Cómo el bisfenol A (BPA) nos afecta a la salud y cómo limitar su exposición

Esta nociva sustancia química (utilizada para fabricar plásticos) está más extendida que nunca. A pesar de contar con algunas regulaciones en Europa, en EE.UU. apenas se ha hecho nada al respecto para controlar su uso.

Por Carrie Arnold
Publicado 21 jun 2023, 15:31 CEST
El bisfenol A (BPA) es una sustancia química utilizada para fabricar plástico

El bisfenol A (BPA) es una sustancia química utilizada para fabricar plástico. En Estados Unidos, sigue sin estar regulado y puede encontrarse en cantidades ínfimas en todo tipo de productos, desde ropa hasta alimentos.

Fotografía de Remy Gabalda, AFP, GettyImages

Aunque el bisfenol A o BPA está regulado en la Unión Europea bajo la etiqueta de "sustancia extremadamente preocupante", el compuesto no está regulado en EE.UU. Es indetectable sin pruebas químicas. Y es casi imposible de evitar.

El bisfenol A (BPA) se utiliza para fabricar plásticos y puede entrar en nuestro organismo por ingestión, inhalación o contacto. Aunque las investigaciones demuestran que el organismo descompone y elimina el BPA en cuestión de horas, puede ser perjudicial, sobre todo tras años de exposición.

Identificado como disruptor endocrino, el BPA se ha relacionado con el cáncer de mama y de ovario, así como con problemas inmunitarios, tiroideos y metabólicos

La propia Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria afirma que el bisfenol A en los alimentos constituye un riesgo para la salud. El Centro para la Salud Medioambiental (CEH), un grupo de vigilancia medioambiental con sede en California (Estados Unido), ha descubierto recientemente cantidades nocivas de BPA en cientos de marcas de calcetines, mallas, sujetadores deportivos y pantalones cortos. Tiene sentido, ya que la mayoría de nuestros tejidos actuales (incluidos el poliéster, el acrílico y el nailon) están hechos de plástico.

Con todo, muchas empresas de ropa han rebatido el estudio del CEH, con una de ellas declarando que sus afirmaciones "no tienen ningún mérito". Estas empresas tienen mucho apoyo: la industria química y otros fabricantes siguen afirmando que el BPA es seguro, postura de la que se hace eco la Agencia del medicamento de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés). El Consejo Americano de Química escribe que "el BPA tiene poco potencial para causar efectos sobre la salud, incluso cuando las personas están expuestas al BPA durante toda su vida."

En la moderna sopa de letras de toxinas y contaminantes como los PFAS, los PCB y los PBDE, es fácil olvidarse de los compuestos que no aparecen en los titulares. A pesar del aumento de la concienciación en torno al BPA y los disruptores endocrinos hace 15 años, el problema persiste, afirma Joyce Ohm, investigadora de cáncer y epigenética del Roswell Park Cancer Institute de Buffalo (Nueva York).

"Sigue siendo un reto [evitar] [el BPA] en nuestra existencia normal y cotidiana", afirma Ohm. "No se pueden evitar los plásticos. Es imposible".

(Relacionado: ¿Qué daños producen los microplásticos para el ser humano?)

¿Qué efectos tiene el BPA en nuestro organismo?

Aunque el BPA se identificó por primera vez en 1891, sólo se popularizó cuando la floreciente industria del plástico descubrió que el BPA podía hacer que ciertos tipos de plásticos, epoxis y resinas fueran más duros y duraderos. En la década de 2000, el BPA estaba presente en todo tipo de productos, desde botellas de agua hasta cementos dentales y etiquetas de alimentos. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2003-2004 (NHANES III), llevada a cabo por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, detectó niveles mensurables de BPA en el 93% de las 2517 muestras de orina recogidas entre estadounidenses mayores de seis años.

Los investigadores creen que la mayor parte del BPA que acaba en nuestros cuerpos llega a través de los alimentos, cuando el BPA se filtra de los envases y recipientes de plástico. Gran parte del BPA presente en nuestro organismo se metaboliza en el hígado y se elimina a través de la orina. La mayoría de los estudios indican que el BPA se descompone rápidamente, normalmente en cuestión de horas.

Sin embargo, mientras el BPA está en el organismo, actúa como disruptor endocrino, alterando la delicada coreografía molecular que utilizamos para enviar señales a través de hormonas y otras sustancias químicas. La exposición fetal y durante la pubertad parecen ser las ventanas de mayor riesgo, pero no existe una forma realmente ética de realizar esos estudios en humanos.

