¿Puede la captura de carbono hacer más sostenibles los viajes en avión?

Es más eficaz que las compensaciones de emisiones de carbono tradicionales, por lo que cada vez más empresas y particulares optan por apoyar esta tecnología.

Por Chloe Berge
Publicado 9 feb 2021, 11:55 CET
Fotografía de un avión

Los expertos afirman que reducir las emisiones de los viajes en avión no bastará para reducir sus efectos en el cambio climático. También tenemos que extraer carbono de la atmósfera.

Fotografía de NASA, Eyevine, Redux

Esta es la época del año en la que fijamos objetivos y hace poco United Airlines anunció el suyo. La aerolínea aspira a alcanzar cero emisiones netas de carbono para el 2050. ¿Cómo? En parte respaldando una tecnología llamada extracción directa de aire, que absorbe dióxido de carbono de la atmósfera.

Los humanos emitimos más de 44 000 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera cada año. El turismo representa el 8 por ciento de dichas emisiones y los viajes en avión constituyen la mayor proporción, según un estudio del 2018 publicado en Nature Climate Change.

Durante la pandemia, hemos observado cómo se benefician los ecosistemas de la ralentización de una economía mundial frenética impulsada en gran medida por los combustibles fósiles. Ha sido la hora de la verdad para muchos viajeros, que están replanteándose cómo y por qué vuelan y buscando maneras de reducir su huella de carbono cuando viajan en avión.

Comprar compensaciones de emisiones de carbono tradicionales puede ser útil, pero es difícil cuantificar sus repercusiones. Al retirar carbono de la atmósfera y almacenarlo en la tierra, la extracción directa de aire (DAC, por sus siglas en inglés) puede ofrecer una solución más tangible.

Hasta ahora, esta tecnología de emisiones negativas se había limitado a los círculos científicos, pero hay nuevas iniciativas que aspiran a involucrar al sector turístico y a los viajeros.

¿Cómo funciona la extracción directa de aire?

La DAC, un tipo específico de captura de carbono, es la prioridad de empresas como Climeworks, con sede en Suiza. Sus máquinas modulares utilizan un ventilador para introducir aire en un recolector, que atrapa el carbono con un filtro hecho de compuestos orgánicos. Cuando el filtro está lleno, el recolector se cierra y se calienta hasta 100 °C, liberando dióxido de carbono puro.

En el centro de Climeworks en Hellisheidi, Islandia, que parece un campamento espacial en un paisaje lunar, el carbono se combina con agua y se canaliza bajo tierra. Las formaciones de basalto naturales de la tierra reaccionan con el carbono y lo convierten en piedra en el transcurso de un par de años.

La clave para que estas plantas sean viables es que funcionen con energía renovable. En Hellisheidi, Climeworks se ha asociado con CarbFix, experto en la mineralización rápida del dióxido de carbono bajo tierra centrada en una central de energía geotérmica, que alimenta las máquinas de extracción de aire.

En el caso del proyecto de Climeworks en Hinwil, Suiza, el proceso funciona con la energía de una planta de incineración de residuos. Otros proyectos de DAC —como Carbon Engineering en Canadá y Global Thermostat, con sede en Estados Unidos— emplean fuentes de energía renovable similares.

En Hinwil, Suiza, Climeworks ha construido una planta de captura de carbono que funciona con un incinerador de residuos. La planta puede visitarse con una experiencia en línea de Airbnb.

Fotografía de Gaetan Bally, Keystone, Redux

«Un bosque sintético»

Una forma de imaginar una planta de extracción directa de aire es como si fuera un superbosque. Aunque los bosques reales capturan carbono de forma natural, la mayoría de los expertos reconocen que el proceso es demasiado lento para crear los cambios drásticos que necesita nuestro planeta.

«La biosfera terrestre y el océano solo absorben la mitad de lo que emitimos cada año a la atmósfera», afirma Jennifer Wilcox, experta en política energética en la Universidad de Pensilvania, que acaba de ser asignada a un cargo de dirección en el Departamento de Energía de Estados Unidos. «No nos queda tiempo».

Un nuevo estudio demuestra que el hielo está derritiéndose más rápido, lo que coloca al planeta en el en el peor de los casos de cambio climático descrito por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático en el 2018. No solo necesitamos acelerar la eliminación de carbono, sino también tener en cuenta la salud marina (la absorción de dióxido de carbono por parte de los océanos provoca acidificación) y el uso de tierras a la hora de plantearnos métodos de retirada diferentes.

«Una planta de extracción directa de aire puede ser hasta cien veces más eficaz que un bosque por superficie terrestre», afirma Wilcox. «La tierra es un recurso limitado... la ventaja de la extracción directa de aire es que no se necesita tierra cultivable, por eso imagino [las plantas de extracción directa de aire] como un bosque sintético».

En Climeworks, cada recolector captura el equivalente a lo que capturarían 2000 árboles y, como la concentración de carbono es la misma en cualquier lugar de mundo, estas instalaciones no tienen que construirse en un lugar específico.

¿Qué hacen las aerolíneas?

Para que su plan de captura de carbono salga adelante, United Airlines ha invertido en 1PointFive. La empresa planea construir una planta de extracción directa de aire a gran escala en Texas que capturaría de forma permanente un millón de toneladas del gas cada año. La aerolínea Delta también está integrando la retirada de carbono en sus estrategias de sostenibilidad.

