Porno para pandas y otras medidas desesperadas para que las especies en peligro se apareen

Cuando eres uno de los últimos ejemplares de tu especie, los científicos no escatiman en esfuerzos para salvarte.

Por Sarah Gibbens
Publicado 14 feb 2018, 15:30 CET

Cuando estás al borde de la extinción, las posibilidades de apareamiento son funestas.

Para las especies cuyas poblaciones se han desplomado, los científicos no escatiman en esfuerzos para encontrar una pareja a los animales. Y para ayudar a que repunten las poblaciones escasas, algunos científicos han ingeniado métodos poco convencionales.

«Cuando una especie queda reducido a una población de un solo dígito, las perspectivas de supervivencia continua son sombrías, aunque no inexistentes», afirma Trond Larsen, de Conservation International.

Ante todas las adversidades, los conservacionistas intentan ir más allá para evitar que una especie desaparezca para siempre. Los siguientes son solo unos cuantos ejemplos.

Un perfil de citas para la rana Romeo

Romeo es una rana de Sehuencas (Telmatobius yuracare) de Bolivia.
Fotografía de Global Wildlife Conservation a través de Instagram

Romeo es una rana de Sehuencas (Telmatobius yuracare) de Bolivia. A principios de esta semana, los científicos del Museo de Historia Natural de Cochabamba, en Bolivia, crearon un perfil de match.com para la rana.

Romeo no está buscando a ese alguien especial, sino a una rana de Sehuencas como él. Como último ejemplar conocido de su especie, a los científicos les preocupa que pueda extinguirse pronto.

«...no quiero empezar en plan intenso ni nada, pero literalmente soy el último de mi especie», dice el perfil.

El museo, en asociación con Global Wildlife Conservation, espera recaudar dinero suficiente para enviar a biólogos sobre el terreno en busca de una pareja. Como Romeo lleva en cautividad 10 años, todavía hay que encontrar a otra rana como él.

Donantes de esperma para las tortugas del Yangtzé

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    Una tortuga gigante de caparazón blando del Yangtzé (Rafetus swinhoei) en el zoo de Suzhou, China.
    Fotografía de Joël Sartore, National Geographic Photo Ark

    Solía haber muchas tortugas gigantes de caparazón blando (también conocidas como tortugas Yangtzé). Pero su hábitat se ha visto sometido a una rápida industrialización y ahora solo quedan tres en todo el mundo, que sepan los científicos.

    Un equipo de científicos de la the Wildlife Conservation Society, en asociación con la National Geographic Society, están buscando señales de tortugas gigantes de caparazón blando en la provincia china de Yunnan. Basándose conversaciones con los lugareños, los científicos creen que podría haber una o dos en libertad.

    Si encuentran otra tortuga, los científicos esperan poder intentar que se aparee con los otros ejemplares conocidos. Hasta la fecha, los intentos de apareamiento en cautividad no han tenido éxito.

    Un estímulo romántico para los pandas

    Un panda gigante (Ailuropoda melanoleuca) en peligro de extinción en el zoo de Atlanta.
    Fotografía de Joël Sartore, National Geographic Photo Ark

    En general, la de los pandas gigantes es una historia de conservación con éxito. La especie, que una vez se enfrentó a la extinción, ha resurgido de forma lenta pero continua.

    Pero a diferencia de algunas especies, que solo necesitan estar en una habitación juntas, los pandas necesitan más persuasión.

    En 2006, algunos zoos de Taiwán ocuparon titulares por poner a los animales «porno de pandas». Al zoo le estaba costando hacer que sus dos pandas se pusieran en marcha y esperaban que los vídeos de apareamiento hicieran las veces de manuales de instrucciones.

    De hecho, los científicos han tenido muchos problemas a la hora de hacer que los pandas se apareen cuando uno o ambos ejemplares son inexpertos. A veces recurren la inseminación artificial cuando una pareja no consigue aparearse sola.

    El último recurso de los rinocerontes blancos del norte

    Un rinoceronte blanco del norte (Ceratotherium simum cottoni) en peligro crítico de extinción en el zoo Dvur Kralove, República Checa.
    Fotografía de Joël Sartore, National Geographic Photo Ark

    Los rinocerontes blancos del norte, una subespecie de la que solo quedan tres ejemplares, necesitarían precisamente un milagro para salvarse de la extinción.

    El trío, dos hembras y un macho, está vigilado 24/7 por guardias armados, que se aseguran de que no caigan a manos de cazadores furtivos en su hogar, el Ol Pejeta Conservancy en Kenia.

    El noviembre pasado, un tuit que mostraba a Sudan, el macho, tirado en el suelo se hizo viral. El tuit era del biólogo Daniel Schneider, que subrayó que Sudan era el último macho de su especie.

    No era la primera vez que Sudan despertaba la simpatía del público. En mayo del año pasado, Ol Pejeta se asoció con Tinder para lanzar una campaña de sensibilización sobre el rinoceronte, «el soltero más codiciado del mundo».

    El objetivo de la campaña era recaudar fondos para financiar nuevas técnicas de reproducción asistida.

    ¿Cuánto costaba conseguirlo? La friolera de 7 millones de euros. Pero los científicos todavía no están dispuestos a rendirse.

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