Cómo limitar los riesgos de la COVID-19 durante los viajes

De PCR a cuarentenas: esto recomiendan los científicos si tienes que viajar durante la pandemia.

Por Nsikan Akpan
Publicado 19 nov 2020, 13:34 CET, Actualizado 26 nov 2020, 15:11 CET
Aeropuerto Internacional de Zaventem

Unos pasajeros con trajes de protección llevan su equipaje por el Aeropuerto Internacional de Zaventem, en Bruselas, Bélgica, el 29 de julio de 2020.

Fotografía de Francisco Seco, AP Photo
National Geographic presenta un Especial COVID-19, tres rigurosos documentales sobre los antecedentes, la situación actual y el futuro de la pandemia que ha azotado duramente al mundo en 2020. Estreno el 29 de noviembre a las 16:00 h, en National Geographic. 

El deseo de pasar las fiestas con la familia es muy fuerte incluso durante una pandemia viral mortal. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos recomiendan quedarse en casa. Al igual que muchas personas, mi mujer y yo queríamos viajar a otra parte del país para ver a sus padres de más de 65 años, pero esperábamos hacerlo de la forma más segura posible. ¿Podrían las pruebas de COVID-19 u otras medidas aumentar nuestra seguridad?

Como editor de ciencia de National Geographic, he cubierto la pandemia desde enero, entrevistado a decenas de científicos y producido decenas de artículos sobre el comienzo del brote en Wuhan, China, y las prometedoras (pero no perfectas) novedades sobre las vacunas.

Una mascarilla cuelga del espejo retrovisor de un coche en Santiago de Chile en plena pandemia de coronavirus.

Fotografía de Martin Bernetti, AFP via Getty Images

Hay un hecho: no se puede eliminar el riesgo de contraer el coronavirus SARS-CoV-2 mientras viajas, pero sí minimizarse. Este lema —y algunos consejos de epidemiólogos y virólogos— me han ayudado a elaborar un plan menos arriesgado para viajar y pasar tiempo en espacios cerrados con parientes de grupos de riesgo. Estas son las preguntas clave que me he hecho.

Precauciones para viajar durante la pandemia

Cuando salimos de nuestra casa en Washington D.C. para volar a California a principios de este mes me sentí incómodo. Mi mente era un hervidero de tasas de prevalencia, tasas de mortalidad, la recomendación de no viajar de los CDC y todas las estadísticas sobre la COVID-19 que he aprendido en los últimos 10 meses.

Pero lo había planeado todo como un científico, desglosando cada etapa del viaje y considerando los riesgos para mí mismo y para cualquier otra persona con la que me cruzara por el camino. En primer lugar, esto significaba mantener las medidas de protección básicas durante el viaje: mascarilla, distanciamiento social, buena higiene y solo ir a eventos sociales al aire libre.

«Todo lo que hacemos para intentar limitar la propagación del virus es imperfecto, pero con suerte, cuando se combina, puede equivaler a un mayor grado de seguridad que una sola medida», afirma Jennifer Nuzzo, epidemióloga que dirige la Johns Hopkins Testing Insights Initiative en el Centro para la Seguridad Sanitaria.

La cosa se complica y se vuelve más arriesgada si quieres pasar la noche —o comer en un espacio cerrado— con amigos y familiares no convivientes. «Entre los eventos de supercontagio más comunes están las comidas familiares, donde mucha gente se infecta al mismo tiempo», afirma Nuzzo. «Probablemente sea porque a la gente no le preocupa tanto exponerse [al virus] por un familiar».

Por eso mi mujer y yo combinamos las pruebas, el aislamiento y precauciones adicionales en nuestro viaje. Es lo mismo que recomiendan los científicos para quien intente viajar de forma más segura.

La importancia de la cuarentena

Nada te protegerá a ti ni a tus parientes tanto como no interactuar con personas de fuera de tu burbuja social durante dos semanas antes de reuniros. Eso significa no ir al supermercado ni sentarte en una cafetería, ni siquiera al aire libre.

Si quieres cenar con la abuela o decorar el árbol de Navidad con tus padres de setenta y tantos años, tendrás que incluir un periodo de cuarentena. Esto es de especial importancia si alguien al que vas a ver en un espacio cerrado durante un periodo prolongado corre un mayor riesgo de sufrir complicaciones graves de la COVID-19.