En proyectos de DAC en los que el carbono capturado no se almacena en el suelo, puede reciclarse y emplearse como materia prima. En la planta de Climeworks en Hinwil, por ejemplo, el carbono se utiliza para fertilizar invernaderos y para añadir gas a Valser, un agua mineral suiza.

«Ayuda tener un modelo de negocio en el que podamos vender CO2 como producto, ya que desarrolla tecnologías», afirma David Goldberg, profesor e investigador del Earth Institute de la Universidad de Columbia. «Uno de esos productos puede ser combustible».

Cuando se mezcla con hidrógeno elaborado con una fuente de energía renovable, el carbono capturado puede crear combustible sostenible para la aviación, como el que fabrica Norsk e-Fuel. «Quemas el combustible y el carbono vuelve a la atmósfera, pero al hacerlo no has tocado el petróleo», afirma Wilcox.

Aunque esta aplicación no retira el carbono del aire de forma permanente, crea una economía circular, así como un mercado para la retirada de carbono que podría permitir que la tecnología aumente su escala hasta un nivel en el que tenga repercusiones reales.

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    En esta planta de captura de carbono en Hellisheidi, Islandia, el gas se mezcla con agua y se canaliza bajo tierra, donde se mineraliza en piedra.

    Fotografía de ARCTIC IMAGES, ALAMY STOCK PHOTO

    ¿Cómo pueden contribuir los viajeros?

    Tomorrow’s Air, un colectivo de trotamundos que se ha asociado con Climeworks, quiere involucrar a los viajeros en estas iniciativas. Las personas que viajan en avión pueden compensar las emisiones con donaciones mensuales a la captura de carbono, al mismo tiempo que reciben beneficios de turoperadores afiliados, como Tierra Del Volcán y Natural Habitat Adventures.

    Mediante iniciativas como la serie Artists for Air y las visitas virtuales de Airbnb a Climeworks, el colectivo también educa a la gente sobre cómo ayuda esta tecnología a combatir el cambio climático.

    «Hay mucho potencial para que los viajeros particulares sean capaces de tomar medidas climáticas por su cuenta», afirma Christina Beckmann, fundadora de Tomorrow’s Air. «Necesitamos hacer todo lo que podamos para reducir nuestras emisiones, pero nadie habla del almacenamiento permanente».

    Los viajeros han observado los efectos visibles del cambio climático y buscan formas específicas de compensar las emisiones. «Puedes ver cómo se derriten los glaciares de Groenlandia», afirma Lykke Geisler-Yakaboylu, aficionada a viajar y fundadora de la empresa de marketing de destinos Sila Greenland. «Hemos registrado los veranos más calurosos de la historia en los dos últimos años».

    Recientemente, Geisler-Yakaboylu se unió a Tomorrow’s Air y planea integrar una compensación de DAC en el coste de sus viajes. «Así sientes que puedes hacer algo».

    Aunque las compensaciones tradicionales —como plantar árboles— tienen valor, la DAC tiene repercusiones más inmediatas. «Si decimos que compensaremos algo en 50 años cuando el árbol crezca, pero hoy seguimos emitiendo, no parece una compensación real», afirma Goldberg.

    Las compensaciones de reforestación también se ven dificultadas por el aumento de los incendios forestales en todo el mundo, que pueden liberar el carbono secuestrado a la atmósfera. «Extraer el CO2 y guardarlo es una compensación real, un almacenamiento real», añade Goldberg.

    El potencial de la tecnología

    Fomentar que los turistas reconozcan el valor de la retirada de carbono podría ayudar a crear viajes más significativos. «En todos nuestros viajes compensamos 1,25 veces las emisiones de CO2 mediante varios proyectos, uno de ellos el de Climeworks», afirma Jeff Bonaldi, fundador de The Explorer’s Passage.

    «Los viajeros saben a dónde va su dinero y cambia las cosas, ya que conectan con algo que es más que una simple aventura», afirma Bonaldi. «Conectan para tratar de ayudar al planeta».

    La demanda de compensaciones de emisiones de carbono mediante la captura por parte de particulares y empresas también podría ayudar a reducir el coste de la tecnología, que todavía es altísimo. Microsoft, por ejemplo, se comprometió recientemente a ser negativo en carbono para el 2030 mediante el uso de varias tecnologías de captura y almacenamiento.

    «El gobierno y las políticas también deben involucrarse; la tecnología no nos salvará por sí sola», afirma Wilcox. En diciembre, el Congreso de Estados Unidos destinó 447 millones de dólares a la investigación y el desarrollo de la retirada de carbono a gran escala. El objetivo del presidente Joe Biden de tener una economía con cero emisiones netas de carbono para el 2050 incluye aumentar las inversiones federales y los incentivos fiscales para la tecnología de captura de carbono.

    El potencial de la DAC para combatir el cambio climático y hacer que viajar sea más sostenible es muy prometedor, pero no es la panacea. Los expertos esperan que funcione en conjunto con otras formas de reducción de carbono.

    «Tendremos que hacerlo todo», afirma Goldberg. «Aumentar la escala de esta tecnología [de extracción directa de aire] lo antes posible y reducir las emisiones; no podemos elegir».

    Chloe Berge es una escritora que cubre viajes, salud y el medioambiente desde Vancouver. Síguela en Instagram.
    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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