Estos peces ciegos podrían albergar el secreto para tratar la diabetes

Estos peces tienen un apetito insaciable e hiperglucemia. Los científicos están intentando averiguar cómo se mantienen en tan buena salud.

Por Sarah Gibbens
Publicado 23 mar 2018, 13:30 CET
Peces mexicanos
Tres Astyanax mexicanus en el zoo de Tulsa.
Fotografía de Joël Sartore, National Geographic Photo Ark

A la hora de investigar la diabetes, una enfermedad que afecta a 6 millones de personas en España, estos peces ciegos que viven en cuevas oscuras de México no son precisamente la primera criatura que nos viene a la mente.

Pero investigadores de Harvard están estudiando a estos pececillos regordetes para aprender posibles formas de combatir esta enfermedad en humanos.

Los hallazgos, publicados recientemente en la revista Nature, demuestran que el pez se ha adaptado de una forma única para regular sus niveles de glucosa en sangre.

«No sabemos si estudiar a los peces nos ayudará directamente, pero la evolución ha probado muchas variantes genéticas a lo largo de millones de años y creo que es más inteligente que cualquier cosa que podamos idear, incluso que el aprendizaje automático. Creo que sería estúpido no estudiarlo», dijo uno de los autores del estudio, Nicolas Rohner, en un comunicado de prensa.

Empleando un sistema de secuenciación del ADN denominado CRISPR, el grupo de genetistas descubrió que los peces son resistentes a la insulina.

La insulina es una hormona clave para convertir en energía la glucosa en sangre (también conocida como azúcar en sangre) que obtenemos de los alimentos que consumimos. Es como una contraseña que ayuda a la glucosa en sangre a iniciar sesión en nuestras células.

En las personas con diabetes tipo 2, la insulina no funciona correctamente o no producen suficiente, dando como resultado hiperglucemia. De forma similar, estos peces experimentan hiperglucemia, pero sorprendentemente sufren pocas consecuencias para la salud.

Estudios anteriores realizados en los peces han descubierto que tienen un gen que induce un apetito insaciable. En las personas, esta enfermedad es peligrosa, pero ayuda a los peces a almacenar grasa en periodos de escasez de alimentos. Les ayuda a sobrevivir en cuevas con una presencia desigual de algas, su principal fuente de alimento.

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A continuación, los investigadores compararon a los peces con sus homólogos más delgados, un pez fluvial que sí puede ver y que no tiene la resistencia a la insulina desarrollada en los Astyanax mexicanus. Se descubrió que ambas especies tienen una longevidad similar.

Crearon en el laboratorio híbridos de peces de río y peces de cueva y las crías resultantes eran regordetas y mostraban hiperglucemia. Más adelante, inyectaron a peces cebra la mutación de la resistencia a la insulina. También ganaron peso y desarrollaron resistencia a la insulina.

Cuando las personas tenemos hiperglucemia, las proteínas en nuestras células básicamente están cubiertas de azúcar, haciendo que funcionen mal.

«Los peces de cueva tienen hiperglucemia, pero sus proteínas no están cubiertas de azúcares. ¿Cómo lo hacen?», se preguntó Misty Riddle, autora del estudio, en un comunicado.

Entendiendo mejor cómo mantienen una buena salud estos peces con hipoglucemia, los investigadores creen que podrían ser capaces de desarrollar estrategias que ayudarán a los humanos a hacer frente a la diabetes.

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