Mi mujer y yo decidimos viajar a California dos semanas antes de Acción de Gracias para poder ponernos en cuarentena en un Airbnb antes de ir a casa de sus padres para pasar allí la fiesta. Trabajamos desde el apartamento, nos dejaron la compra en la acera y salimos a pasear solos. Tus seres queridos deben hacer lo mismo: una burbuja solo funciona si nadie la hace estallar.

Si vas a conducir largas distancias y puedes evitar a otras personas (por ejemplo, en una caravana o pasando la noche en alojamientos que ofrezcan check-in sin contacto), puedes hacer parte de la cuarentena por el camino.

Por qué las pruebas son fundamentales

«Hay algo evidente: una prueba negativa no descarta por completo que te hayas expuesto a la COVID», afirma Esther Babady, directora del Laboratorio de Microbiología Clínica del Centro de Cáncer Memorial Sloan Kettering.

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    Los viajeros se hacen una prueba de COVID-19 en el Aeropuerto Internacional de Minneapolis-St. Paul el 12 de noviembre de 2020.

    Fotografía de Elizabeth Flores, Star Tribune, via AP Photo

    Puedes recibir un resultado negativo, pero estar infectado de —y contagiar— COVID-19. Tras la exposición, la persona promedio tarda casi cinco días en desarrollar cantidades cuantificables del virus, el denominado «período de incubación». Ese periodo no siempre coincide con los síntomas, que pueden tardar 14 días en aparecer. Entre tanto, una persona puede contagiar el virus a cualquiera con quien entre en contacto cercano. Casi un 50 por ciento de la transmisión de la COVID-19 procede de personas asintomáticas.

    El protocolo más seguro para protegerte a ti, a tu familia y a los desconocidos es recibir tres resultados negativos en un periodo de dos semanas. Funciona de la siguiente manera:

    Hazte una prueba justo antes de salir de viaje. Si es positiva, vuelve a casa y aíslate durante al menos 10 días para no llevar el virus a nuevos lugares y personas. Si das negativo, haz cuarentena y mantén las medidas de precaución básicas —mascarilla, distanciamiento social y lavarte las manos—, ya que cada contacto cercano con desconocidos puede significar una nueva exposición.

    Tras ponerse en cuarentena, Saskia Popescu, epidemióloga de la Universidad George Mason, siempre se hace pruebas de COVID-19 seis y 11 días después. La primera prueba es para tranquilizarse, ya que se hace tras el periodo de incubación medio.

    Popescu se la hace una segunda vez porque «hay estudios que han demostrado que del 97 al 98 por ciento de las personas, si van a dar positivo, lo hacen el undécimo día».

    La opción más fiable es la prueba PCR (siglas en inglés de reacción en cadena de la polimerasa), que tiene una precisión de casi el cien por cien si has esperado el tiempo suficiente tras exponerte. Pero los resultados pueden tardar horas o días. Las pruebas rápidas dan resultados más rápidos —a veces en 15 minutos—, pero pueden pasar por alto hasta un 16 por ciento de los casos respecto a las pruebas PCR. «Lo que se gana en velocidad se pierde en precisión», afirma Popescu. «No es mucho, pero prefiero la PCR».

    ¿Necesitas más de una prueba?

    Si no tienes síntomas y sigues normas de higiene estrictas en casa, no tienes que hacerte la prueba antes de salir de viaje. Vuela o conduce hasta tu destino y hazte la prueba en el undécimo día de la cuarentena de dos semanas, que solo pasará por alto aproximadamente el tres por ciento de los casos de COVID-19.

    Algunos lugares, como el estado de Nueva York, recomiendan que los viajeros pasen tres días en cuarentena, se hagan la prueba, viajen y después se hagan otra prueba cuatro días después. Esto es arriesgado, ya que casi la mitad de los pacientes de COVID-19 dan positivo entre el quinto y el undécimo día tras exponerse. «Estadísticamente, no siempre sabes en qué día estás», afirma Nuzzo.

