¿Es este el rostro de María Magdalena?

Un equipo de científicos ha reconstruido el rostro basándose en un antiguo cráneo. Si pertenecía o no a este personaje bíblico sigue siendo un misterio.

Por Sarah Gibbens
Publicado 9 nov 2017, 4:28 CET
¿Es este el rostro de María Magdalena?

En una ciudad medieval al sur de Francia, una cripta bajo una basílica alberga unos de los restos humanos más famosos del mundo: un cráneo y una serie de huesos que supuestamente pertenecerían a la amiga de Jesús, María Magdalena. Un científico y un artista han usado estos restos para crear una reconstrucción del rostro de esta mujer.

La reconstrucción facial se basa en un modelo por ordenador del cráneo y representa a una mujer con una nariz puntiaguda, pómulos altos y una cara redonda. Para aquellos que creen que son los restos de María Magdalena, este es el rostro de una de las mujeres de reputación más polémica en la iglesia católica.

«No estamos para nada seguros de que este sea el cráneo de María Magdalena», explica Philippe Charlier, antropólogo biológico de la Universidad de Versalles. «Pero era muy importante sacarla del anonimato». Charlier elaboró la reconstrucción con Philippe Froesch, un artista forense.

María Magdalena ha sido una figura extremadamente polémica en la iglesia católica. A principios del siglo V se la representaba como una prostituta y varias teorías populares no probadas también la describen como la mujer de Jesús.

En una entrevista en 2004 con National Geographic, la profesora Karen King de la Harvard Divinity School señaló que las únicas pruebas concluyentes del papel de María Magdalena la señalan como seguidora de Jesús. Entonces King alegó que Magdalena habría jugado un papel crucial a la hora de desarrollar las bases del cristianismo.

Los rumores de que sus restos se encontraban en el sur de Francia ganaron popularidad en 1279, según escribió Rebecca Lea McCarthy en el libro Origins of the Magdalene Laundries. Desde entonces, según escribió McCarthy, sus restos han sido «encontrados» en otras cinco regiones.

Pese a las pruebas no concluyentes sobre la figura de María Magdalena, Froesch y Charlier querían ponerle cara al famoso cráneo de Saint Maximin.

Ambos se interesaron por el cráneo hace tres años, cuando Froesch estaba en el sur de Francia para realizar una reconstrucción facial de otro cráneo. Se desvió hacia la pequeña ciudad y, mientras visitaba la basílica, exploró la cripta donde se encontraban los restos tras una vitrina de vidrio ornamentado.

Sin embargo, desde que el cráneo se estudió por última vez en 1974, la vitrina ha sido cerrada. Los investigadores sortearon este inconveniente sacando más de 500 fotografías que mostraban el cráneo desde varios ángulos diferentes. Basándose en estas imágenes, pudieron crear un modelo en 3D del rostro generado por ordenador en el que aparecían características como el tamaño del cráneo, los huesos de los pómulos y la estructura ósea.

A partir de esta información, dedujeron que la calavera pertenecía a una mujer que había muerto en torno a los 50 años de edad y que tenía ascendencia mediterránea. Determinaron la forma de la nariz y otros rasgos empleando proporciones trigonométricas basándose en las características compatibles con la edad, el sexo y el origen étnico del cráneo.

Las fotografías del pelo encontrado en el cráneo indicaban que la mujer tenía un cabello de color castaño oscuro y el tono de piel se determinó basándose en los tonos que solían tener las mujeres mediterráneas. También se observó en varios mechones un tipo de arcilla empleada tradicionalmente para prevenir los piojos.

Algunas características como el peso y la expresión facial fueron objeto de la interpretación de Froesch y Charlier.

Según Froesch, el proceso se desarrolla basándose en técnicas forenses empleadas por el FBI estadounidense en las investigaciones de escenarios del crimen.

En el futuro, a Charlier le gustaría investigar el cráneo fuera de la vitrina. Las técnicas como la datación por radiocarbono, que pueden determinar la antigüedad de un objeto, pueden realizarse tomando pequeñas muestras del cráneo, algo prohibido por la iglesia católica.

También espera poder realizar algún día pruebas de ADN en los restos para determinar su origen geográfico.

Tanto Charlier como Froesch son tajantes a la hora de afirmar que su investigación fue realizada de forma independiente respecto a la iglesia y como una investigación académica, aunque han compartido las imágenes con los líderes religiosos de la ciudad, quienes se mostraron satisfechos con la reconstrucción.

Tener la posibilidad de trabajar con una persona de renombre como ella, dice Froesch, «fue algo muy emotivo para nosotros».

Aunque los investigadores solo tienen un rostro por ahora, esperan poder reconstruir todo el cuerpo basándose en el fémur y las costillas asociados con el cráneo.

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