La OMS busca los orígenes del coronavirus: estos son los nuevos detalles

Los detectives de enfermedades que han trabajado en búsquedas similares dicen que este tipo de investigaciones son habituales, pero ahora cuentan con herramientas y técnicas avanzadas que deberían facilitar el proceso.

Por Larry Mullin
Publicado 10 nov 2020, 13:57 CET, Actualizado 22 abr 2021, 21:44 CEST
Mercado mayorista de mariscos de Huanan

Los miembros del equipo de respuesta de emergencia de higiene de Wuhan registran el mercado mayorista de mariscos de Huanan en la ciudad de Wuhan, en la provincia de Hubei, el 11 de enero de 2020.

Fotografía de Noel Celis, AFP via Getty Images
National Geographic presenta un Especial COVID-19, tres rigurosos documentales sobre los antecedentes, la situación actual y el futuro de la pandemia que ha azotado duramente al mundo en 2020. Estreno el 29 de noviembre a las 16:00 h, en National Geographic. 

Han transcurrido diez meses desde que las autoridades sanitarias citaron el mercado mayorista de mariscos de Huanan como epicentro de la pandemia de COVID-19 y prácticamente desde entonces ha existido un debate global sobre cómo empezó la pandemia. Con todo, el público pronto podría tener respuestas, ya que la Organización Mundial de la Salud ha entrado en las fases finales de la búsqueda de los orígenes del coronavirus.

El 23 de octubre, durante una rueda de prensa, Michael Ryan, el director ejecutivo del Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS, declaró que los científicos ya habían iniciado estudios preliminares para la investigación de dos fases. Basándose en los hallazgos de esos expertos, la OMS enviará a un equipo internacional a China para colaborar con algunos de los mejores científicos del país en el rastro de los orígenes de la COVID-19. Una semana después, el director general de la OMS Tedros Adhanom Ghebreyesus declaró que un grupo de expertos internacionales había tenido su primera reunión virtual con sus homólogos chinos antes de garantizar el apoyo total de la OMS al proceso. Y el 5 de noviembre, la OMS publicó discretamente los detalles sobre su misión con China, que describe como un estudio global sobre los orígenes del SARS-CoV-2.

Los meses de atraso en el inicio de esta investigación han suscitado críticas por parte de investigadores de salud pública y líderes mundiales como el presidente estadounidense Donald Trump, que ha acusado a la OMS de ser demasiado deferente a los deseos de China. Durante la primera fase de la búsqueda, el equipo de la OMS no estará presente en las inspecciones sobre el terreno y solo revisará y comentará los datos tomados por los investigadores chinos. Algunos informes han descrito que este acuerdo equivale a que la OMS ceda la responsabilidad, ya que la organización recibe financiación de cada país y China es el segundo mayor proveedor de fondos por detrás de Estados Unidos.

Pero los detectives de enfermedades que han trabajado en búsquedas similares sostienen que esto es lo habitual. La OMS carece del personal —con 7000 empleados repartidos en 150 países— necesario para llevar a cabo una investigación a gran escala por sí sola y siempre depende de los equipos nacionales o de voluntarios internacionales para trabajar sobre el terreno.

«Si partes con la mentalidad de hallar al culpable, tendrás una perspectiva distinta que si partes de preguntarte por qué se propagó y qué podemos aprender», afirma Sian Griffiths, que codirigió la investigación del gobierno de Hong Kong sobre la epidemia de SARS en 2003. Insiste en la necesidad de objetividad en dicho proceso: «Francamente, en retrospectiva la culpa no es muy relevante».

En 2003, un equipo de la OMS llegó a China casi tres meses después del caso inicial del brote del coronavirus SARS y fue capaz de identificar la fuente animal en cuestión de semanas. Esta localización es posible mucho después de la aparición de enfermedades gracias al rastreo genético, que ha avanzado mucho desde entonces. Aquella experiencia y otras investigaciones pasadas pueden revelar qué debería esperar el público de esta última búsqueda de virus.

El rastreo del anfitrión

Ryan, de la OMS, señaló que la planificación empezó en febrero, aunque los detalles de la misión final se ultimaron en julio, cuando un equipo de dos personas de la OMS completó una evaluación preliminar de tres semanas. «Hemos trabajado con todas las partes para reunir los estudios necesarios y entender mejor los orígenes de este virus». El proyecto incluirá estudios epidemiológicos de casos de COVID-19, análisis biológicos y genéticos e investigaciones sobre la salud de los animales.

La portavoz de la OMS Margaret Harris dice que esta investigación sobre los orígenes de la pandemia no podría haber comenzado antes, ya que las misiones preliminares de la organización sobre la COVID-19 en China tuvieron que priorizar los efectos del virus en la población humana.

Entonces, no había nada más importante que «cómo tratarla médicamente, qué factores contribuyen a su propagación, qué estrategias funcionan para detener la transmisión», afirma Harris. «Teníamos que averiguar cuanto antes qué era este virus y cuáles eran las mejores formas de prevenir la enfermedad y la muerte». Por su parte, tras meses de investigación genética se ha concluido que la pandemia comenzó con un denominado salto interespecífico, que consiste en que un microbio pase de un animal a los humanos.

