explica que Third Rooster se refiere al tercer canto del gallo por la mañana y la llegada depuradora de un nuevo día.) Basa sus diseños en imágenes de archivo de museos digitalizadas, así como en fotos familiares de archivo que le envía su grupo creativo de estilistas, maquilladores y maestros de las coronas.

«Utilizamos materiales que sabemos que ya se han usado». El fin, según dice, es imbuir una nueva vitalidad a esta historia descubierta, «mostrar la vestimenta tradicional de Ucrania mediante la fotografía moderna y deshacernos de asociaciones con los colores antiguos y apagados de las fotos viejas». Y en las fotos no hay modelos profesionales «posando de forma fría y desapegada» con sus coronas. «Las mujeres son hermosas independientemente de su altura, parámetros corporales y edad, y es lo que mostramos en nuestras fotografías», explica Dyka. Su meta es simple: catapultar las tradiciones del pasado hacia la explosión de arte colorida y el orgullo nacional modernos. «Hay un deseo natural por mostrar esta belleza a todo el mundo», dice.

En Cárpato-Ucrania, una región autónoma que existió entre 1938 y 1939 en la Segunda República Checoslovaca, una joven lleva una corona de flores nupcial.

Fotografía de Scheufler Collection, Corbis/VCG/Getty Images

Lesya Kozenko posa con las joyas y las prendas tradicionales del este de Podolia, en el oeste de Ucrania, que incluyen una corona de flores de cera.

Fotografía de Dominika Dyka

La demanda es alta. Las coronas, junto a prendas tradicionales como las camisas y vestidos bordados, «son cada vez más populares», explica Daga Gregorowicz, miembro de la banda polaco-ucraniana DAGADANA que exhibe con orgullo las creaciones de Dyka. «Hemos buscado durante años nuestra imagen para actuar. Procedemos de dos países vecinos, Polonia y Ucrania, y nuestra música combina la cultura folclórica tradicional de ambos estados con elementos modernos como el jazz, la electrónica, el rock y la improvisación».

Entonces, se toparon con las creaciones de Dyka. «El destino debía de tenerlo planeado para nosotras hace ya tiempo: promocionar nuestra cultura en todo el mundo y contar historias de las mujeres de nuestra patria», afirma Gregorowicz. Según ella, estos conjuntos llaman la atención sobre las riquezas de Polonia y Ucrania en festivales de música de todo el mundo. «Es una parte del mundo relativamente poco conocida que a menudo parece exótica para los observadores y que tiene mucho que ofrecer».

 

En Ucrania, el auge de las coronas también influye en los floristas. Una de ellas, Anastasia Prushko, fundadora de A Note on Flowers en Kiev, cuenta que entre sus encargos hubo un bautizo, regalos para invitados de fiestas de cumpleaños y la inauguración de restaurantes ucranianos tradicionales, así como accesorios para desfiles de modas. También da clases magistrales y organiza talleres de confección para niños.

Sin embargo, la mayor parte de la demanda es de las bodas, para las novias. «Están muy demandadas como tributo a las raíces y tradiciones ucranianas, y las coronas casi siempre complementan vestidos y camisas bordadas», explica Prushko. Un ejemplo de ello son las vyshyvankas (camisas bordadas tradicionales) elaboradas por diseñadores conocidos como Vita Kin y por artesanas más tradicionales «que son menos famosas, pero muy apreciadas por las novias».

Prushko insiste en colocar accesorios personalizados en sus coronas. «Empiezas atando un lazo para saber el volumen de la corola. La inclinación es importante. ¿Cómo se llevará exactamente la corona? ¿Delante, en la frente o más baja hacia la nuca?».

