El consumo de carne de armadillo aumenta el riesgo de contraer lepra

La carne de armadillo salvaje es popular en Brasil, pero un nuevo estudio demuestra que quienes la comen corren el riesgo de contraer la lepra.

Por Jason Bittel
Publicado 29 jun 2018, 15:38 CEST
Armadillo de nueve bandas
La mayoría de los armadillos de nueve bandas (como el de la foto) en el estado occidental brasileño de Pará muestran síntomas de exposición a la bacteria que provoca la lepra.
Fotografía de Joël Sartore, National Geographic Photo Ark

En Brasil no es infrecuente comer armadillo, que, según dicen, sabe a pollo. Pero una nueva investigación advierte contra esta práctica: puede contagiar la lepra.

En un estudio publicado en la revista PLOS Neglected Tropical Diseases, los investigadores determinaron que el 62 por ciento de los armadillos de nueve bandas del estado brasileño occidental de Pará mostraban síntomas de exposición a la bacteria que provoca la lepra, también conocida como enfermedad de Hansen.

Es más, el estudio determinó que las personas que consumen carne de armadillo de nueve bandas con más frecuencia muestran concentraciones superiores de anticuerpos contra la la lepra en sangre, lo que sugiere una sólida correlación entre cazar, manipular y comerse a estos animales y contraer la enfermedad.

Un plato que se come en ciertas zonas puede ser particularmente problemático: el ceviche de hígado de armadillo, una mezcla de carne cruda y cebolla. Se ha demostrado que la bacteria causante de la lepra se concentra en el hígado, así como en el bazo.

Los investigadores hicieron análisis a 146 residentes y descubrieron que 92 tenían anticuerpos contra la bacteria de la lepra, lo que indicaba una gran exposición.

Aproximadamente el 65 por ciento de las personas de esa parte de Brasil come armadillo al menos una vez al año, según John Spencer, inmunólogo de la Universidad del Estado de Colorado y autor principal del estudio. «Es muchísimo», afirma. «No sé si el 65 por ciento de los estadounidenses come langosta una vez al año».

El triple de prevalencia

Desde los años 70, científicos han sospechado que los armadillos podían ser portadores y transmisores de la bacteria responsable de la lepra, conocida como Mycrobacterium leprae. Pero en 2011, la genética reveló una coincidencia entre las cepas presentes en humanos y armadillos, en lugares como Texas y Luisiana. Esta fue la prueba del delito, por así decirlo, de que ambas especies se intercambiaban las bacterias.

Por suerte para los habitantes del sur de los Estados Unidos, solo una quinta parte de los armadillos de nueve bandas parecen exhibir síntomas de la lepra. En Pará, la prevalencia de la lepra en armadillos es más del triple.

Pero ¿por qué hay tantos armadillos brasileños infectados? Probablemente porque los brasileños tienen tasas superiores de lepra, según Spencer.

Estados Unidos documenta cada año unos 200 casos de lepra, y solo un 25 por ciento de ellos están vinculados a los armadillos. Pero Brasil registra unos 25.000 casos anuales, una cifra que, según la investigación de Spencer, podría ser una infraestimación.

Aunque es cierto que los armadillos pueden ser portadores de la lepra y contagiarla a los humanos, cabe señalar que fuimos nosotros quienes se la transmitimos primero. «Los humanos trajeron la lepra desde Europa, con los barcos de los colonizadores», explica Spencer.

«Sabe a pollo»

Aunque para algunos el consumo de carne de armadillo puede ser raro, la práctica es relativamente habitual en lugares donde abundan los armadillos y escasean otras fuentes de proteína.

En portugués, el armadillo de nueve bandas se conoce como tatu-galinha o armadillo gallina por el sabor de su carne, según Danilo Kluyber, veterinario jefe del Giant Armadillo Conservation Project, financiado por el zoo de Naples.

Los armadillos de nueve bandas son la especie favorita, pero los armadillos de cola desnuda y los armadillos peludos también se cazan por su carne. Los armadillos amarillos también son alimentos populares porque consumen cualquier cosa con la que los alimentes, de modo que pueden mantenerse en cautividad y engordarse, como pequeños cerdos con armadura.

De este modo, la gente a veces manipula o incluso baña a los animales, aumentando el riesgo de transmisión bacteriana, según señala el estudio. Pero si se les deja en la naturaleza, los animales no suponen un riesgo para los humanos y, de hecho, desempeñan papeles ecológicos vitales, como alimentarse de insectos.

Los armadillos gigantes son más raros y difíciles de encontrar, pero también los cazan como alimento porque los animales pueden pesar tanto como un labrador retriever.

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«Pueden alimentar a una familia entera», afirma Kluyber.

La buena noticia es que los armadillos de nueve bandas abundan lo suficiente para situarse en la categoría de «preocupación menor» de la UICN, que evalúa las especies en peligro de extinción. Sin embargo, no todas las especies de armadillos son tan afortunadas: varias especies nativas de Brasil han llegado a la Lista Roja de Especies Amenazadas, entre ellas el armadillo gigante y el armadillo de tres bandas.

Grandes hallazgos, datos insuficientes

James Loughry, experto en armadillos asociado a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, destaca la importancia del nuevo estudio «porque demuestra que ocurre lo mismo en otros lugares fuera de Estados Unidos».

Sin embargo, le preocupa que los investigadores solo pudieran analizar 16 armadillos y 146 humanos, ya que los resultados podrían cambiar con una cohorte más amplia.

Por su parte, Spencer explica que el gobierno brasileño les había dado permiso para tomar muestras de 30 armadillos en total. Sin embargo, el equipo dependía de que los cazadores locales compartieran partes de sus presas para analizarlas, algo que solo unos cuantos estuvieron dispuestos a hacer, quizá por miedo a meterse en líos.

Esto se debe a que, en realidad, es ilegal cazar animales salvajes en Brasil, según la legislación federal.

«Pero si eres pobre y necesitas proteínas en tu dieta, la gente hará lo que tenga que hacer», afirma Spencer.

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