Determinar cómo ocurrió este salto desafortunado podría lograrse mediante la epidemiología y la genética para rastrear al «paciente cero», afirma Linfa Wang, biólogo y director del Programa de Enfermedades Infecciosas Emergentes en la Facultad de Medicina Duke-NUS en Singapur. Wang es conocido coloquialmente como «The Batman» por su investigación pionera durante el SARS en 2003. La OMS contrató a Wang durante aquella misión para seguir el rastro desde los humanos y siguió el virus hasta un anfitrión inmediato llamado civeta y, a continuación, hasta los murciélagos.

En el caso de la COVID-19, la parte más crucial de esta misión consistirá en analizar muestras biológicas —como la sangre— que se toman de forma rutinaria y se almacenan en hospitales. Los investigadores estudiarán muestras de antes y después de que se declarase públicamente el brote de coronavirus a finales de diciembre de 2019. Lo ideal sería que esta investigación retrospectiva se extendiera por toda China y por los países vecinos.

«Yo analizaría la sangre humana almacenada en busca de anticuerpos para descubrir cuánto tiempo lleva circulando el SARS-CoV-2 en la comunidad humana y dónde ha estado circulando», afirma Ian Lipkin, director del Centro de Infección e Inmunidad de la Universidad de Columbia cuyo equipo empleó esta táctica para rastrear el coronavirus MERS hasta los camellos en Oriente Medio. (El MERS surgió en 2012. Es un pariente del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 y del SARS original.)

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    “De los 336 animales analizados en el mercado de Wuhan, ninguno dio positivo en SARS-CoV-2. En cambio, un 8 por ciento de los hisopados ambientales —muchos de ellos en desagües y en el alcantarillado— contenían el virus.”

    Estos análisis servirían para elaborar una línea temporal de la COVID-19. Christine Johnson, epidemióloga de la Universidad de California, Davis, señala que algunas de las incógnitas fundamentales serían: «¿Qué comportamientos y profesiones tenían las personas que se expusieron o se infectaron inicialmente? ¿Eran estas personas más propensas a interactuar con determinadas especies de animales o a viajar a lugares específicos?».

    Wang indica que los investigadores tendrán que evaluar el historial de viajes y el contacto con animales para identificar qué actividades ponen a la gente en riesgo de infectarse. Las inspecciones toman muestras de sangre, orina y heces de animales como murciélagos, pangolines, civetas o cualquier otro mamífero presente en mercados, comercio de animales y cadenas de suministros, en granjas y en hábitats silvestres. A continuación, los científicos pueden aplicar medidas rutinarias para detectar infecciones. Esto incluye las pruebas de reacción en cadena de la polimerasa (PCR, por sus siglas en inglés), cuyo fin es detectar la firma genética del virus, y las pruebas de anticuerpos, que detectan las proteínas de la sangre que defienden al cuerpo de los virus, lo que revela la exposición. Algunos especímenes también se trasladarán al laboratorio para comprobar si puede cultivarse un virus viable, una señal de infección contagiosa.

    No debería subestimarse la capacidad de China para realizar esta investigación, sobre todo durante la COVID-19, señala Wang. «En la actualidad, la inversión e infraestructura científicas allí son muy distintas a lo que eran en 2003 y los científicos chinos son capaces de hacer cualquier cosa que se le pueda ocurrir al equipo internacional», afirma. Por ejemplo, la secuenciación genética de nueva generación acelera el proceso.

    Raina MacIntyre, experta en enfermedades infecciosas y profesora de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Australia, dice que los científicos chinos ya han investigado los posibles orígenes animales del virus SARS-CoV-2. China y otros países han introducido las secuencias genéticas del coronavirus tomadas a humanos en una base de datos para rastrear la evolución del microbio. Comparando los registros, varios grupos de investigación han llegado a la conclusión de que el nuevo coronavirus «probablemente vino de los murciélagos, quizá a través de un anfitrión animal intermediario», afirma MacIntyre.

    La multitud de virus similares al SARS que retienen los murciélagos de herradura los convierten en los principales sospechosos de los orígenes de la actual pandemia. Y estos moradores de cuevas nocturnos no solo viven en China, sino en los países vecinos Birmania, Laos y Vietnam. «Necesitamos una red de colaboración internacional apoyada por la OMS, como la que teníamos en 2003, y necesitamos estudiar detenidamente las investigaciones fuera de China», afirma Wang.

    Resolver este misterio médico salvó innumerables vidas
    Te contamos la historia de cómo un duelo del siglo XIX condujo a un avance en la medicina. El químico Louis Pasteur fue retado a demostrar que unos agentes invisibles (microbios) causaban enfermedades, algo que logró utilizando ovejas. Con la atención de medios de todo el mundo y 50 ovejas a su disposición, la comunidad científica aguardó con gran expectación la revelación que revolucionaría las ciencias médicas y salvaría innumerables vidas.

    Aunque los observadores inexpertos podrían imaginar giros de la trama similares a Estallido, Contagio y otras películas de temática pandémica, en realidad la mayor parte del trabajo consiste en presentaciones de Powerpoint y hojas de cálculo.

