Hallan los restos de un caracol de la era de los dinosaurios en ámbar

Un fósil de récord procedente de Birmania revela la detallada anatomía de los tejidos blandos de los caracoles primitivos.

Por John Pickrell
Publicado 15 oct 2018, 13:15 CEST
Caracol en ámbar
Este caracol descubierto en ámbar de 99 millones de años es el más antiguo descubierto con partes blandas preservadas.
Fotografía de Lida Xing, China University of Geosciences, Beijing

Recientemente, se han descubierto la cabeza, la parte inferior y la extremidad ocular de un diminuto caracol terrestre en un fragmento de ámbar de 99 millones de años. Aunque el espécimen mide menos de cinco milímetros de diámetro, ofrece una imagen asombrosa de las vidas de estas criaturas que pasaban desapercibidas en la época de los dinosaurios.

El caracol estaba incrustado en un pequeño fragmento de ámbar procedente del norte de Birmania, también conocido como Myanmar. Se lo compraron a un coleccionista de fósiles privado en 2016 e incluye la concha de un segundo caracol, en peor estado de conservación.

Aunque la gran mayoría de los fósiles de caracoles solo conservan la concha, este hallazgo supone el ejemplo más antiguo de tejidos blandos de caracol preservados en ámbar, según afirman los autores de un estudio publicado en la revista Cretaceous Research.

La investigación fue dirigida por el explorador de National Geographic Lida Xing, de la Universidad de Geociencias de China en Pekín, cuyo equipo también es el responsable de descubrimientos recientes de crías de aves, ranas de selvas tropicales, una cría de serpiente e incluso la cola emplumada de un dinosaurio en ámbar birmano.

Una belleza excepcional

Es raro hallar caracoles incrustados en ámbar, «por no hablar de especímenes de caracoles extraordinarios con partes blandas», afirma el coautor Jeffrey Stilwell, paleontólogo de la Universidad de Monash en Melbourne, Australia.

«La antigua resina de árbol posee una capacidad de preservación excepcional, ya que captura los detalles más precisos de organismos fósiles de hace millones de años en un espacio en 3D perfecto, hasta tal punto que parece que se quedaron atrapados ayer en la resina», afirma.

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    Una reconstrucción en 3D del caracol revela más detalles de su concha y sus tejidos blandos.
    Fotografía de Lida Xing, China University of Geosciences, Beijing

    En alguna ocasión se han descubierto caracoles en ámbar en otros lugares, pero el nuevo espécimen tiene al menos 70 millones de años más que el anterior poseedor del récord. Aporta nuevos datos importantes acerca de la abundante biodiversidad de la vida en los bosques tropicales del Cretácico.

    Es probable que el caracol, que ahora se encuentra en la colección del Instituto Dexu de Paleontología en Chaozhou, China, esté vinculado a los caracoles terrestres Cyclophoridae, que viven en hábitats tropicales y subtropicales. Esta superfamilia de caracoles es conocida por su opérculo duro, que funciona como tapa o trampilla cuando el caracol se retira al interior de su concha. Sin embargo, según los autores, el hecho de que el espécimen sea diminuto y joven ha dificultado confirmar su identidad de forma definitiva.

    «Reconocer estructuras como las extremidades de los ojos o un posible opérculo es particularmente importante», afirma Ricardo Pérez de la Fuente, paleoentomólogo del Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford, Reino Unido, y coautor de un estudio del año pasado acerca de las garrapatas halladas en ámbar birmano.

    «Hallazgos como este resultan muy valiosos a la hora de completar las reconstrucciones de los bosques de ámbar del Cretácico y abren una ventana inusual a la preservación de tejidos blandos en 3D».

    Un mejor registro fósil

    Los autores tienen la hipótesis de que este increíble espécimen se formó cuando un caracol cayó dentro de resina de árbol. La concha del caracol habría quedado cubierta de la sustancia pegajosa, impidiendo la huida del animal. Suponen que el caracol habría extendido su cuerpo carnoso hacia delante en un intento de liberarse antes de quedarse completamente envuelto.

    George Poinar, paleobiólogo en la Universidad del Estado de Oregón en Corvallis, coincide en que se trata de un hallazgo fascinante, pero ofrece una explicación alternativa sobre cómo se habría quedado preservado el caracol.

    Poinar ha descrito caracoles de 20 o 30 millones de años con tejidos blandos hallados en ámbar en la República Dominicana. Argumenta que la forma distendida de las partes blandas sugiere «que el caracol fue atacado por un depredador que le desgarró la carne y, a continuación, lo dejó caer por accidente en la resina, y allí se quedó», afirma. «Ningún depredador quiere resina en la cena».

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    Independientemente de cómo pasara el caracol a la posteridad, este singular hallazgo se suma a la creciente colección de animales y plantas descritas en ámbar birmano. Según el coautor Andrew Ross, del Museo Nacional de Escocia en Edimburgo, la mayoría de estas especies preservadas en resina, que ahora superan el millar, se han descubierto en la última década.

    «La diversidad del ámbar birmano es extraordinaria y contiene una mezcla de formas primitivas extintas y formas similares a parientes vivos», afirma. «Aporta una gran cantidad de información acerca de animales que antes solo se conocían en forma de fósiles en rocas».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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