Estos animales convierten hábitats humanos en hogares y despensas

Muchos animales han descubierto que los objetos artificiales a veces pueden ser mejores que lo que les ofrece la naturaleza.

Por Liz Langley
Publicado 12 jun 2018, 13:03 CEST
Una ardilla roja americana
Una ardilla roja americana mordisquea una piña, su comida favorita, en el parque nacional Acadia, Maine.
Fotografía de Brian Gordon Green, National Geographic Creative

La naturaleza puede ser brutal, por eso no es una sorpresa que algunas criaturas estén más cómodas cerca de humanos, ya sea en un lugar donde dormir o criar a su descendencia.

Estos son algunos de los animales que decidieron que los hábitats humanos eran mejores hogares y despensas.

Ardillas rojas

Cuando tu coche hace ruidos raros, nunca te imaginas que el problema sea que se ha convertido en un almacén de comida para ardillas.

La experta en fauna silvestre Marne Titchenell sospecha que una ardilla roja es la posible culpable que recientemente almacenó 22 kilogramos de piñas bajo el capó del coche de un joven de Míchigan, según la cadena de televisión local WVLT 8.

Las ardillas anidan en cavidades y buscan un pequeño agujero en una zona oculta donde vivir y almacenar alimentos, según explica Titchenell, especialista en el programa de vida silvestre de la Universidad del Estado de Ohio. Es posible que hasta den a luz ahí.

Las ardillas rojas «son unas de las mayores acumuladoras de comida con las que los humanos podrían interactuar», afirma.

Los roedores crean pilas enormes de comida llamadas middens que pueden mantenerlas durante varias estaciones y a veces también las descubren generaciones futuras de ardillas. En los bosques, los middens pueden alcanzar los 6 metros de altura.

Y como las ardillas rojas pueden reproducirse dos veces al año, una generación podría estar separada por solo seis meses.

Carpinteros belloteros

Dos personas reviven a dos ardillas mediante RCP
Recientemente, dos personas intervinieron para ayudar a dos ardillas en dos situaciones potencialmente letales.

Los carpinteros belloteros de Norteamérica y Centroamérica «hacen un pequeño agujero en el que cabe a la perfección una bellota y a continuación introducen la bellota en el agujero», explica Titchenell.

Estos «graneros» suelen estar en árboles, pero las aves también picotean en postes telefónicos, vallas y, en un caso drástico, una antena inalámbrica en California. Pueden almacenar hasta 50.000 bellotas en una sola despensa.

Al igual que en el caso de las ardillas, las despensas de comida pueden ser una valiosa herencia para los siguientes miembros de su familia.

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    Un carpintero bellotero posa cerca de su almacén de bellotas. Las aves también pueden almacenar comida en objetos artificiales, como postes telefónicos.
    Fotografía de George Grall, National Geographic Creative

    Castores

    Los castores construyen presas para crear agua estancada para sus hogares subacuáticos, llamados castoreras, donde los roedores almacenan comida para el invierno. Los castores norteamericanos se extienden por la mayor parte de Norteamérica y hasta México.

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    Sin embargo, a veces los castores construyen sus presas en conductos subterráneos artificiales, lo que puede provocar inundaciones en las carreteras.

    Los árboles alrededor de las orillas pueden disuadir a estos brillantes ingenieros de usar ese lugar y su madera, y los dispositivos de caudales pueden evitar las inundaciones.

    Una familia de castores en su castorera en el parque nacional de Grand Teton.
    Fotografía de Charlie Hamilton James, National Geographic Creative

    Abejas melíferas

    Cuando una colonia de abejas melíferas quiere expandirse, no les importa tener compañeros de piso humanos.

    Los insectos pueden encontrar una cavidad en una pared artificial (en lugar de un hueco en un árbol) con una entrada que pueden vigilar, según explica Denise Ellsworth, directora del Honeybee and Native Pollinator Education Program en la Universidad del Estado de Ohio.

    Por desgracia, esto puede generar un pegajoso inconveniente: pueden crecer colonias enormes dentro de las paredes de las casas y pasar desapercibidas durante años, hasta que la miel empieza a rezumar por las paredes, los techos y hasta los enchufes.

    Si un propietario empieza a experimentar esto, Ellsworth recomienda llamar a un grupo apicultor local. Ellos pueden recomendar a alguien que retire la colmena y estarán contentos de conseguir «abejas gratis». Y al ser polinizadoras fundamentales, todas las abejas son necesarias.

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