Pero también tiene algo de ciencia, arte y misticismo. «No solo tienes que entender el simbolismo de las plantas», sino también cómo se congelan, se mueren y «se comportan sin agua», explica. Las plantas frescas se alimentan de una bola de algodón empapada en glucosa que se pega al arreglo. Las flores secas son más frágiles, pero pueden fijarse sin pegamento. Una corona debe tener un aspecto relajado, pero también firmeza para que la novia pueda bailar con libertad. Y, por supuesto: «Las flores deben disponerse de forma densa, como si se apretujaran las unas a las otras para sostenerse», explica Prushko.

Sus coronas y las de otros artistas pueden cambiar, pero su significado está impregnado de historia. «Un par de días antes de la boda, la novia se echó a llorar», recuerda Prushko. «Fue en aquel momento, mientras fabricaba la corona y ponía los tallos bajo el lazo, cuando se dio cuenta de que iba a casarse. Fue un momento muy conmovedor».

Un símbolo de orgullo nacional

Amor y bodas aparte, hay otro elemento implicado: el patriotismo.

«Las coronas se popularizaron tras la Revolución Naranja de 2004, ante el auge de la conciencia nacional. La gente volvió a enamorarse de sus raíces, de la tradición», cuenta Prushko.

La tendencia arraigó más en el segundo levantamiento de Ucrania en 2014, cuyas protestas tenían el fin de reafirmar la independencia de Ucrania frente a la injerencia rusa. Ulyana Yavna, fundadora de la tienda Traditional Clothing of Ukraine en Leópolis, dice que la imagen vintage «se popularizó mucho tras la Revolución de la Dignidad [de 2014]». Pero recuerda que la corona o vinok empezó a desempeñar un papel ya en la Revolución Naranja, «cuando muchas mujeres llevaron la vinok durante las protestas a modo de símbolo».

Mayhill Fowler, profesora adjunta de la Universidad Stetson y especialista en la historia cultural de Rusia, Ucrania y Europa del Este, explica que durante la era soviética se hacían concesiones con las tradiciones locales. Por ejemplo, cada república soviética podía tener «un sombrero, camisa o danza étnica permitidas, pero lo aprobaba el estado desde arriba». Cuenta que la corona llevaba mucho tiempo vinculada a las tradiciones nupciales, pero durante la era soviética la mayoría de las bodas se celebraban en edificios municipales o centros cívicos. El mensaje era que formaban parte de un panorama político mayor, no la celebración de tradiciones locales. «No podías ir demasiado lejos, tenías que seguir las reglas y no parecer antisoviético».

En la actualidad, los artistas pueden explorar todo tipo de tradiciones locales inspiradas en motivos rurales o folclóricos y adaptarlas a los tiempos modernos. Por ejemplo, Fowler dice que «quizá tengas prendas hípster, pero con bordados. Si tienes una vyshyvanka que has usado para las fiestas, ahora podría ser moderna y más sexy, y puede verse un día cualquiera en una calle urbana». (Los turistas que se pierdan las celebraciones de la noche de Iván Kupala este julio debido a la pandemia podrían considerar visitar Ucrania el año que viene para el Día de la Vyshyvanka, celebrado el 20 de mayo.)

En los festivales de música, muchas personas llevan coronas de flores en el pelo mientras beben cerveza y pasan el rato. Fowler dice que la tienda All Our Own, en Kiev, tiene diseñadores que comparten espacio para exponer y vender sus creaciones a los vecinos que quieren comprar en comercios locales. «La gente está describiendo qué es ucraniano y celebrándolo en la esfera del consumidor». Y además «utilizan motivos folclóricos para la expresión contemporánea».

Eso es precisamente lo que hace la artista Dyka con sus extraordinarias coronas. Según la tradición, las coronas nupciales solo se llevan una vez. Pero con la energía nueva y moderna con la que se entreteje cada pieza personalizada, las personas que las llevan hoy en día están listas para romper las normas: «Ahora a las mujeres casadas les encanta llevar coronas y sentirse jóvenes y guapas», cuenta Dyka.

Eve Conant es editora y escritora en National Geographic. Ha vivido y trabajado en Moscú como corresponsal en el extranjero para Newsweek. Síguela en Twitter.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
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