El BPA causa problemas debido a su similitud molecular con varios estrógenos. En la década de 1930, la investigación en ratas demostró que el BPA podía estimular el sistema reproductor femenino como la hormona sexual estrona. Trabajos posteriores demostraron que el BPA se une a los receptores de estrógeno de las células, y puede tanto amplificar los efectos del estrógeno como bloquear la acción de esta hormona al no permitir que se una a los receptores. Muestra efectos divergentes similares cuando se une a los receptores de las hormonas tiroideas, lo que confiere al BPA la capacidad de aumentar o reducir los efectos de estas hormonas. Los científicos todavía están trabajando para averiguar cuáles de los efectos del BPA se deben a sus efectos sobre el estrógeno y cuáles son causados por otras vías.

La piel también puede absorber pequeñas cantidades de BPA. Aunque el BPA se encuentra en el papel térmico que se utiliza con frecuencia en los tickets de compra y recibos de las tiendas, la mayoría de las personas no están en contacto con el papel con la frecuencia y durante el tiempo suficientes como para que se considere un factor importante en la carga total de BPA de una persona, afirma Heather Patisaul, neuroendocrinóloga del desarrollo de la Universidad Estatal de Carolina del Norte (Estados Unidos).

(Relacionado: ¿Por qué aún no están prohibidos los dañinos tickets de la compra?)

Por qué el BPA sigue sin estar regulado en EE.UU.

A pesar de los miles de estudios que muestran "pruebas abrumadoras del daño" del BPA, la Agencia de Protección del Medio Ambiente de EE.UU. y la FDA aún no han tomado medidas para regular el BPA. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria prohibió el BPA en biberones de plástico y alimentos para bebés y niños menores de 3 años en septiembre de 2018, y redujo la ingesta diaria tolerable de BPA a 20 000 veces menos que los niveles anteriores en abril de 2023. No obstante, ahora se fabrica más BPA (se calcula que 7023,87 kilotoneladas en 2022, según Mordor Intelligence) que nunca, afirma Patisaul, y los funcionarios del Gobierno estadounidense no saben cómo se utiliza.

"Los reguladores ni siquiera saben dónde se utiliza todo este material", afirma Patisaul.

Parte del reto de determinar los daños del BPA y otras sustancias químicas tiene que ver con la forma en que los científicos han medido históricamente los daños. Al principio, los científicos se preocupaban por las enfermedades graves que se producían poco después de una exposición química, o por afecciones que rara vez se ven sin una exposición química, como el mesotelioma y el amianto.

Pero el BPA y otros alteradores endocrinos pueden actuar durante años, incluso décadas. Es más, parecen aumentar el riesgo de muchas afecciones comunes que tienen multitud de causas, lo que hace difícil determinar el impacto del BPA en la salud.

La falta de normas sobre el tema del BPA y otras sustancias químicas significa que los fabricantes no tienen que revelar las sustancias químicas que se utilizan para fabricar artículos de uso cotidiano. Dado que muchos de nuestros artículos cotidianos se fabrican ahora con plástico, el BPA puede estar en cualquier parte, incluida la ropa.

"Puede parecer extraño, pero la mayor parte de nuestra ropa es de plástico. Todo lo que está hecho de poliéster es un material sintético y todos esos materiales sintéticos son básicamente plástico", afirma Patisaul.

Aunque la ropa debe llevar etiquetas que indiquen los tipos de fibras utilizadas en el tejido, los fabricantes no están obligados a revelar las sustancias químicas utilizadas para fabricar las fibras o tratar el tejido resultante. Por eso la CEH no tenía forma de saber si muchas prendas populares contenían BPA hasta que empezó a hacer pruebas.

Qué se puede hacer para limitar la exposición al BPA

La ubicuidad del BPA significa que es casi imposible evitarlo por completo. Aun así, para reducir su exposición al BPA, puedes intentar lo siguiente:

  • Evita los plásticos: Ohm se deshizo de su botella de agua y taza de viaje de plástico por alternativas de vidrio y metal sin revestimiento, ninguna de las cuales contiene BPA. 
  • No metas comida en recipientes de plástico en el microondas: los recipientes de plástico son baratos, cómodos y difíciles de evitar. Si se opta por el plástico, Ohm recomienda recalentar el contenido en un plato, lo que ayudará a reducir la cantidad de BPA que se filtra en los alimentos. 
  • Quítate la ropa lo antes posible después de hacer ejercicio: especialmente cuando se hace ejercicio en climas cálidos, las camisetas, pantalones cortos y otros artículos de mezcla de poliéster y spandex pueden ser una necesidad. Leiva recomienda quitarse la ropa sudada lo antes posible para minimizar el tiempo que está en contacto con la piel.
  • La regla de la abuela: Ohm se pregunta: ¿existía este material cuando mi abuela era pequeña? Si no es así (piensa en los plásticos), intenta encontrar algo con menos probabilidades de estar contaminado.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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