    Dónde hacerte la prueba

    Bajo las normas más estrictas, el cronómetro de la cuarentena no empieza a contar hasta que dejes de estar en contacto cercano con desconocidos, así que nosotros utilizamos el autocovid de Los Ángeles. Para encontrar centros de pruebas en tu destino y en tu punto de partida, consulta los departamentos sanitarios de tu ciudad o condado, que podrían ser más precisos que las fuentes estatales, sobre todo en lo que respecta a los precios. Aunque se supone que en Estados Unidos las pruebas de COVID-19 son gratuitas, algunas personas se han sorprendido cuando les llegan facturas médicas desorbitadas. Lee la letra pequeña.

    Si no puedes hacerte la prueba y ponerte en cuarentena antes de un viaje vacacional, celebra las reuniones festivas al aire libre, mantén dos metros de distancia y no te quites la mascarilla. «Anima a la gente a mantener el máximo nivel de higiene posible, reconociendo que ahora no es un momento ideal para viajar», añade Nuzzo.

    Cómo calcular el riesgo

    «Piensa en la cantidad de personas con las que te cruzas en el transcurso de tu viaje frente a las que te encuentras a lo largo de un día», afirma Nuzzo.

    Las enfermedades en las ciudades del siglo XIX
    Históricamente, las ciudades han sido centros de comercio, industria… y enfermedades. A principios del siglo XIX, había tal densidad de población en las ciudades que las enfermedades empezaron a propagarse a un ritmo sin precedentes. Parecía que no quedaban esperanzas hasta que se produjo una serie de descubrimientos científicos que desencadenaron una revolución en la higiene y la salud urbanas.

    Este ejercicio mental puede ayudar a una persona a decidir cuál podría ser su posible exposición durante un trayecto, si tiene más sentido conducir (minimizar los contactos), volar (mezclarte más a menudo con desconocidos) o quedarse en casa.

    Si te inquieta contraer o contagiar el virus, ten en cuenta dos números sencillos en lugar de las extravagantes calculadoras de riesgo.

    Es recomendable consultar el número de casos tanto en el lugar en el que vives como en tu destino. Empieza buscando cuánta gente ha contraído el virus recientemente en ambos lugares. «Eso te revelará las probabilidades de cruzarte con personas que podrían estar infectadas», indica Nuzzo.

    Por ejemplo, Washington D.C., donde vivimos mi mujer y yo, tenía un brote moderado cuando nos fuimos, con 13 casos por 100 000 residentes en la semana anterior, lo que significa que unas 90 personas contraen el virus cada día. En cambio, en Milwaukee se registran unos 900 casos nuevos cada día; una tasa de prevalencia de 97 por cada 100 000 habitantes. Visitar o salir de viaje desde la ciudad de Wisconsin aumenta las probabilidades de contraer —o propagar— el virus.

    También hay que tener en cuenta la tasa de positividad. Si está por encima del cinco por ciento en un lugar determinado, los gobiernos y los hospitales podrían estar dedicando todos sus recursos de pruebas a sus pacientes más enfermos, es decir, que se pasarían por alto los casos leves y los propagadores en potencia. Un aumento rápido de la positividad también puede indicar que el brote está descontrolado.

    Los viajes en avión

    Durante la pandemia se ha disparado la popularidad de los viajes por carretera y conducir hasta tu destino vacacional —evitando el contacto con otras personas— significa que pasarás menos tiempo en un espacio cerrado con desconocidos que si vuelas en avión. Pero nosotros optamos por volar, ya que un viaje por carretera a través del país llevaría una semana y muchos expertos sostienen que los aviones son más seguros de lo pensado.

    Recuerda que el SARS-CoV-2 suele propagarse cuando las personas establecen contacto cercano, lo que incrementa su exposición a las gotículas respiratorias pesadas o a partículas más pequeñas denominadas aerosoles, que permanecen en el aire a unos pocos metros. Los sistemas de ventilación de los aviones filtran el 99 por ciento de esas partículas.

    «Millones de personas vuelan y muy pocas enferman [de coronavirus] por haber pasado tiempo en un avión», afirma Joe Allen, director del Programa de Edificios Saludables de la Facultad de Salud Pública T.H. Chan de Harvard.

    El mayor peligro es el aeropuerto, que Allen y otros expertos señalan que presenta el mayor riesgo de contraer el coronavirus durante los viajes en avión. Las superficies como los escáneres de DNI o las bandejas del control de seguridad plantean un riesgo mucho menor que los pasajeros llenos de microbios, pero el peligro aumenta enseguida cuando mucha gente toca las mismas superficies.