    «Si soy totalmente sincero, las misiones como esta son más para el intercambio de conocimiento e ideas que para el trabajo sobre el terreno», dice Wang. Quiere decir que los expertos internacionales que participan revisan los datos, comparten información, plantean ideas y colaboran.

    Wang indica que el trabajo sobre el terreno previo a una misión de la OMS pueden llevarlo a cabo los científicos chinos que tienen todos los conocimientos, la financiación y las herramientas necesarias. Es más, no es insólito que los gobiernos pongan límites a los extranjeros en las investigaciones pandémicas. «No creo que Estados Unidos invitara a científicos chinos a tomar muestras y analizarlas», afirma Lipkin.

    Y en 2003, durante la búsqueda del anfitrión de SARS en China, Wang recuerda que «se necesitaba un acuerdo previo respecto a un programa y un itinerario específicos para cualquier misión de la OMS antes de que el equipo entrara en el país».

    ¿Demasiado tarde?

    Algunos expertos temen que el nuevo proyecto de la OMS no halle nada útil porque ha transcurrido casi un año desde que apareció la COVID-19. Yanzhong Huang, miembro experto en salud global del Council on Foreign Relations, teme que se hayan perdido muestras o evidencias fundamentales y señala que se ha informado de que el mercado de Huanan se roció con desinfectantes antes de que los científicos lo investigaran.

    Pero el detective de enfermedades Daniel Lucey apunta que hay indicaciones de que China ya ha completado un trabajo preliminar considerable.

    «Por supuesto que habrían hecho eso, porque China tiene un interés nacional por realizar una investigación con la máxima celeridad posible por el bien de la salud pública», afirma Lucey, que trabaja en la Universidad de Georgetown.

    Lucey señala que China rastreó el primer paciente pandémico confirmado hasta el 17 de noviembre de 2019. Entonces, hubo una investigación en enero llevada a cabo por 29 investigadores chinos de diversas instituciones que examinaron cuántos pacientes preliminares de COVID-19 podían vincularse al «mercado mojado» de Wuhan. Sus resultados indicaban que 14 de los 41 primeros casos no se habían expuesto allí.

    Con todo, aún quedan incógnitas sobre las inspecciones iniciales del epicentro. El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades chino declaró a finales de enero que había tomado casi 600 muestras en el mercado y este verano la viróloga del Instituto de Virología de Wuhan Shi Zhengli publicó comunicados sobre los análisis de muestras del suelo, el alcantarillado y los picaportes del mercado.

    Con todo, los nuevos detalles del plan de la misión de la OMS señalan que se recogieron casi 1200 especímenes del mercado de Wuhan, donde había 653 vendedores con artículos como productos del mar, ardillas rayadas, salamandras gigantes y ciervos sica. Con todo, de los 336 animales analizados en el mercado de Wuhan, ninguno dio positivo en SARS-CoV-2. En cambio, un 8 por ciento de los hisopados ambientales —muchos de ellos en desagües y en el alcantarillado— transportaban el virus.

    “No está claro si el mercado fue una fuente de contaminación, si actuó como amplificador de la transmisión entre humanos o si fue una combinación de ambos factores.”

    por Organización Mundial de la Salud

    «Como tal, no está claro si el mercado fue una fuente de contaminación, si actuó como amplificador de la transmisión entre humanos o si fue una combinación de ambos factores», escriben los autores del informe. El informe también señala un estudio en primavera que reveló que un 14 por ciento de los gatos domésticos y callejeros de Wuhan habían dado positivo en el virus. En los Países Bajos, el coronavirus ha asolado las granjas de visones y estos mamíferos peludos también se crían en China.

    ¿Por qué darían positivo las muestras ambientales mientras que las de animales dieron negativo? En enero, Lipkin, de la Universidad de Columbia, visitó China para aportar su pericia y se reunió con George Gao, jefe del Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades. Entonces, Gao dijo que el mercado de marisco de Huanan se había limpiado y se habían llevado a los animales antes de la toma de muestras, según indicó Lipkin en los emails intercambiados con National Geographic.

    «Esto impide la extracción de sangre que podría utilizarse para hacer pruebas de anticuerpos que persistirían aunque un virus ya no estuviera presente», explica Lipkin. «Las pruebas de anticuerpos tienen ventaja por su capacidad para detectar evidencias de exposición independientemente de si se ha purgado el virus».

    Añade que, aunque la búsqueda pueda comenzar en Wuhan, es muy probable que se expandiera por la provincia de Hubei y «no me sorprendería que descubriéramos que ha estado en humanos antes de que se detectara el brote de Wuhan en 2019».

    Wang destaca que la clave es que los científicos y las autoridades chinas mantengan una conversación abierta con el equipo de la OMS. Añade que las investigaciones sobre los orígenes del virus están tan politizadas que hablar de esas misiones «es simbólico hasta que se decide la política».

    El paso ideal, según Wang, sería «hablar del origen en un entorno apolítico y con la mente abierta, reconociendo que los virus relacionados con el SARS-CoV-2 probablemente existen en murciélagos fuera de China».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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