    “Sigo viendo [pasajeros] que compran comida para llevar y después van a la puerta de embarque. Se sientan ahí sin mascarilla, mucho más cerca de lo que estarían en un restaurante.”

    por SASKIA POPESCU, EPIDEMIÓLOGA, UNIVERSIDAD GEORGE MASON

    El laberinto de cuerpos humanos significa que querrás mantener la distancia social, llevar mascarilla y mantener una buena higiene (¡lleva gel hidroalcohólico!) en las filas del check-in y de la puerta de embarque. Si tienes hambre, come lejos de otras personas. «Sigo viendo [pasajeros] que compran comida para llevar y después van a la puerta de embarque. Se sientan ahí sin mascarilla, mucho más cerca de lo que estarían en un restaurante», dice Popescu, que ha viajado en avión por trabajo ocho veces en los dos últimos meses.

    Durante el vuelo, abre el ventilador superior. La ráfaga de aire no solo está filtrada, sino que también crea una separación invisible entre los demás y tú. «Ayuda a limitar el aire que se transporta entre filas», afirma Allen. No debería haber ningún problema por comer o beber durante el viaje, siempre y cuando no te quites la mascarilla durante más de 15 minutos.

    Haz los deberes antes de reservar el vuelo. Comprueba si la aerolínea mantiene la ventilación encendida cuando el avión está parado en la puerta, si embarca desde detrás hacia delante y si mantiene la capacidad del vuelo por debajo del 60 por ciento para garantizar el distanciamiento social. Todas estas prácticas ayudarán a garantizar tu seguridad.

    «No es un entorno sin riesgos», explica Leonard Marcus, codirector de la Iniciativa de Salud Pública en la Aviación de la Universidad de Harvard. Pero «mientras estemos en plena pandemia, siempre hay riesgos que pueden reducirse considerablemente».

    Mascarillas y otras cuestiones

    En última instancia, la fórmula de seguridad de cualquiera depende de cuántos riesgos estés dispuesto a correr teniendo en cuenta al mismo tiempo la carga que podrías poner sobre otras personas si contraen el virus.

    Por ejemplo, yo he llevado una mascarilla de tela normal al supermercado o para pasear por Washington D.C. Pero para los viajes largos, he optado por algo mejor: mascarillas KN95 chinas. Son parientes cercanas de las mascarillas N95 —que filtran el 95 por ciento de las partículas—, que no están recomendadas para el público general debido a las existencias limitadas para los sanitarios.

    «La única diferencia entre las KN95 y las N95 es quién las certifica», afirma William Ristenpart, ingeniero químico de la Universidad de California, Davis, cuyo laboratorio estudia la transmisión de enfermedades. Para evitar las falsificaciones, consulté la lista de KN95 auténticas en las páginas web de los CDC y la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos.

    Asegúrate de que la mascarilla se ajuste bien. Eugenia Kelly, investigadora de la Universidad de Cambridge, trabajó en un estudio sobre la eficacia de las mascarillas que descubrió que las que no se ajustaban bien podían reducir su eficacia en hasta un 40 por ciento. Los problemas eran más habituales con las KN95. «A muchos participantes prácticamente les colgaban», señala Kelly. Su equipo también ideó trucos para impedir las filtraciones, como colocar una mascarilla quirúrgica bajo una de tela que se ajuste mejor o sellar las aperturas con celo y medias.

    La buena noticia es que, por ahora, mi plan ha funcionado. Mi mujer y yo hemos dado negativo dos veces y nos hemos ceñido a nuestro sistema, y ahora pasaremos dos semanas con mis suegros (que también han tomado precauciones). Sí, como cualquier viaje ahora mismo, esto puede poner en peligro la salud de todos. Es irracional. Es primitivo. Pero es la familia.

    «Es muy difícil. Todo el mundo quiere ver a su familia y todo el mundo está muy cansado de estar encerrado», dice Nuzzo, que hace poco también viajó para visitar a sus suegros, que son grupo de riesgo, sin incidentes (primero pasó 14 días en cuarentena). «Lo importante es intentar mitigar el riesgo en la medida de lo posible».

    Nsikan Apkan es un editor de ciencia en National Geographic. Síguelo en Twitter.
    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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